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Ojos que no ven, corazón que no siente… lo dice la gente, lo dice la gente y tiene razón
Por Silvia S. Lòpez
Ensayo para obtener el certificado de haber aprobado el diplomado en Filosofías de Abya Yala.
He construido este trabajo como un ejercicio de reflexión, un “hacer entrar en mi corazón” (como nos enseña la cosmovisión Maya) que me surge luego de haber ESCUCHADO (atrapando silencio como nos aporta el pueblo Kogi) las reseñas que el Diplomado en Filosofías de Abya Yala de la Escuela Alteridad, nos ha ofrecido. Reflexión situada desde mi lugar en el mundo: Argentina.
Sin entrar al importantísimo tema de la colonización y colonialidad subsiguiente (temas en los que adhiero a todo lo conversado en el Diplomado y que excede ampliamente este trabajo), hoy quisiera concentrarme en un aspecto aparentemente secundario, pero significativamente esencial en cuanto lo profundizamos.
Las cosmovisiones presentadas, interesantes todas, tienen muchos puntos de conexión y una misma lucha. Lucha que a veces, como pasa en la Argentina de Milei de la que desafortunadamente formo parte, parece volver a foja cero. Se siente uno agobiado y abatido al perder “logros” supuestamente asegurados. Los pueblos ancestrales, aquí y allá, están siempre en el ojo de la tormenta, en la mira del mediático mundo occidentalizado que habitamos. Hay mucha tinta escrita y mucho se ha
dicho sobre la “negatividad”, el sesgo negativo con que la Sociedad en general conoce, juzga y considera todo lo que de allí proviene.
En Argentina, los pueblos ancestrales están siendo ninguneados, combatidos e invadidos (sus territorios, sus esperanzas y sus mentes) como hace 500 años atrás. La sociedad argentina, altamente occidentalizada, víctima y victimaria de la colonialidad del poder imperial,
busca eternamente, recetas extranjeras para nuestros problemas cotidianos. Construida sobre una identidad supuestamente multifacética, va corriendo tras la “Ciencia” como sinónimo de progreso, de avance, afirmando lo que se debe, se puede y es bueno hacer.
En ese contexto, es cotidiano ver, oir, leer… que los Pueblos Ancestrales son CULTURAS NEGADAS. De una u otra manera ha estado presente este rótulo, también a lo largo del Diplomado. Es algo que tenemos ya asumido los Abyayalenses y que convive con nosotras/os.
Partiré de esta afirmación (Culturas negadas), para profundizar esto, a la
luz de la “Lógica de la negación” del filòsofo argentino Rodolfo Kusch. Nos dice Rodolfo Kusch que la Ciencia occidental (su mito más arraigado) se construye con un cúmulo de afirmaciones –“No se puede hacer Ciencia sobre lo negado” nos previene Kusch y agrega: ”todo operar con ideas consiste no más que en seguir lo ya afirmado, aunque fuera la novedad bibliográfica importada. Es el horizonte del “ya saber” que facilita la previsión”. (La negación en el pensamiento popular, 1979)
El afán de matematizar de la lógica de la afirmación, tiene sus raíces en el hecho de que el mundo occidental no vé más que objetos. Toda su historia se cuenta en torno a objetos, bien diferente a nuestras culturas originarias. No obstante, los y las occidentales y occidentalizados/as, desarrollamos nuestras vidas en una realidad poblada de objetos y en el Patio de los objetos (como llama Kusch al Mercado). Siguiendo la etimología de la palabra objeto (obiectus:echar/arrojar delante) implicaría –según Kusch- una decisión (en parte voluntaria de parte de ellos/as) de colocar la realidad delante del sujeto. Tendiendo a registrar, entonces, antes las cosas…que los acontecimientos.
¿Y los sujetos? Los sujetos existen y luego piensan. Lo que quiere decir que la lógica matemática es sólo un episodio de la lógica ontológica, la lógica existencial.
Kusch en su obligado ostracismo en la puna jujeña, tomó contacto con la cultura andina (quechua/aymara) e inicio desde allí, un recorrido interior (al mejor estilo Kogi) que lo llevo a aseverar que la lógica occidental puede sernos muy útil a la hora de afilar nuestro pensamiento interior y reafirmarnos en lo que verdaderamente somos como Abyayalenses, habitantes de esta parte del mundo que llaman América del Sur. Sin duda alguna, la cultura andina se internó profundamente en su pensamiento y Kusch sabiamente, dejó que lo invadiera todo, hasta hacerla también suya. Como educador que era, sabía que la educación argentina nació colonizada y colonizante y así vive, saludablemente (salvo esporádicos casos aislados). Él mismo, era el fruto maduro de ella. Y era consciente también que no todo es descartable, que lo que se necesitaba es un cambio de paradigma que nos permita comprender que la cultura occidental es UNA, entre muchas. Sólo una más. Fruto del desarrollo e historia de pueblos que habitaron muy lejos de Abya Yala, en otras tierras, con otras vivencias. Como decía Kusch, no es ni malo ni bueno para un europeo… simplemente es su historia de vida. Lo que no está
bien es que nos la impongan o la “compremos” intentando implantar una cultura de un territorio y con una historia diferente, a pueblos y naciones que no comparten ni ese territorio ni esa historia. Y no solo estamos
hablando de la invasión cultural de la conquista… seguimos hablando de la “importación de culturas” que a fuerza de sangre, “prenden a medias” en nuestras tierras. A medias, porque se importa la cultura pero no al Sujeto cultural que la creó, provocando entonces esa vaga sensación propia del argentino, de no sentirse del todo bien con todo ese bagaje
extranjero (que cree necesario para “progresar”) pero tampoco identificándose (en la mayoría de los casos por desconocimiento) con las culturas nuestras. Es entonces cuando Kusch, activo educador preocupado por todo lo nuestro, decide (a nivel inconsciente supongo)
ser UN PUENTE… un puente posible entre ambas culturas. Un medio para
que cada una y uno de nosotros /as pueda repensarse, re ubicarse y reconocerse. Un medio también de difundir lo nuestro y un medio también de luchar por esa armonía, ese equilibrio presente no sólo en el mundo andino sino en todas las naciones y pueblos de nuestra Abya Yala.
