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CORRELACIÓN COMUNIDAD – MADRE TIERRA
Martín Aguilar Flores[1]
Resumen
Este artículo, que tiene un perfil de aproximación, busca contribuir a la comprensión de una problemática implícita que subyace en el contraste de dos formas de explicar la relación entre la sociedad y la naturaleza, esto es, desde el paradigma cultural occidental y desde el paradigma cultural andino. El modelo cultural occidental moderno, hegemónico y dominante, ha ido creando y recreando históricamente categorías gnoseológicas y/o epistemológicas que conducen a comprender la relación hombre – naturaleza, identificando como sujeto – objeto. Esta construcción epistemológica de la civilización occidental, ha contribuido también a los efectos catastróficas que sufre la naturaleza cada vez creciente que, como objeto inerte, es materia de manipulación irracional. El modelo cultural andino ancestral, se mueve en su manera de comprender la relación entre runa/jaqi (comunidad) – Madre Tierra (Pachamama) como reciprocidad entre iguales, sujeto – sujeto. Consiguientemente, esta construcción epistemológica andina, anula toda jerarquía, sometimiento y explotación de la Madre Tierra por ser parte de un mundo de iguales, por tanto, aquí circula el dar y recibir, el recibir y dar mediado por la práctica ritual. La revisión documental bibliográfica ha sido el procedimiento para abordar, analizar y concretar resultados encontrados como los expuestos aquí de modo sintético
Palabras claves: Sociedad – naturaleza / comunidad – Madre Tierra / paradigma occidental / paradigma andino / sujeto – objeto / sujeto – sujeto
Introducción
En el contraste de los modos de pensar generados históricamente por dos grandes horizontes civilizatorios sobre las formas de intervenir su entorno natural, subyacen particularidades propias, diferenciales, hasta de oposición entre ambas. Por un lado, el modelo de civilización cultural occidental, que ha creado y recrea una relación hombre – naturaleza de dominio, por otro, el modelo de civilización cultural andino que recrea, ancestralmente, una correlación recíproca entre comunidad y Madre Tierra.
El asunto problemático viene de un lado, con una relación vertical jerárquica de control, sometimiento y explotación no racional que violenta y desgarra a la naturaleza (Madre Tierra) con los adelantos técnico-tecnológicos desarrollados por la civilización occidental capitalista que son de fuerza y violencia. La reflexión crítica está determinada por esta problemática en corresponsabilidad y apoyo de la ancestral relación mutua runa/jaqi (comunidad) y Pachamama (Tierra Madre) sustentada ancestralmente por la civilización andina. En este marco, el análisis de comparación y diferenciación de características epistemológicas, de uno y otro paradigma, encuentra sustento en visiones de autores con interés sobre la cuestión controvertible.
El seguimiento de la revisión bibliográfica ha permitido aproximarnos al objetivo que es, resaltar las particularidades que envuelven a uno y otro modelo de relación con la naturaleza, develando las posturas de colonialismo y colonialidad que subyace en uno de los ellos. Para tal efecto, el procedimiento metodológico ha condicionado el uso y manejo de determinadas fichas, concentrando en ellas, información relevante de interés concordante al propósito de este trabajo.
El devenir insurgente contemporáneo de la comunidad ancestral
La insurgencia de los movimientos comunitarios indígenas campesinos y otros sectores sociales emergentes en la historia, invisibilizada e impensada en el siglo XX por la filosofía política y la política clásica de occidente, según de Sousa Santos (2010), “… no fue prevista por la teoría crítica eurocéntrica” (p. 26). En la actualidad queda visibilizada en el horizonte histórico un posicionamiento de interpelación de los pueblos originarios sobre los males de carácter civilizatorio occidental contemporáneo del capitalismo, entre estos, la ruptura y separación del ser humano de su entorno natural que crea un estado de enajenación diferencial entre sociedad y naturaleza. Y en ámbitos más específicos, la censura al conocimiento mono-cultural eurocéntrico hegemónico enraizada en diferentes ámbitos de la ciencia naturales, sociales y de la filosofía, sobre la distinción ser humano y entorno natural, esto es, la diferencia entre sociedad y naturaleza como verdad única de carácter universal.
