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Ensayo presentado para obtener el certificado de haber aprobado el diplomado Filosofías de Abya Yala

María Flores Gutiérrez
maria.flores@unsch.edu.pe

Frente a la concepción eurocentrista que afirma que filosofía es producto únicamente  de la cultura occidental, una concepción que absolutiza solo una forma de pensar (la eurocéntrica) y como afirma Dina Piciotti pretende “convertir un logos en el logos” (1990:14), fomentando así el monoculturalismo, la superculturalidad, la injusticia epistémica o el racismo epistemológico expuesto por Díaz, 2019, surgen posturas filosóficas que descentran la reflexión filosófica y proponen desfilosofar la filosofía (Fornet-Betancourt, 2001), porque el quehacer humano que recibió el nombre de filosofía en Grecia es una potencialidad humana que  fue y es cultivada en todas las culturas del mundo si abordan los tres campos que le concierne en esencia a la filosofía, la ontología, la gnoseología y la ética, problemas que no están ausentes en las filosofías de Abya Yala.

A partir de las últimas décadas del siglo XX se observa el resurgimiento y la visibilización de las racionalidades consideradas “periféricas”, es el caso de la filosofías de Abya Yala que han despertado y despierta el interés de académicos  porque sus concepciones y prácticas después de más 500 años de ser descalificados, subalternizados, marginados e invisibilizados,  por ser catalogados como una cosmovisión mágico y mito-religiosa que conlleva a la idolatría, al chamanismo, al curanderismo como afirma Juan Carlos Sánchez, exponente de la filosofía Zapoteca; desconociendo así su carácter racional que se caracteriza por su estructura lógica de causa y efecto, por sus principios como la relacionalidad, la complementariedad, la correspondencia y la reciprocidad (Esterman, 1989) y sus principios de causalidad e imputabilidad (Flores, 2024) que rigen sus relaciones en sentido holístico; empieza a lograr visibilidad en los diferentes espacios académicos y políticos, situación que demanda la recuperación, la reapropiación y reelaboración de estos saberes milenarios.

Esta racionalidad no obstante de haber sido desvalorizada no renunció a sus expresiones culturales, a sus raíces y horizontes, por ello, en este contexto de crisis global, multidimensional, asimétrica y articulada empieza a cobrar presencia en el debate académico y político como una alternativa a ese proyecto depredador y saqueador que destruye a la naturaleza humana y no humana, porque defiende y fundamenta la preservación de toda forma de vida, la relación armónica entre la naturaleza y los seres humanos y entre ellos entendida como allin kawsay (vivir bien andino) (Flores, 2019).

Esta racionalidad menospreciada, estas voces silenciadas y estos rostros invisibilizados que adquieren cada vez mayor presencia en los diversos espacios, exigen su inclusión en los procesos de construcción de sociedades más solidarias y justas donde la vida y no la sobrevivencia sea una realidad y no solo una posibilidad, porque a través de sus principios como Kuyachikuy (hacerse querer), Uywanakuy (crianza mutua), Pay kaspay, pay kaptiy (empatía),  Allin kamachikuy (buen gobierno), El yanapay (ayuda voluntaria e incondicional), El ayni (reciprocidad) y otros principios andinos que resisten a la agresión neoliberal contribuyen a la construcción de un pluriverso “un mundo en el que quepan todos los mundos” como dijeran los zapatistas.

Las Filosofías de Abya Yala, como la Zapoteca, la Muisca, la Chibcha, la Andina, la Aymara, la Nawatl, la Kogi, la Maya, la Mapuche y otras; conservan sus concepciones ontológicas, gnoseológicas, éticas y políticas que empiezan a «cobrar vigencia y se convierten en una guía, una luz, un referente no solo para Abya Yala sino para el mundo, en una esperanza como dijera (Atawallpa Oviedo, 2024). Porque su concepción holística, interdependiente y complementaria del mundo que caracteriza a estos saberes milenarios induce al respeto, cuidado y protección con la naturaleza, ya que se consideran parte de ella, porque su génesis está en ella.

