Ensayos publicados en algunos medios y en libros colectivos
TETRASOFIA: CONCIENCIA DE LA TIERRA Y DEL COSMOS
El ser humano desde siempre se dio cuenta que su vida dependía del sol, que la luz era su fuente de existencia y de prolongación sobre la tierra. Bajo esta comprensión, organizó todas sus formas de vida a su alrededor pues sabía y tenía conciencia que el “padre sol” era el centro de todo (heliocentrismo o vitalismo solar). Los pueblos de Amerindia (América) sabían desde hace por lo menos 2000 años que la Tierra giraba alrededor del sol y de que este planeta era redondo, como se ha demostrado ampliamente por estudiosos serios de las culturas precolombinas.
No existe ninguna cultura en el mundo que no se haya manejado así. Todas las sociedades de la Tierra funcionaron dentro de una conciencia solar y lunar. Así lo entendieron y lo vivieron por más de 500.000 años dentro de esa conciencia. Por ello, el sol era considerado dios, padre o madre (según la cultura), espíritu, energía vital, fuente dadora de vida, etc. Todo el accionar de vida de estos pueblos, se prolongaba y se dirigía hacia el sol, la luna, las estrellas, por lo que su conciencia era cósmica y vibraban en la cuarta dimensión o tetraconciencia, como mínimo.
La tetraconciencia es diferente a una conciencia tridimensional, pues ésta, percibe la realidad en una dimensión física o corporal de largo, ancho y altura. La triconciencia cuando se desprendió de la tetraconciencia inventó una serie de nuevas creencias y ciencias (principio de identidad, principio del tercero excluido, geometría euclidiana, etc.) que diferían de los principios del milenario vitalismo de tetraconciencia, y al cual nosotros le vamos a denominar tetrasofía. La triconciencia correlativamente organizó un nuevo mundo social, económico, reproductivo, educativo, dentro de estas tres dimensiones.
BUEN VIVIR, PRIMER PENSAMIENTO INTERAMERICANO

En los años 70, ciertos investigadores se dieron a la tarea de sistematizar lo que podría llamarse: “racionalidad indígena o senti-pensar amerindio”. Uno de los trabajos pioneros en este sentido, fue el del antropólogo francés Philippe Descola. Su estudio se centró en el pueblo Achuar de la amazonía ecuatoriana, cuyo paradigma central lo denominaban “shiir waras” y que él lo tradujo como “buen vivir”.
Elke Mader hizo lo mismo con los shwar, quienes hablaban del pénker pujustin y que también fue traducido como “bienestar” o “vivir bien”. El antropólogo kichwa amazónico Carlos Viteri Gualinga confirmó las tesis de Descola y Mader, e hizo una más amplia sistematización del sumak kawsay de los kichwas, que también fue traducido como “buen vivir”, aunque el pueblo de Sarayaku al que él pertenece, lo tradujo como “vivir limpio y en armonía”.
El virus que cambió el mundo hace 500 años
SE EQUIVOCA BYUNG CHUL HAN
Hace 500 años, junto con los conquistadores europeos, llegaron a Abya Yala (Amerindia) varios virus, como la viruela y el sarampión, que de acuerdo a la mayoría de estudiosos mataron alrededor de 55 millones de personas en todo el continente. Ahora, con el coronavirus podemos imaginar la magnitud de tal etnocidio. Solo sobrevivieron los pocos que se inmunizaron -tal como pasó en Eurasia con estos mismos virus y con otros tantos más-.
Un grupo de científicos del University College de Londres (Reino Unido) encabezados por Alexander Koch, en su artículo publicado en Quaternary Science Reviews, señalan que la población existente en América antes del primer contacto con los europeos en 1492 era de alrededor de 60 millones de personas (aproximadamente el 10% de la población mundial). Luego analizaron cómo cambiaron esos números en las siguientes décadas por la devastación por enfermedades introducidas (viruela, sarampión, etc.), las guerras, la esclavitud y el colapso social, llegando a la conclusión de que la población se redujo a solo 5 o 6 millones en un período de cien años.
Cooperación y solidaridad, entre Slavoj Zizek y Byung Chul Han
Las palabras que más se escuchan actualmente en todo el mundo, desde los presidentes, altas autoridades mundiales, millonarios, filósofos, personalidades, hasta el más simple y pobre ser humano es: cooperación, solidaridad, unión, coordinación, apoyo, organización, colaboración, responsabilidad, disciplina, conciencia, comunidad, común.
La pregunta que surge es: Después de que se controle el coronavirus o en la marcha del mismo, será posible construir un mundo dentro de estas categorías y principios, anotados anteriormente. Cómo sería ese sistema. Cuál sería el eje motor de este nuevo estilo de vida. Acaso ya ha existido anteriormente y hay que pulirlo. El coronavirus marcará, un antes y un después?
EL MARX QUE NO CONOCE LA IZQUIERDA
El fracaso de la izquierda, entre otros elementos, se debe a que solo conoce y se guía por el joven-adulto-Marx, y no conoce y por ende no se orienta por el maduro- viejo Marx, quien en su etapa más lúcida dio un viraje a algunas de sus primarias visiones.
La izquierda básicamente se guía por aquel joven idealista que a sus 30 años escribió el Manifiesto Comunista y por el adulto que escribió El Capital alrededor de los 45 años, pero desconoce al maduro-Marx que con experiencia y sabiduría corrigió algunas de sus visiones ilusas, cuando estaba alrededor de sus 60 años. Y peor puede vislumbrar al viejo-Marx, que aunque no logró escribir un libro solo dejó algunas cartas y textos sueltos, pues una larga enfermedad de más de 10 años le consumió lentamente y le mató a los 65 años.
Quizás, si habría vivido el viejo- anciano Marx hubiera sido más lúcido y se habría desmarcado aún más del ingenuo y soñador joven-Marx que inventó la malhadada teoría de la “dictadura del proletariado”, que tanto daño ha hecho a la izquierda, a la revolución y al cambio. En su visión dialéctica -heredada de su maestro “idealista” Hegel- creía que la historia se desenvolvía por la lucha de clases, pero además, entre las sociedades “adelantadas” y “atrasadas”, como expresamente lo señala en su obra máxima “El Capital” cuando habla de “economías avanzadas” y “economías atrasadas”. De ahí, que los actuales marxistas (y también los neoliberales) siguen hablando de lo mismo, bajo el nombre de economías desarrolladas y economías subdesarrolladas.