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Otilia del Carmen Puiggros. Montevideo, 31 marzo 2025
Trabajo para aprobar el diplomado en Saberes Andinos.
En la última conferencia dada por el profesor Atawallpa Oviedo en el diplomado “Saberes Andinos”, accedí a una información que por un lado me sorprendió y por otro, me enojó mucho. Desde la escuela me enseñaron que el nombre del continente donde vivimos, América, viene de Américo Vespucio, uno de “los descubridores” de estas tierras y que el nombre de América fue dado en su homenaje. Para mi gran sorpresa supe que el origen del nombre es indígena, y que existía desde mucho antes que Vespucio – que tampoco se llamaba Américo- viniera a las costas del continente que en Europa llamaron “el nuevo mundo”. Decidí hacer mi trabajo final sobre este tema no solo para aprender más, sino también para difundir la realidad y desenmascarar este gran fraude.
Al pensar en el título de este pequeño ensayo, me vinieron a la cabeza tres títulos:
- El axioma fraudulento: América, el nombre de nuestro continente;
- Amerrique: la identidad robada; y
- América: entre robo de identidad y fraude histórico.
Finalmente retuve el segundo porque me parecía importante que, en primer lugar, apareciera el que tal vez sea, nuestro verdadero nombre originario. O tal vez fue otro, porque el lugar donde se encuentran las sierras Amerrique, en la actual Nicaragua, dicho nombre se traducía en los dialectos mayas de distintas maneras: “la gran cuna de agua”, la “tierra donde sopla el viento”, “tierra de muchos vientos”, el “lugar del espíritu que respira” e incluso, “tierra viva”, de acuerdo al investigador Danilo Anton (2000). Pero vayamos por partes.
Detrás de los nombres “oficiales”
Los nombres dados por los europeos a los lugares que iban encontrando en estas tierras, fueron en su mayoría nombres tomados y modificados de la toponimia existente. Eso sucedió con el nombre de América, que encierra una historia y una geografía riquísima. En muchos casos, la nomenclatura que aún se utiliza en varios lugares geográficos atestigua de la herencia de los pueblos nativos.
Recuperar los nombres que fueron camuflados no es una tarea sencilla dado que las toponimias han cambiado y por siglos ha existido la voluntad por parte de quienes invadieron estas tierras, de esconder nombres, identidades, cultos y culturas. Los nombres que encontraban eran para ellos, símbolo de atraso y de barbarie. Lo único que valoraban era el oro que encontraban y que naturalmente, acaparaban. Porque, según ellos, habían llegado a una “terra nullius”, lo que significa, territorios sin dueños en latín (the land of no one en inglés). Los invasores europeos ignoraban que los pueblos ancestrales de nuestra América no tenían sentido de propiedad de la tierra, sino de pertenencia hacia la Madre Tierra.
El nombre de América tiene su origen en el corazón de América Central, en una cadena montañosa cuyo nombre es Amerrique que se encuentra en el actual departamento nicaragüense de Chontales. Estas montañas también son conocidas como Amerique y Amerrisque y se extienden desde el lago de Nicaragua hasta las costas del Mar Caribe. Varios mapas de Nicaragua e incluso regionales mencionan el nombre Amerrique, pero lo más interesante es que algunos diccionarios de lenguas extranjeras (al español) también indican dichas sierras: el diccionario francés Larousse de 1982 en la parte de América Central indica: Sierra de Amérique; en su edición de 1997, el Atlas de la Encyclopaedia Britannica escribe: Sierra of Amerique y en la misma enciclopedia, en la página 654: Amerrique Mts. (Antón, 2000). El mapa de la National Geospatial-Intelligence Agency, de Estados Unidos, indica: Serranías Amerrique, Nicaragua.[1]
Hecho curioso, en la ciudad de Juigalpa, en Nicaragua, hay muchos negocios que aún conservan el nombre Amerrique, como es el caso de una academia bilingüe, de una carnicería y de un bar cuyas direcciones se encuentran fácilmente por internet.
¿De dónde viene el nombre Amerrique?
