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Atawallpa Oviedo Freire, senti-pensador franco-ecuatoriano, filósofo-médico andino (wakakue). Autor de 12 libros, 5 traducidos al francés. Director de la Escuela Alteridad. Coordinador del Centro de Estudios del Buen Vivir.

En las conferencias que organiza la vicepresidencia de Bolivia, Simón Yampara señaló contundentemente de que “la izquierda no es nuestra aliada”, en referencia a los pueblos milenarios o indígenas. Y también lo señaló en el diplomado que nosotros dirigimos en la Escuela Alteridad. Algo con lo que estamos de acuerdo, y cada día nos convencemos más.

Valga precisar, que cuando nos referimos a pueblos indígenas, nos referimos a los pueblos vitalcentristas de todo el mundo, incluido Europa, y no a un color de piel, puesto que esto es racismo, y nosotros no diferenciamos a las personas por su fenotipo, sino por sus creencias y por sus relaciones con la naturaleza en general.

Hasta antes de que se proponga el paradigma del sumak kawsay/suma qamaña, la izquierda tenía una actitud paternalista, mesiánica, utilitarista de los pueblos indígenas en todo el mundo, de quienes solo esperaban que sean la masa, la vanguardia y el brazo indigenista para su proyecto abstracto socialista-comunista.

Pero desde que nos quitamos la tutela de la izquierda y comenzamos a marchar con nuestras propias racionalidades y paradigmas, hemos tenido un ataque permanente, hasta esquizofrénico por quienes dicen ser nuestros aliados, pero aliados para que sigamos agachando la cabeza. Antes nos pedían los conservadores y liberales, luego teníamos que arrodillarnos a los socialistas y comunistas, quienes debían decirnos qué hacer y qué construir.

Cuando sacamos a flote el paradigma del sumak kawsay / suma qamaña nos dijeron de todo: pachamamistas, pachamamicos, contrarrevolucionarios, retrorreovolucionarios, románticos, esencialistas, fundamentalistas, sustancialistas, etc.

Y cuando estuvieron en el gobierno, como auto denominados progresistas o socialistas del siglo 21, aumentaron sus epítetos a: infantiles, ponchos dorados, que le hacemos el juego a la derecha, atrasa pueblos, fanáticos, y hasta fascistas. Pero eso no es nada, en relación a la cantidad de criminalizados, juzgados, encarcelados, y hasta asesinados que tuvimos por parte de nuestros “aliados”. A más, de la afectación a nuestros territorios con las petroleras, mineras, agroindustrias, madereras, narcotraficantes, y la gentrificación consecuente. Y ante todo el daño irreparable de nuestros ríos, lagos y lagunas, montañas, etc., con el extractivismo que siguieron empujando, al igual que la derecha.

Les movimos el piso a sus verdades sacrosantas, a sus dogmas impolutos, a sus tácticas y estrategias absolutas, a sus horizontes únicos y universalistas. En definitiva, a una suerte de canibalismo intelectual, y ante la incapacidad de rebatir, solo recibimos insultos, calificativos, agresiones, ataques de todo tipo.

Incluso, algunos decoloniales, considerados y auto considerados actualmente como lo más alto del pensamiento latinoamericano, no se han quedado atrás, como Ramón Grosfoguel que ha tenido expresiones duras contra Silvia Rivera Cusicanqui, utilizando las mismas categorías eurocéntricas racistas para decir que ella no es indígena, creyendo que es un color de piel. Como igual se ha expresado de otros por el fenotipo, siguiendo la lógica del apartheid. No se diga Santiago Castro-Gómez que nos desprecia y hasta se burla diciéndonos “abyayalistas”, como igual han denostado a la palabra pachamama.

Y en el caso de nuestra persona, ahora han aumentado la lista de epítetos y nos dicen: moralista, ingenuo, caricaturesco, conservador, poco serio. Todo esto porque en la presentación de la revista Pachakuti en la vicepresidencia de Bolivia señalamos la necesidad de rebasar el estado y el estatalismo. Y que para ello se necesita una transición a nuestro sistema mancomunitario, sin necesidad de pasar por la construcción de un estado plurinacional. En la misma idea de que no es necesario pasar por el socialismo, como decía el viejo Marx en contradicción al joven Marx, sino de vigorizar inmediatamente el sistema de comunas existente en todo el mundo, sin necesidad de fortalecer el capitalismo ni crear el proletariado, tal como pensaba el joven-Marx, y los marxistas que se han quedado ahí.