Para él, todos y todas nosotras /os, habitantes de este suelo… estamos empeñados en una “salvación”. Salvación que aprendió y mamó de la cultura andina que lo cobijó cuándo más lo necesitaba. Salvación que no es en soledad, aunque allí inicie la reflexión profunda, sino que es con la comunidad, si lo que queremos es atraer lo fasto y alejar lo nefasto para lograr el mero estar de vivir en la armonía, el equilibrio cósmico que buscamos.
Así las cosas, se preguntaba Kusch en 1973…¿podemos idear un método que se base en la negación (Negación total por las culturas ancestrales) y que consista en invertir el sentido lógico y científico y parta de la negación para entrar en la pregunta total por la posibilidad de ser? (“Una lógica de la negación para comprender a América”).
Negación no tomada en su sentido matemático sino semántico
Negación que “no implica un cierre, sino una apertura” Negación a seguir re-forzando las lógicas de afirmación impuestas por occidente. Esto implica un nuevo análisis sobre la conceptualización de la vida misma pero que no quede en el mero discurso, sino que entre en el saber, en el corazón mismo de la comunidad.
Para comprender esta lógica es necesario emprender un otro camino posible… investigando qué quiere decir, o como se traduce en los hechos, que occidente “NOS NIEGUE”?. Lo que niegan -dice Kusch- saben que subsiste, no pueden negar su existencia. Lo que niegan es que ellos/as (los occidentales) lo vean. En tanto no entre a la esfera privada de “la vida Occidental”, aunque exista, no les preocupa. Entonces, que nieguen
nuestras culturas, se traduciría a que “niegan vernos”. Lo que niegan en realidad, es que dichas culturas se encuentren vigentes (lo cual les aterroriza). Niegan su vigencia porque no les es posible negar nuestra existencia. … y allí, justo allí, nos encontramos con un hecho fundante: Negar dicha vigencia no es lo mismo que negarnos. Al comprender que lo que niegan es la vigencia, salta al descubierto, que entonces, NOS AFIRMAN. Afirman nuestra existencia negando nuestra vigencia.
Entonces, si nos plantamos en “la negación de las culturas originarias” (como sociedad occidentalizada que las invisibiliza y elude porque les teme) comprenderemos que esa negación, no afecta la existencia de nuestros pueblos, sino la vigencia (para ellos/as) de esos modelos
“supuestamente alternativos”. Plantarse en la negación…es una
revelación que nos lleva a la salvación.
Mucho une (en cuanto a “filosofas de vida”) a todos nuestros pueblos: los muchos conceptos compartidos y reiterados en cada encuentro
respecto de nuestro lugar en el mundo “vivo”, la espiritualidad que nos alimenta, la importancia de lo instintivo y el sentipensar propio de
nuestro pueblos, comprender a la “ciencia” como el mayor de los mitos occidentales, la defensa de lo no-racional como estandarte, nuestras lenguas como simple y sagrada manifestación de nuestras gentes, la lògica no binaria de nuestros pueblos, … y muchas cosas màs que quedaron de manifiesto en el Diplomado; es entonces cuando mi reflexión me lleva a pensar que como bien dice Atawallpa Oviedo Freire y remarca el Pueblo Shuak, tenemos que unirnos, luchar juntos y juntas para devolver sabiduría ancestral a nuestras gentes e impedir así que la colonialidad siga tornándonos víctimas de sus atracos. Y la Lógica de la Negación Kuscheana puede ser una herramienta muy útil al momento de devolvernos la fe en nosotros y nosotras mismas/os.
Fe que conlleva a la confianza, a la unidad, la hermandad y la liberación de quienes nos tienen “sujetos”.
Es decir, aprender a movernos fuera del patio de los objetos, fortaleciendo nuestros saberes ancestrales dónde germinan las verdades seminales y dónde encontremos “aciertos fundantes de sentido” propios, dejando lógicas de afirmación ajenas. Que nos vean, que no puedan mirar para otro lado….
Paso que no podemos ni debemos dar en soledad sino hermanados/as. El momento es hoy, la lucha es ahora.