De acuerdo a estudios realizados por diferentes investigadores y cronistas, el nombre vendría de un pueblo que vivió en dicha cordillera antes de la llegada de los invasores europeos. El doctor Jaime Incer Barquero, presidente de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua y autor de más de 20 libros sobre estudios étnicos de Nicaragua, nos da varias informaciones en su libro: “Toponimias Indígenas de Nicaragua” (1985). El autor indica en la parte dedicada a los pueblos de Matagalpa, que dicho pueblo hablaba el dialecto matagalpa, también llamado popoluca, que los cronistas españoles llamaron “chontales” de manera genérica, para definir a todos los pueblos de la región (p. 262). El nombre Amerrique estaría relacionado con dichos pueblos. El autor escribe que:
“…los que esculpieron la estilizada estatuaria que hoy se exhibe en el Museo de Juigalpa, los que habitaron en las estribaciones de la sierra de Amerrique, los que construyeron pirámides escalonadas en Garrobo Grande, fueron sin duda una tribu más antigua que ocupó el territorio nicaragüense en toda su extensión, con posible filiación maya o lenca.” (p. 264).
Ellos fueron los autores de toponimias que aún persisten, y que fueron incorporadas por las tribus que más tarde ocuparon los actuales territorios de Nicaragua y Honduras, entre ellas, los “matagalpas”. De acuerdo al investigador todo parece indicar que el dialecto Matagalpa tenía varias raíces y que además de existir coincidencias etimológicas con los miskitos por ejemplo, presenta muchos híbridos como resultado de la importante españolización que sufrieron. Algunas toponimias tienen más de una interpretación, como hemos señalado al inicio de este ensayo para la palabra Amerrique. Muy frecuentemente la toponimia hace referencia a las condiciones geográficas de la región, a su flora y su fauna, en varios casos, extinguidas. Muchos de estos nombres están en proceso de olvido, por errores ortográficos, por alteraciones, por su españolización, o por la modernización, hecha de manera consciente o no, de la cartografía de América Central y sus lenguas.
Jaime Incer Barquero en la parte dedicada a Matagalpa de su libro “Toponimias Indígenas de Nicaragua”, describe así el vocablo Amerrique: (1985, p. 278):
AMERRIQUE (Amerrique, Amerrisque por corrupción). Conocida serranía entre juigalpa y La Libertad (Cht.), de donde se deriva la toponimia «América», según las deducciones de Jules Marcou, quien fuera miembro de la Academia de Geografía de París, allá por el año de 1875
Hay varios lugares a lo largo de la costa del Caribe que tienen nombres semejantes, todo lo cual parece indicar que la región de Nicaragua que se extiende del mar Caribe al Lago de Nicaragua llevaba uno de estos nombres: Amerrique, Amerrisque, Amerisco o incluso, América dado que se han encontrado referencias de un lugar cerca de San Juan del Norte, que lleva este nombre.
¿Por qué se le atribuye el nombre de América a “Américo” Vespucci?
Todos hemos sido engañados durante mucho tiempo por la enorme mentira de que el nombre del continente es un tributo al geógrafo florentino que según dicen escritos puestos en duda por algunos investigadores, habría participado en varios viajes con otros exploradores alrededor de los años 1500.
El geólogo emérito, Jules Marcou (1988) y otros investigadores como George Hurlbut y Lanier (1901) señalaron que al momento de llamar al continente América, el nombre del geógrafo no era Américo ni Amérigo, sino Albérico, y que probablemente él decidió cambiarse de nombre a fin de adaptarlo al nombre de las tierras que venían de ser “descubiertas”. Durante muchos siglos se creyó, basados en este cuento, que el nombre del continente vino de un navegante que llegó de Europa a las costas del continente, cuando en realidad, fue lo contrario. Albérico Vespucci tomó el nombre que existía en el corazón de América Central, cerca de Juigalpa, capital del departamento de Chontales (nombre dado por los españoles), en Nicaragua. Hoy hablaríamos de apropiación cultural.