Como cada cual lee lo que le conviene, y peor, cuando viene de alguien que les ha criticado (no atacado), dicen que estamos planteando saltar a la sociedad sin estado inmediatamente. Cualquiera que haya leído el texto[1] o visto el video[2] de dicha conferencia podrá darse cuenta que hablamos de transición y no de algo inmediato. Lo de inmediato hace referencia al sistema mancomunitario, como algo prioritario.

El Marx-viejo lo dijo hace 130 años y nadie le hizo caso. Se han pasado todo este tiempo construyendo el estatismo de Lenin, y la izquierda quiere que sigamos el mismo camino fracasado. Creemos que esto es urgente ante la situación de eminente colapso climático, y en vez de apoyarnos nos dicen anarquistas y conservadores.

Se trata de cuestión de prioridades y de horizontes, la urgencia del Marx-viejo y de otros comunalistas, desde siempre fue consolidar y potencializar el sistema de comunas y comunidades, y no el de fortalecer el estado colonial-burgués creando un estatismo que solo ha generado capitalismo de estado.

Seguro que el viejo-Marx si viviera ahora, con todo lo que ha hecho la izquierda estaría más convencido que nunca de poner toda la atención en las comunidades sobrevivientes y no principalmente en el Estado. Y estaría también diciendo juntos a nosotros “la izquierda no es nuestra aliada”.

Creer que la transición es hacerlo desde el mismo orden constituido, sería como creer que los responsables del cambio climático van a resolver la situación calamitosa en que nos encontramos. La izquierda leninista y estalinista sigue creyendo que los cambios son desde y con el estado, desde arriba y desde el gobierno. Cuando el Marx-viejo, y otros hemos senti-pensado que es desde afuera y desde abajo.

Y en el caso de que se lograría ganar una elección y se tenga el control del gobierno dentro de un estado, tiene que dársele o traspasarle el poder al sistema de comunidades, a través de su fortalecimiento institucional y florecimiento productivo. Para que ellos sean el poder popular que sostengan la transición, y no solamente darle poder al estado capitalista, como han hecho los progresistas, y dedicándose más bien a perseguir a los comunalistas (y con ello al Marx-viejo) como típicos estalinistas. Siendo esto lo que debería hacer Bolivia ahora que están nuevamente en el gobierno y no seguir con el estatismo de Evo. De lo que están de acuerdo los que siguen a Choquehuanca y al contrario los evistas-lineristas. Siendo ésta la confrontación al interior del MAS, entre los que promueven el comunitario Vivir Bien y los que quieren el socialismo. Y lo mismo pasa en el Ecuador entre Yaku Pérez y Leónidas Iza, y así en muchos lados.

Entonces, no se trata de concentrarse ni poner la atención principal en consolidar el estatismo sino el comunitarismo. Es decir, se trata ante todo de construir/reconstruir, que de destruir. La destrucción de capitalismo no vendrá por suicidio, el capitalismo jamás lo va a hacer, sino por la presencia del poder comunal. Eso hasta la derecha se da cuenta, por eso dicen que el neo-comunismo es el indigenismo, pero la izquierda y algunos decoloniales no se han enterado.

Ya hemos visto que los progresistas no lo han logrado a través del estado, ni antes los bolcheviques y todos los estatistas, pero siguen sin aprender. Marx estaría decepcionado de ver lo que hacen los llamados marxistas en su nombre. Aunque, en una parte se entiende, pues no leyeron al viejo-Marx, ya que el estalinismo intencionadamente no publicó todos sus textos y recién se los está propagando, y ahí cambia mucho.

Pero los pueblos indígenas no necesitábamos leer a Marx para darnos cuenta de aquello, era obvio que hemos resistido por 500 años en nuestras comunidades, y no íbamos a dejar de ser comunarios para pasar a ser proletarios, para construir el socialismo y para luego volver a ser comunarios de un tal “comunismo científico”.

Eso solo le puede ocurrir a la izquierda y a ciertos decoloniales que han apoyado al progresismo. Decoloniales que critican el eurocentrismo, pero que funcionan con las mismas lógicas y categorías del eurocentrismo. Y, a quienes nos salimos verdaderamente del eurocentrismo y funcionamos con las de la alteridad, nos dicen que no hacemos política sino moralismo, aquí, un claro ejemplo de “circuncisión” intelectual.

