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El presente trabajo escrito por Rodolfo Alberto Ordaz Hernández es la parte final del Diplomado sobre Filosofía de Abya Yala coordinado por el Dr. Atawallpa Oviedo Freire de la Escuela Alteridad de Altos Estudios.
Es casi imposible hacer una referencia al pensamiento indígena presente, sin hablar de la ciudad, es sorprendente que Rodolfo Kusch pudiera verlo. La historia vegetal de nuestros pueblos, ya no es posible entenderla sin las dinámicas que las ciudades modernas-neoliberales están desatando, decimos sobre la vida en todas sus formas, perceptiblemente más enconada en la crisis ambiental.
El fascismo es visible en estos momentos en el Oaxaca neoliberal. La realidad territorial de nuestros pueblos indígenas, de las crisis que nos aquejan, son producto de un mundo que no entendemos y donde existe una ruptura cultural profunda. Esto me trajo al estudio del pensamiento, su acción y forma. Al asimilar una existencia posible desde el aquí que somos, la Escuela Alteridad me ayudó, entendiendo la inmensidad filosófica de los pueblos de Abya Yala y así reconocer la nuestra, zapoteca, pero que por alguna razón olvidamos en el camino, con ese principio del que Kush parte, lo vegetal, drama profundo de la ontología de nuestras realidades, así entendí mejor nuestras posibilidades culturales en un mundo que se revoluciona constantemente.
La filosofía americana es holística, comprendiendo que lo natural es parte central de nuestra vida indígena, no desde la instrumentalización de su uso como recurso natural, sino desde una trama intensa y difícil, en la cual el ser indígena se ve reflejado internamente en el paisaje que lo rodea. Rastrear las pistas de esa filosofía vegetal es algo que parece superfluo, pero al entender su principio básico se desenvuelve la posibilidad emancipatoria, porque solo así nuestras comunidades volverán a ser ellas mismas.
Desde nuestra mirada ficticia, la de las ciudades, el colectivo indígena nos parece inexplicable, en los casos más extremos, nos parecen racializados. El colonialismo sigue ocultando la realidad natural de la existencia común, y que solo es sostenible a partir del trabajo comunitario, el acuerdo, el consenso. Sí, hablamos desde la crisis social y política, que no deja reconocernos como colectivo, dividiéndonos en el conflicto, donde la que más padece es la Pachamama. Sabemos que las comunidades indígenas mantuvieron una relación de equilibrio natural durante milenios, el capitalismo vino a romper esa armonía.
No es casual que los grandes problemas han detonado en las ciudades, donde los procesos de acumulación-despojo, explotación y usurpación sobre la tierra son graves, por el crecimiento urbano que extrae sin medida recursos naturales para sostenerse. Lo mismo sucede en cada rincón de Abya Yala, los conflictos aparecen como ocurrió en los Altos de Bolivia en 2005. Son las crisis las que posicionaron a las izquierdas en el poder político, pero las comunidades indígenas son las que siguen siendo colonizadas. Cada territorio está viviendo el desarrollismo de la política neoliberal con sus consecuencias, desde el aquí zapoteca no entenderemos lo tenido si no miramos los padecimientos de otros pueblos que son como el nuestro. Allá en Bolivia pedían regresar el agua al control social del Estado-Nación hace 20 años, aquí nos convencen de empezar a venderla.
La epistemología indígena
¿Por qué ahora estamos dispuestos a cambiar el rumbo natural de nuestros territorios? En nuestros pueblos inundados de basura y contaminación, tomar acuerdos se nos ha vuelto complicado, no así el consumo desmedido de productos desechables. Es imposible no aceptar que algo pasó con nuestro ser indígena. La ambivalencia de esta dicotomía es constante, dándose la renuencia en aceptar que tenemos la capacidad de solucionar los problemas del colonialismo comercial. Nuestro ser vegetal no se ha ido, pero es cada vez más incierto.
Para poder sanar es necesario conocernos a nosotros mismos. Hay variadas epistemologías que han querido generar ese conocimiento. Desde cómo se adquiere y la forma en que se da, la metodología occidental ha dominado. El maestro Abdón Zárate habla de una epistemología andina, que hoy se vuelve urgente para la cultura zapoteca: plantearnos una metodología que de un abordaje teórico y categórico para nuestra realidad, produciendo un conocimiento auténtico que sea respetado-ordenado.