Juigalpa se encuentra al pie de la cordillera de Amerrique llamada actualmente “Cordillera Chontaleña”. Esta ciudad fue fundada hace alrededor de 300 años y era un centro comercial importante de la región de montañas que los españoles llamaron Chontales. En esta ciudad se han encontrado ídolos de piedra enormes, algunos de 8 metros de altura, que atestiguan de los pueblos ancestrales que vivían a los pies de la Sierra de Amerrique. Hoy dichos monumentos son expuestos en el Museo de Juigalpa para atractivo de los turistas que desconocen la historia.
Danilo Antón (2000) nos dice que no sabemos si hubo un nombre para todo el continente. Actualmente, en distintas partes del continente, le dan nombres diferentes: Abya-Yala, Isla Tortuga, hogar de la Pachamama, América. Probablemente nunca hubo un nombre único para cubrir el continente de norte a sur. Lo que sabemos a ciencia cierta es que el nombre Amerrique existió y aún existe en estas tierras, y que es de dicho nombre que fue tomado, tal vez podríamos decir usurpado o robado, el nombre de América haciendonos creer que viene del “descubridor” europeo.
¿Cómo y por qué se construyó la mentira acerca de nombre de Amerrique?
Se pueden escribir muchas páginas sobre los documentos encontrados, las especulaciones y los hechos comprobados en torno a los viajes en el siglo XVI de los exploradores y navegantes europeos a estas tierras. Dada la extensión solicitada para este trabajo, presentaré solamente algunos datos que me parecen importantes.
El navegante italiano Cristóforo Columbus, que los españoles llamaron Cristóbal Colon, pertenecía a una familia de comerciantes genoveses que tenían una situación económica acomodada y buenas relaciones políticas Entusiasmado por historias de navegantes que decían haber visto costas lejanas en dirección al occidente, Colon se decidió a emprender su viaje golpeando varias puertas para conseguir financiamiento para su proyecto. Hizo varios intentos frustrados, en 1483 con Juan II rey de Portugal; en 1484 con la reina Isabel de Castilla; luego con Enrique VIII de Inglaterra y el rey Carlos de Francia. Finalmente, en 1492, Colon obtuvo el apoyo de la reina Isabel de Castilla. Luego de firmar el tratado “Capitulaciones de Santa Fé” donde se definían los títulos y derechos en caso de descubrir tierras, Colon partió el 3 de agosto de 1492 del Puerto de Palos con tres embarcaciones, La Pinta, La Niña y la Santa María, hacia rumbos desconocidos, en busca de las Indias.
En la misma época, los portugueses recorrían los mismos mares y eran muy celosos de sus posesiones. Colon encontró en sus viajes varios obstáculos, emboscadas, e incluso tuvo sospechas de delaciones de los trayectos que hacía por parte de algunos de sus tripulantes por lo cual se decidió, de acuerdo a distintas fuentes, a llevar 2 diarios de sus viajes. De un lado, una “bitácora oficial” con informaciones falsas destinadas a confundir a los portugueses y por otro, su diario íntimo, con los datos verdaderos (Coin, 2003). Así, de acuerdo con Luis Coin (2003) cuando el navegante escribía en los documentos oficiales que navegaba hacia el oeste, iba en realidad hacia el suroeste, lo cual parece comprobado por los vientos, las corrientes, la saladez del agua y las especies de flora y fauna marina que encontraba y que consignaba en su diario. Antón escribe: “seguramente el marino genovés se guardó parte de la información para asegurar el dominio de la situación luego de su regreso.” (Antón, 2000, p. 63).
Además de los obstáculos con los portugueses, había también una importante rivalidad entre los genoveses y los florentinos. Los primeros, navegantes reconocidos y los segundos científicos de renombre: geógrafos, geólogos, matemáticos, etc.
Colón fue traicionado por varias personas, pero de todos modos informó a los reyes de España, que en las tierras occidentales había cantidades importantes de oro. Sin embargo guardó para sí, la información sobre cómo llegar a las tierras donde estaban las minas. De esta manera mantenía el control sobre los viajes.
