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Por Carina Espinoza Banda
En el mundo actual postmoderno en el que se han estudiado y descrito en artículos y estudios avalados por la academia occidental tanto enfermedades como tratamientos para las mismas; más sin embargo no se ha encontrado alivio o sanación para muchos de los males que aquejan a la mujeres; los saberes ancestrales son más valiosos que nunca y nos brindan alternativas para la medicina alopática que no ha alcanzado a entender que no siempre los síntomas y signos se deben a enfermedades físicas y que los tratamientos estudiados el fisiologías masculinas no son aplicables tal cual en mujeres.
La feminidad dentro de la consmovivencia andina lejos de ser vista como un complemento es parte fundamental de la integridad, es así que todos los individuos poseemos energía femenina independientemente del fenotipo sexual que tengamos. La energía femenina radica en nuestro poder de creación que nace desde el útero, no contemplado como el órgano en sí, sino como la energía creadora que todos los seres poseemos, ya sea de vida a través de la unión del esperma masculino con el ovulo femenino, mismo que para estar listo para la fecundación atraviesa por múltiples fases influenciadas por las hormonas femeninas que a su vez determinan la predisposición de la mujer en los diferentes campos de desarrollo; o la creación de proyectos que se han albergado al igual que el producto de una fecundación en el útero para desarrollarse, crecer y finalmente ver la luz como un hijo o hija que serán maternados por quien los ha parido. A demás desde el útero surge la potencia creadora de nuestra voz, el símil entre el cérvix uterino y el cuello no es mera casualidad estas partes de nuestro cuerpo son las encargadas de canalizar hacia el exterior en el primer caso el producto del embarazo y en el segundo las palabras gestadas en la garganta a través de las cuerdas vocales, en todos los casos producto de la creación generada en nuestro útero sea este último físico o energético.
Es de gran importancia al ser nuestro útero un contenedor de energía y un creador de vida que sepamos cuidarlo, limpiarlo y mantenerlo saludable no solamente evitando infecciones o haciendo los chequeos ginecológica mandatorios, debemos también practicar limpiezas energéticas, cuidados con vaporizaciones o lavados con plantas dependiendo del síntoma y el momento del ciclo en el que nos encontremos, de igual manera es muy importante protegerse con fajas por ejemplo para evitar las energías bajas que podrían acercarse nuestro vientre.
La energía femenina también se puede encontrar en los espíritus de las plantas, así podemos hablar de plantas femeninas y plantas masculinas, muchas de las cuales nos brindan su sabiduría para la prevención, alivio de síntomas y hasta curación de enfermedades tanto generales como también en el campo ginecológico, además nos ayudan en las diferentes etapas de la gestación pudiendo acompañarnos en las diferentes fases de la vida de la mujer como la menarquia, preconcepción, durante el embarazo, el puerperio y la lactancia y la menopausia.
La sabiduría femenina es un legado de nuestras ancestras que se ha transmitido de generación en generación y afortunadamente hoy llega a nosotras a través de sabias maestras que nos brindan sus conocimientos con la esperanza de que no desaparezcan y puedan ayudar y enriquecer la vida de las generaciones venideras, tales como el arte de la partería que lejos de estar disociada de la medicina alopática la enriquece con sus maneras más humanistas de acercarse a la madre y la cría fortaleciendo el apego entre estos, la familia y la comunidad corroborando que el maternar es un acto colectivo en el que los diferentes actores de la colectividad juegan un papel importante al dar soporte a quien materna.
Parte de la sabiduría femenina radica en el saber reconocernos, para esto es importante identificar los diferentes arquetipos que conviven en nuestro subconsciente y así identificar las necesidades que tenemos como mujeres y saber apañarlas en el camino hacia una vida más plena, también es importante hermanar las fases hormonales con todos los cambios que implican en la funcionalidad de nuestro cuerpo físico, así como en nuestra psiquis.