Algo que recalca la filosofía Abya Yala, es sentipensar que el equilibrio con la naturaleza se debe realizar en comunidad, en todos los aspectos de la vida individual y colectiva, las grandes ciudades han renunciado a ese principio, es por eso que el valle Zapoteca de Oaxaca se encuentra en una gran crisis ambiental, donde lo vegetal se hace presente como una inconformidad social sin salida.
El ser zapoteca padece porque no encuentra respuestas. En la educación que recibimos pasó algo sustancial, mermó la esencia profunda del entendimiento de lo que hemos sido y lo que ha pasado. Por eso las propuestas comunales de educación vienen a plantear un horizonte vitalizador, desde la cultura de defensa del territorio y el derecho fundamental del acceso a la educación emancipatoria que nos ha sido negada. Trabajar desde el pensamiento, como lo hacen los Koguis, es primordial para un futuro humanitario. Sin embargo, vemos como se menosprecia el estudio filosófico, como está sucediendo en México y Ecuador, que han ido recortando la filosofía como materia medio superior y carrera profesional en los planes educativos del Estado-Nación, respectivamente. Por eso las escuelas autogestivas y en resistencia representan opciones viables para el fortalecimiento comunitario.
Estamos pasando por un momento difícil, los extractivismos han llegado hasta la cultura, la necesidad de la ciudad se acrecienta desmedidamente, todos los ciudadanos piden agua desde una visión vegetal que se aleja, donde el bosque, lo que rodea y alimenta la urbe queda en segundo plano, la naturaleza importa solamente en tanto pozo de lixiviados y oro verde-azul.
Replantear la educación popular nos lleva a la filosofía, y consecuentemente a la espiritualidad, ahí están los pilares fuertes de la recuperación cultural, más allá del conflicto y el problema.
Son muchas las herramientas que los pueblos indígenas pueden usar, para que el conocimiento sea una formación colectiva, que lleve al acuerdo mutuo. La obra de Carlos Marx puede ser muy útil si hacemos una lectura filosófica de sus textos, por ejemplo, retomando la crítica que hace al dinero y sus funciones sociales opresivas. Ese camino de sabiduría puede valerse de muchos conocimientos, pero sin prescindir de la fuente real que nos hace ser en estos territorios: la vida originaria, la lengua y el trabajo colectivo. Se pueden ir recuperando muchas enseñanzas que hay desde la antigüedad, desde las figuras Aymaras de intelectualidad hasta los Calpullis de los aztecas, donde se moldeaba la integración de la persona a la comunidad. Podemos hacer de esa labor un auténtico Tlacahuapahualiztli: “arte de criar y educar”.
Tequio Colectivo Zapoteca
Nuestra vida zapoteca está en una dualidad de luz y oscuridad, buscar un aspecto unitario nos haría avanzar en la espiritualidad, ese es el drama interior de nuestros pueblos, que están marcados por luchas intestinas desde los tiempos precolombinos.
El tequio nos habla de estar unidos constantemente, de que las cosas no deben dividir al ser comunitario. Lamentablemente esa fuerza colectiva es usurpada-explotada por el Estado. El poder electoral establecido también extrae fuerza de la comunidad, para sus intereses hegemónicos, y ¿dónde queda lo zapoteco? Fragmentado administrativamente.
Nuestros pueblos están viviendo divisiones sociales profundas por los intereses económicos. Hasta el aliento se ha vuelto negocio en las tierras rentadas para las eólicas, así también la luz con los parques enormes para celdas solares.
Es petao el que mantiene la armonía de todo, su principio está en la oscuridad. Nuestro cielo está triste y brumoso, ahora tenemos que buscar respuestas en el chiquéla y en el xiquelanáca, el ser primordial, ser el ser de dios.
Somos la oscuridad, seguimos buscando muchas respuestas dentro nuestro, entre zapotecas. Mirando otras filosofías Abya Yala ha sido más fácil autoreconocernos, así ver cómo han sido-son nuestros tiempos, la vida que llevamos, eso que llaman cultura. Con el estudio de las filosofías de América podemos entender que esa trinidad en movimiento no prescinde del paisaje, ella misma es su fuente psicológica.