Entre quienes actuaron a espaldas del navegante genovés se encontraba el rey Fernando de Aragón, quien financió una expedición hacia las tierras occidentales en 1497 donde participaron entre otros, Juan Díaz de Solís y Albérico Vespucci. A partir de dicho viaje, el nombre “América” se propagó por Europa. Así llamaron al “Mundus Novus” que venían de encontrar. Albérico Vespucci escribió varias cartas de sus viajes indicando que, navegando hacia el oeste, había encontrado nuevas tierras ricas en oro..
Cristóbal Colón era genovés, Albérico Vespucci era florentino, con el fraude del “descubrimiento” se mintió sobre muchos hechos, primero, sobre el nombre de Amerrique, y luego, cual fue el europeo que recorrió primero el “Mundus Novus” en el siglo XVI.[2] De un lado se enfrentaba Florencia, reconocida por sus científicos y del otro Génova, reconocida por sus navegantes. También se confrontaban Castilla y Florencia, porque Colón viajo con banderas y financiamiento de la Reina de Castilla.
La mentira fue mantenida y reforzada por los criollos, para quienes era más prestigioso tener un nombre europeo que un nombre indígena. Los habían convencido que valían tan poco, que era mejor esconder y olvidar sus orígenes.
Colón se murió sin saber que no había llegado a las Indias sino a otras tierras. Por eso llamo “indios” a sus pobladores.
¿Albérico Vespucci, víctima o protagonista de la “Mentira del milenio”?
Hay varias controversias en torno a los viajes de Albérico Vespucci o Américo Vespucio, su nombre españolizado. Dada la extensión de este trabajo presetaremos la tesis que nos parece más adecuada por ser apoyada por varias investigaciones. La mayor parte de las investigaciones indica que efectivamente el geólogo florentino efectuó varios viajes, por lo menos cuatro, al lugar que los nativos llamaban Amerrique.
La información recopilada se encuentra en la página 40 del libro “El nuevo mundo: cartas relativas a sus viajes y descubrimientos”,cuya tapa indica como autor Amerigo Vespucci. En la carta escrita en Cabo Verde en 1501, el navegante indica que las tierras deberían llamarse “Mundus Novus”, expresando de esta manera que no habían llegado a las Indias, como creía Colon, sino a un nuevo continente (p. 67). Entre 1504 y 1505 se publicaron once versiones diferentes de la carta “Mundus Novus”. En todas ellas el explorador firma Albericus como su primer nombre. Sin embargo, el apellido aparece escrito de varias maneras: Vespucci, Vespucious, Vesputius, Vespucrius y Vespotius.
En las sucesivas traducciones, el nombre de Albérico se perdió, pudiéndose encontrar los nombres de Amerigo o Américo. Distintas investigaciones sugieren que la confusión comenzó con la traducción al francés realizada por Jean Basin, eclesiástico de Saint Dié. En la obra “Cosmographiae Introductio” publicada en 1507 por el Gymnase Vosgien de Saint Dié, la firma de la segunda carta dice Amérige. En el año 1515, el nombre América se había impuesto y era utilizado en los distintos documentos e investigaciones sobre “el descubrimiento”.
El investigador Jules Marcou indica que el nombre Albérico era muy raro en la Florencia del siglo XV dado que en esa época se daban nombres cristianos. También lo eran Amerigo o Amerige. Para agregar a la confusión, o tal vez para aprovechar de ella, el propio Vespucci comenzó a doblar la “r” de Amerigo, diciendo Amerrigo, tal vez para que su nombre fuera aún más parecido a la voz nativa de Amerrique (Marcou, 1988; Durand-Delga, 1994; Vignaud, 1912).
En conclusión, fueron las tierras que los europeos decían haber descubierto que dieron el nombre al explorador y no lo contrario. La versión difundida es un gran fraude y el robo de un nombre muy conocido y usado en América Central donde antes de la Sierra Chontales, nombre dado por los españoles, se encontraba la cadena montañosa Sierra de Amerrique. En la cantidad de traducciones y adulteraciones aparecieron varios nombres, pero se mantuvo la mentira de que el nombre de América viene de Américo Vespucio, “descubridor” del Nuevo Mundo. Rápidamente el nombre de América refiriéndose a Américo Vespucio se impuso en Europa pese a que todos sabían, tanto en Génova, como en Florencia, en Portugal y en España, que Alberico Vespucci no había sido el primero en llegar a estas tierras.