La filosofía zapoteca concibe que la oscuridad (xi-quèla) es una energía que da origen a todo, es una fuerza autogenerativa porque nadie lo hizo ni le dio forma, que ella misma es espacio y tiempo, el principio de donde emerge todo, primera fuerza que da origen a todo: luz, fuego, sol, luna, agua, etc. Para la filosofía muisca el origen de todas las cosas está en el agua, la laguna es el lugar de donde emerge la vida, por eso los muiscas se consideran hijos del agua; la filosofía nawatl concibe que el origen del universo está en una Fuerza Universal Generadora, el Ipalnemouani que es el dador de vida que tuvo cuatro hijos: el agua, aire, tierra y fuego que son producto del desdoblamiento de Ipalnemouani.

La concepción de un arché material también está en la filosofía mapuche, afirman que la tierra era una casa grande donde vivía un matrimonio con varios hijos, Küyen (Luna), Antü (Sol), Cherufe un ser con aspecto animal y che la persona, que inicialmente estaban en conflictos y como no les fue bien acordaron no pelear más y trabajar en los que les corresponde, esta explicación no solo es ontológica también es ética. Por otro lado, la filosofía nawatl habla de dos fuerzas cósmicas la Quetzalcóatl que representa al arte y la vida, y la otra fuerza es Tezcatlipoca que representa a la guerra; dos fuerzas causantes de todo cuanto sucede en el universo, la tierra y en la vida de los hombres, y que estas dos fuerzas se hallan en combate, a partir de esta explicación los nawatl conciben que nada está estático.

 Debe ser por esta concepción naturalista o materialista que los originarios de Abya Yala conciben que la existencia y bienestar de todos los entes animados e inanimados dependen del bienestar de la naturaleza. Por ello, como afirmó el exponente de la filosofía Chibcha “hay que dar a la tierra lo que ella nos da, respetarla y agradecerla” o como manifestó el exponente de la filosofía mapuche “somos parte de la tierra, debemos cuidarla, mantenerla y resguardarla para seguir existiendo, no somos dueños de ella, en el territorio nacimos y en ella nos vamos a quedar”. Este cuidado y agradecimiento, también, es una práctica constante en los mayas a través de las ofrendas; por esta concepción subjetiva de la naturaleza que, también, es expuesta por el representante de la filosofía aymara, se concibe a la naturaleza un ser vivo que experimenta los mismos sentimientos que los seres humanos, los mismos comportamientos. Pues, como afirma Zenón Depaz “La naturaleza también tiene la condición de persona, forman familias y comunidades, por tanto, la relación entre el ser humano y la naturaleza es de responsabilidad y cuidado”

 En el mundo andino, el respeto y el cuidado a la Madre Tierra no es solo a través de las ofrendas y los rituales, sino también es a través de la ejecución de técnicas ancestrales como el multicultivo, la asociación y rotación de cultivos, siembra y cosecha de agua, y otras que evidencian la relación horizontal y complementaria entre el ser humano y la naturaleza, características de las filosofías de Abya yala que contribuyen a contrarrestar la crisis global para que el vivir en este mundo no sea una constante invitación al dolor y la muerte.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA

Esterman, J. (1989). Filosofía Andina. Estudio intercultural de la sabiduría autóctona andina. Ediciones Abya-Yala.

Flores, M. (2019). Filosofía intercultural y el allin kawsay (vivir bien andino) en el diálogo de razones. Editorial San Marcos

Flores, M. (2024). Filosofía andina. El humanismo antropológico. Fondo Editorial de la Universidad Nacional Autónoma de Huanta.

Fornet-Betancourt, R. (2001). Transformación Intercultural de la filosofía.  Editorial Descleé de Brouwer.

Diaz, M. (2019). Colonialidad política, racismo epistémico y occidentalocentrismo. En Martín Díaz. Carlos Pescader y Alejandro Rosillo (Coords). Geopolìtica de los saberes hegemónicos. Estudios críticos para desandar el eurocentrismo (pp. 15-37). Centro de Estudios Jurídicos y Sociales Mispat, Universidad Autónoma de San Luis de Potosi

Picoti, D. (1990). El descubrimiento de América y la otredad de las culturas.   Rundi Nuskin.

Por Alteridad

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