Izquierdas y decoloniales que se dicen que defienden a los indígenas, pero que no conocen sus filosofías milenarias o no las aplican para sus reflexiones, y peor, las viven. Su crítica es tan solo desde su egología hedonista o su yo individual formado al interior del eurocentrismo, y que no parten desde las filosofías de los pueblos, construidas comunitaria y milenariamente.

Siguen creyendo en filosofías y teologías de la liberación y de la emancipación, las que solo han terminado dando la vuelta a la tortilla, como lo hemos visto en 100 años. Pues, como decía el maestro español Jorge Luis Sampedro: “Eso nos lleva a decir: voy a transformar el mundo, como dicen ahora. Yo no pretendo cambiarlo, sino estar en armonía con él”[3].

En otras palabras, los pueblos indígenas o vitalcentristas no funcionamos desde el binarismo eurocéntrico, con todas sus categorías, lógicas y variables, sino que transitamos desde nuestras construcciones que han sido probadas en miles de años, las que nos han ayudado a enfrentar nuestros problemas y dificultades.

Siempre habrán diferencias, discrepancias, pero tenemos un método que nos ayuda a armonizarnos. Aunque nuevamente vendrá el caos, la entropía como ley de la vida, y sabemos que tenemos que volver a equilibrar. Eso lo dice ahora la segunda ley de la termodinámica, y eso lo habíamos entendido cientos de años antes.

Cuando decimos “vivir en armonía”, no significa que vivimos en una comunidad en la que no hay problemas, desavenencias, guerras, sino, que cuando nos damos cuenta que hemos desequilibrado, los sabios y sabias nos recuerdan que tenemos que volver a recuperar la armonía. Nos educan en que ese tiene que ser siempre nuestro sentido de vivir y de existir, el buscar una y otra vez la armonía, porque la vida humana está llena de confrontaciones. Y para comprender aquello nos ponen de ejemplo a la madre-padre tierra y al cosmos en general (pachamama), de que cada vez que está en caos se vuelve a armonizar para continuar la vida infinitamente.

El axioma eurocéntrico derecha-izquierda nos ha divido en nuestras comunidades, no nos ayuda, solo nos partidiza y fragmenta. Por eso hemos decidido en algunas comunidades de Amerike[4] o Abya Yala romper con los partidos y con el dualismo antropológico, para poder salir de la trampa colonial bajo la cual nos quieren seguir dividiendo y estemos peleándonos entre nosotros, como quiere el sistema.

Las izquierdas y ciertos decoloniales nos quieren seguir diciendo qué es lo revolucionario, qué es el cambio, cómo se hace, a dónde se llega. Ustedes que han fracasado en todo el mundo, nos quieren poner de ejemplo a Chávez, que por ahí se le “chispoteó” hablar del “poder comunal”, pero que no le empujó a fondo por estar construyendo su estatismo, para que supuestamente de ahí salga el poder comunal. Y eso quieren que repitamos. Ni que nos gustara darnos con la misma piedra, como a otros que les apasiona.

Grosfoguel habla de “izquierda occidentalizada”, como que podría haber una izquierda no occidentalizada. La izquierda es occidental, eurocéntrica, y no puede contradecirse a sí misma. Los intentos de algunos por distanciarse de lo eurocéntrico les hace darse la vuelta en lo mismo, al no entender realmente lo que es la alteridad, la externalidad, lo periférico, la otredad. Creen que poniéndole un apellido a la izquierda ya cambia todo, como igual lo creyeron poniéndole apellido al desarrollo, al crecimiento, al progreso. Nosotros somos la alteridad con autonomía propia, y no el brazo de la izquierda y peor de la derecha. Lo que no quiere decir que seamos anti izquierda sino críticos de la izquierda.

Como vemos, es seguro que no son nuestros aliados. En la teoría abstracta parece que sí, pero en la práctica, en los medios, en las estrategias, en los horizontes, son nuestros enemigos, pues así nos tratan. No vamos a volvernos a poner a su cola, ni ser burropies de los que creen tener la “verdad verdadera”, que son los que realmente dejan intacto el mundo con su estatismo y no lo cambian, cual su retórica desgastada y de la que muy pocos creen.


[1] https://www.alteridad.net/2021/11/20/la-trampa-neocolonial-de-izquierda-y-la-alteridad-como-respuesta/

[2] https://youtu.be/hDeTm50Kmig

[3] https://elpais.com/diario/2011/06/12/eps/1307860014_850215.html

[4] https://www.alteridad.net/2021/09/08/el-nombre-america-viene-de-los-mayas-y-no-de-vespucio/

Por Alteridad

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