Pese a todos los esfuerzos por “españolizar” o “europeizar” al continente, su gente y sus costumbres, cuando visitamos ciudades y pueblos que han sido cuna de ricas civilizaciones precolombinas encontramos el sentimiento de una gran identidad con la tierra donde viven. Dicha identidad se expresa de distintas maneras, antes que nada, en el respeto y amor hacia la naturaleza que ven como madre (la Pachamama) y como matriz de vida y de cultura, en rituales ancestrales, en instrumentos musicales y música, en danzas, en el amor y el respeto al agua. Los territorios son para los descendientes de los pueblos ancestrales, lugar de pertenencia, de interacción e interrelación, hogar comunitario de todos y donde siguen presentes los espíritus de los ancestros.
Vivencias personales del orgullo identitario de nuestros ancestros
Pude sentir el orgullo de los orígenes ancestrales en la población Kiwcha de Guamote, en la provincia de Chimborazo donde hice el trabajo de campo de mi doctorado. También lo he visto en San Salvador, hablando con nativos que viven en valle Zalcoatitán, que los españoles bautizaron “Valle de las Hamacas” debido a su actividad sísmica, cuando visité proyectos de desarrollo de la cooperación canadiense. Lo vi en la cultura ancestral del pueblo Emberá que tuve el privilegio de visitar, en las profundidades de la selva de Panamá. Lo vi en la ciudad de Caaguazu, en Paraguay, país donde hay 19 Pueblos Indígenas y localidad donde trabajé con mujeres agricultoras. Allí tuve el privilegio de visitar la comunidad Yvy Ku’i Jovái, del distrito de Vaquería.
Finalmente, también lo vi en México, donde viví casi un año luego de mi segundo exilio político cuando dejé Chile, donde su población nativa habla con orgullo de la rica civilización azteca de la cual descienden. Sentí regocijo, asombro y alegría cuando participé a la celebración del Día de los Muertos en Oaxaca, ciudad que visité especialmente para ver cómo se viste la ciudad en esos días (el 1 y 2 de noviembre) y para asistir a algunos rituales. La creencia dice que los muertos vuelven el 2 de noviembre a visitar a sus familias. Por lo cual, en los hogares hacen altares con flores, bebidas y comidas para recibirlos. En las calles, al atardecer, la gente se viste “de muerte”, llevando máscaras de calaveras. Es una celebración festiva, porque la muerte no se ve como algo trágico sino como una etapa de la vida. Como dijo Atawallpa Oviedo en su conferencia (2022): “la vida no puede morir”.
Como escuché en la conferencia sobre los “Apus” dada por miembros del Centro de Estudios Andino Wiracocha y que nos transmitiera el profesor Atawallpa Oviedo, en las montañas habitan seres espirituales que fueron testigos del avasallamiento ocurrido en estas tierras. Ellos están ahí y saben que en algunos años los destructores de la Pachamama serán desenmascarados y que la verdad volverá a iluminar Amerrique. La historia fue adulterada, pero la geografía y la naturaleza son testigos de lo ocurrido. Como dicen las profecías anteriores a la invasión, “habrá un retorno a la luz” (conferencia de Atawalllpa Oviedo, 20 de julio 2022) y la naturaleza superará la destrucción y será restaurada.
El espíritu del jaguar, que en la ontología andina está relacionado al mundo de abajo, así como al agua y al rayo, protegerán a los pueblos y naciones indígenas para que puedan construir un mundo socioeconómico diferente, una nueva civilización. Protegerá la crianza del agua, elemento vital de la vida en el planeta. Tenemos confianza en los poderes ancestrales de los espíritus que habitan los cerros y en la reconfiguración Tawantinsuyana. Dicha reconfiguración reestablecerá el equilibrio y la harmonía que permitirán terminar con los enfrentamientos inter-étnicos, la destrucción de la Pachamama y con la segmentación de los cuatro mundos que complementándose configuran la totalidad de la existencia (Video del Centro de Estudios Andinos Wirachocha; Llamazares, 2006; García Escudero, 2007, Oviedo, conferencia 20 julio 2022). Actualmente ya hay un resurgimiento de la alteridad y podemos entrever que pronto dejaremos atrás los 500 años de obscurantismo.
