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“Runakuna kana maypi kaskpapash”
Debemos ser gente donde sea que estemos[1]

Escrito presentado para obtener el certificado de haber aprobado el diplomado Filosofías de Abya Yala

Por: Francy Rocío Moncada Sierra
moncada.francy@gmail.com

Sembrar es aquella actividad en la cual se ponen semillas en tierra fértil para que germinen. Esta labor requiere de tiempo, dedicación, cuidado, paciencia, constancia, disciplina, contemplación, asombro, regocijo, respeto y admiración. Todo lo contrario, a lo que supone la experiencia de la sexualidad y la práctica del amor con una perspectiva occidental romántica.

En la dimensión humana de la sexualidad habitan muchas de las instrucciones para la plenitud, la realización espiritual, la conexión con lo sagrado que es la vida misma, si no fuera así, su esencia no estaría restringida para la inmensa mayoría. Las construcciones sociales respecto a esta se reducen al placer efímero, a llenar vacíos, basándola en la irracionalidad de los consumidores, despertando así, la emoción consumista y no el cultivo de la razón (Bauman, 2003).

En el marco de la filosofía Kogui, el cultivo del pensamiento, ese que se teje en momentos de revisión personal, atrapando el silencio, de comunicación con el mundo espiritual mediante el sistema de consulta a los oráculos para la toma de decisiones. En este contexto, la sexualidad va más allá de la copulación, es un proceso de enseñanza-aprendizaje, es la posibilidad de auto espionaje, de escuchar, de recibir consejo de los mamos[2] con el propósito de vivir en armonía y en equilibrio, es el camino al infinito.

Las personas requieren conocer las necesidades del espíritu, este reconocimiento es lo que impulsa nuestro despertar espiritual, lo que nos lleva al amor, bell hooks (2021). Sin embargo, el capitalismo es incompatible con el principio del amor, Fromm (1956). La moderna razón líquida ve opresión en los compromisos duraderos; los vínculos durables despiertan su sospecha de una dependencia paralizante (…), (Bauman, 2003). La religiosidad al mercado, a la publicidad, a la productividad, a la competitividad está llevando a gran parte de la humanidad a un sin sentido del existir, los lazos se desechan, los afectos pasan, nada sirve, solo se cosecha basura, obsolescencia.

Frente a esta concepción colonial de relacionarse, la ontología Kogui[3] conserva elementos esenciales para comprender ¿qué y cómo se es gente?, ¿cómo se vive con otros? Su postura ética, política y estética, de sembrar gente es revolucionaria en estos tiempos, ya que exhorta a encontrar el coraje para amar/se. El pensamiento Kogui considera que el amor no se encuentra en las cosas ya hechas, sino que radica en el trabajo constante de la voluntad, en la fuerza, en las decisiones y en las acciones guiadas.

Sembrar gente significa honrar la vida, y la vida para la filosofía Inca es convivencia, coexistencia, todo hace parte de un tejido relacional, el asilamiento es incompletitud y pobreza.[4]. Según, Bolom entender la vida, desde los pueblos originarios, es saber ver, abrir los ojos y el corazón, implica estar atento a los acontecimientos comunitarios[5].

Es así como, sembrar gente supone nacer, crecer, desarrollarse y enraizarse en la comunidad. En palabras de mujeres parteras chocoanas: ombligarse a la tierra[6] y florecer no solo como individuo, sino como parte integral de un todo. Encarna la responsabilidad colectiva, al respecto Bolom, expone “la mirada desde lo colectivo es importante y tan elemental que el mundo tsotsil está anclado desde Ants-Vinik ‘la pareja humana’, no el yo individual. Aquí, la identidad se construye en y a través de la complementariedad nup-chi’il y la búsqueda del dinamismo acompañado con la palabra, con el pensar desde el corazón”, 2019.  

Sembrar gente es tejer relaciones dignas para lo cual es trascendental no dormirse en la cotidianidad, desarrollar la capacidad de auto vigilancia, porque “el amor exige un proceso de revisión de la historia personal”[7]. Allí seguro se encontrarán formas para perdonar, orientar, sostener los vínculos a pesar de las adversidades; y para, confrontar los miedos que impiden crecer en comunidad. La filosofía Kogui es una invitación a revisar y deconstruir imaginarios sobre las relaciones humanas que han estado presentes en la perspectiva neoliberal. Es una propuesta esperanzadora para pensar, construir, crear y recrear ideas, relatos, experiencias y narrativas otras, sobre la sexualidad y el amor, aprehendiéndolos como cuidado, territorio y resistencia.

Referencias

GUTIÉRREZ, ALEJANDRA, “En el ombligo de toda cosa les echan”: ombligada y parteras en las poblaciones negras del medio Atrato, 2013

BAUMAN, ZYGMUNT, Amor líquido, 2003

Bell-holks, Todo Sobre el Amor, 2021

BOLOM, MANUEL, Chanubtasel-p’ijubtasel. Reflexión filosófica de los pueblos originarios, 2019

FROMM, ERICH, El Arte de Amar, 1956


[1] Traducción al Castellano del idioma Kichua

[2] Abuelos, mayores, guías espirituales para los Kogui

[3] No es la única, en las 12 filosofías compartidas en el Diplomado se defienden la vida, los afectos y la comunidad.

[4] Saber compartido por el filósofo Zenón Depaz, en el diplomado.

[5] Saber compartido por Manuel Bolom Pala, en el diplomado.

[6] La ombligada es una práctica que tiene como escenario un momento biológico, es decir el desprendimiento del cordón umbilical del recién nacido y que busca dotar de determinadas características del mundo natural y cultural al nuevo ser para que pueda desenvolverse con cierta facilidad en situaciones propias de su vida en la comunidad; todo esto en coherencia con las particularidades culturales y sociales de cada comunidad. Alejandra Gutiérrez. 

[7]Antonio Ulchavita refiriéndose al aspecto ontológico de la filosofía Kogui.

Por Alteridad

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