El ritmo de vida actual nos exige desconectarnos de nuestra naturaleza para cumplir con la llamada productividad, normativa en el capitalismo salvaje diseñado por hombre y para hombres, lo que ha ocasionado que cada vez más mujeres pierdan la conexión con la madre natura y con su propia cuerpa, dejando de lado la ciclicidad propia de la feminidad y las notables diferencias en los procesos metabólicos regidos por los altibajos hormonales propios de su naturaleza cíclica que forma parte de los grandes ritmos del universo.
La normativa actual se ha obstinado en negar la ciclicidad, en avergonzar a las mujeres por su fisiología, con una actitud punitiva frente a la menstruación y los cambios que esta determina en la ¨funcionalidad¨ de las mujeres en este mundo cada vez más competitivo y desconectado. El conocer, identificar y amar nuestra naturaleza cíclica nos lleva a vivir con mayor armonía, a expandir el amor y transmitir este conocimiento a nuestras descendientes con la esperanza de que la sociedad transmute hacia un porvenir mejor, dejando de lado los prejuicios y contemplando en su organización las diferencias entre la fisiología femenina y masculina para así lograr una inclusión verdadera.
Los saberes femeninos son una energía poderosa que se transmite de generación en generación contenidos en el ADN mitocondrial, herencia del linaje femenino, guarda información de la vivencia de nuestras ancestras, de sus experiencias, traumas, mismas que pueden afectar nuestra vida trayéndonos sufrimiento, enfermedades físicas, mentales, cargas emocionales y espirituales que no llegamos a comprender sino hasta que identificamos las lealtades que nos aferran a dolores que nuestros ancestros no lograron sanar. Con este fin existen técnicas como las constelaciones familiares entre otras que pueden ayudarnos a reconocer las lealtades familiares que podríamos estar arrastrando y que a su vez condicionaría nuestra vida y la manera en que miramos los acontecimientos que forman parte de la misma, llevándonos a tener una perspectiva sesgada de la realidad y reaccionando de manera inadecuada ante las circunstancias que se pudieran presentar, a veces sin siquiera entender el por qué.
En un mundo gobernado por la mentira y las falsas apariencias el único consuelo y salvación es conocer nuestra verdad, abrazarla y honrar nuestro camino amando nuestra realidad, aceptarla tal y como es, es el primer paso para transformarla en lo que nuestro espíritu anhela.
Durante el diplomado hemos compartido saberes, experiencias personales que nos han enriquecido y ayudado a reconocernos y encontrarnos con nuestro femenino y agradecer por la grandeza del mismo, ha sido un transitar por el darse cuenta de que cada una de nosotras lleva a su sanadora, cada una de nosotras es la medicina.
Todo lo que nos rodea es parte del gran sueño del padre y tiene un papel en nuestro caminar, en este sentido todo lo compartido durante el diplomado ha sido un impulso para abrir nuestra mente y despertar nuestro sentir, para ver con los ojos del alma la verdad que no es única sino múltiple y personal que depende de nuestro nivel de conciencia para interpretar lo que se nos presenta, aceptar con amor cada una de las experiencias, integrarlas y crecer con las enseñanzas que nos brindan.
Es mi intención dejar plasmado en estas palabras el gran orgullo y agradecimiento para con todos los maestros y las compañeras que participaron en el diplomado. Me quedo con grandes impresiones de las maestras que compartieron sus conocimientos y nos ayudaron a entender y aceptar lo hermoso de la feminidad y la fortaleza que en ella radica, la sutileza y delicadeza que lejos de ser debilidad marcan convicción y pasión.
A demás quiero ratificar mi orgullo por ser parte de la Escuela Alteridad y por ser esta Escuela la promotora de este tipo de formaciones que enriquecen el conocimiento, promueven el reconocimiento de la identidad andino-amazónica y enaltecen el valor de los saberes, tradiciones y costumbres ancestrales, dándoles un lugar ya no artesanal como se venía haciendo restándoles seriedad e importancia sino de una manera más formal acorde a las exigencias académicas pero sin dejar de lado la calidez humana y la hermandad que caracterizan a las personas de Abya Yala.
Un abrazo fraterno