Por eso, cursos como los que da el diplomado de la Escuela Alteridad de Altos estudios son muy importantes a fin de proveernos de los conocimientos y de las herramientas que serán necesarios para acompañar el gran cambio y preparar a nuestros hijos para los tiempos que vienen.
Cierro este ensayo con un GRAN AGRADECIMIENTO A LA PACHAMAMA, fuente de vida, de saber, de relacionamiento y de cultura
Wiñaypa paktakuna / Juntos por siempre.
BIBLIOGRAFIA
Anton, Danilo J., La mentira del milenio. Piriguazú ediciones, 2000.
Coin Cuenca, Luis Miguel. «Una travesía de 20 días a 2 rumbos que cambió el mundo.» Universidad de Cádiz, 2003.
Durand-Delga, Michel, and Richard Moreau. «Un savant dérangeant : Jules Marcou (1824-1898), géologue français d’Amérique.» Travaux du Comité français d’Histoire de la Géologie 3.tome 8 (1994): p. 55-82.
García Escudero, María del Carmen. «El arco iris en la cosmovisión prehispánica centroandina.», 2007.
Hurlbut, George C. “The origin of the name “America” “. Journal of the American Geographical Society of New York (1888): 183-196.
Incer Barquero, Jaime. «Toponimias indígenas de Nicaragua.» San José: Libro Libre, 1985.
Lacoursière, Jacques, Jean Provencher, and Denis Vaugeois. Canada-Québec : synthèse historique, 1534-2000. Les éditions du Septentrion, 2001.
Llamazares, Ana María, and C. Martínez Sarasola. «Reflejos de la cosmovisión originaria.» Arte indígena y chamanismo en el Noroeste argentino prehispánico (2006): 63-91.
Marcou, Jules. Nouvelles recherches sur l’origine du nom d’Amérique. No. 4661. Société de géographie, Paris, Francia, 1888.
National Geospatial-Intelligence Agency, Bethesda, MD, USA: https://geographic.org/geographic_names/name.php?uni=-1640797&fid=4455&
Oviedo, Atawallpa, Conferencia dada en el marco del Diplomado en Saberes Andinos, Escuela Alteridad, 20 de julio 2022.
Vespucci, Amerigo. El nuevo mundo: cartas relativas a sus viajes y descubrimientos. Editorial Nova, 1911. El libro se puede leer en línea.
Vignaud, Henry. «Americ Vespuce: l’attribution de son nom au Nouveau Monde.» Journal de la Société des américanistes 9 (1912) : 239-299.
NOTA 1: Esta página presenta los datos de nombres geográficos de la Sierra de Amerique en Nicaragua, provistos por la inteligencia militar de los EE. UU. en formato electrónico, incluyendo las coordenadas geográficas y el nombre del lugar en varias formas, caracteres latinos, romanos e indígenas, y su ubicación en la división administrativa de su respectivo país.
Nombre Completo (véase la definición): Sierra de Amerique
FUENTE: Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial, Bethesda, MD, EE. UU.: https://geographic.org/geographic_names/name.php?uni=-1640797&fid=4455&c=nicaragua
12°12’00.0″N 85°19’00.0″O
Serranías Amerrique, Nicaragua
(nuestra traducción)
[2] NOTA 2: En realidad, otras expediciones habían llegado a estas costas antes que Colón y su tripulación. Los vikingos procedentes de Islandia habían llegado a Canadá estableciéndose en Groenlandia alrededor del año 1000 y algunos decenios más tarde establecieron la colonia Vinland en la actual provincia de “Terre Neuve”. Sobre esta teoría encontramos información en: Oleson, Tryggvi J. Early voyages and northern approaches 1000-1632. Vol. 1. McClelland & Stewart, 2016 y también en : Lacoursière, Jacques, Jean Provencher, and Denis Vaugeois. Canada-Québec : synthèse historique, 1534-2000. Les éditions du Septentrion, 2001.