En el escenario de las confrontaciones político-socio-económicas de gran parte del siglo XX, tuvieron protagonismo, como concepción ideológica predominante, la lucha de clases, por la presencia del pensamiento marxista; en tanto que las luchas étnicas pasaron desapercibidas o rechazadas por posturas políticas y sindicales de menosprecio ahistórico. Sin embargo, en países estructurados de forma colonial y en determinadas circunstancias históricas, las luchas étnicas eclipsan las luchas de clases como empieza a manifestarse paulatinamente a fines del siglo anterior, en particular en el escenario boliviano y el 2000 con la rebelión indígena que subordina a la lucha de clases (Patzi, 2005: 197), hecho que se prolonga hasta el presente teniendo como protagonistas a los pueblos indígena originarios.
Del estado de resistencia acumulada y prolongada por largo tiempo, se pasa a un estado de implosión insurreccional indígena que remueve los cimientos de las distintas formas de colonialismo y colonialidad enraizadas en las estructuras históricas, económicas, políticas, sociales, culturales y educativas de la República colonial. No es casualidad la emergencia de la comunidad ancestral que en su desenvolvimiento histórico discurra ganando presencia protagónica contemporánea en el seno de la sociedad occidental capitalista históricamente posicionada
Breves antecedentes históricos.
Antecedentes de carácter social, científico y filosófico occidental marcan los posteriores impactos adversos sobre el ser humano y la expoliación degradante de la naturaleza como “colonialidad de la naturaleza”, sin otro similar grado tal de sometimiento despiadado a la Madre Tierra alcanzado por el capitalismo en el devenir de la humanidad.
La nueva clase social en formación como la burguesía, a fines de la Edad Media, paulatinamente va dejando de lado el teocentrismo y volcando su interés por la naturaleza a partir de un antropocentrismo emergente junto a la modernidad. Engels (s.f.) manifiesta que la burguesía necesitaba de una ciencia que estudie las propiedades de los cuerpos físicos y el funcionamiento de las fuerzas naturales. Ésta urgente necesidad de carácter científico, dejó de lado otras formas de conocimiento ancestral que no se ajustara a las exigencias de la “razón” como de los labriegos de la tierra que formaban “comunidades” con características diferentes a lo que vendría a ser después la “sociedad moderna”. Retornaba así y con más contundencia “el reino de la razón”, encarnado esta vez por la burguesía descalificando al mito como otra manera de interpretar la realidad por las comunidades ancestrales. Según Federico Engels (s.f.):
Todas las formas anteriores de sociedad y de Estado, todas las ideas tradicionales, fueron arrinconadas en el desván como irracionales; hasta allí, el mundo se había dejado gobernar por puros prejuicios; todo el pasado no merecía más que conmiseración y desprecio. (p. 32)
La hegemonía de la razón será el antecedente que abre el camino a transitar por las ciencias naturales que, en su afán de conocer los procesos físico-naturales, simultáneamente abstraen que la naturaleza es, sin más, un mero objeto, susceptible de manipulación por las ciencias y el hombre
La burguesía desarrollará preferentemente las ciencias naturales como núcleo orientador de conocimientos para las ciencias sociales y la filosofía. Así, el positivismo hace de la naturaleza una realidad objetivamente dada como cosa y objeto a disposición del hombre. Dos siglos antes, en percepción de Bacon, la naturaleza ya sufría una configuración conceptual de dominación y control que, a la vez, al inicio del prefacio de su Novun Organum, declara: “Aquellos que se han atrevido a hablar dogmáticamente de la naturaleza como un sujeto explorado (…) han ocasionado un perjuicio muy grande a la filosofía y a las ciencias” (2013: 35). A principios de la Edad Moderna, ya era un contrasentido atribuir a la naturaleza características esenciales de sujeto; ella, cada vez es más reducida a cosa y objeto. Tal concepción, es transversal al mundo contemporáneo, que deviene en categoría gnoseológica y/o epistemológica: el objeto, contrapuesto al ser humano, sujeto. Consiguientemente, esta visión será dominante en el desarrollo de la humanidad como concepción científico-filosófica occidental que separa y opone sociedad – naturaleza, naturaleza – sociedad. “Y esto es así porque Occidente es el creador del objeto” (Kusch, 1999: 158)
Paradigma occidental: relación sociedad – naturaleza
Entre la catástrofe multidimensional creciente del planeta y de toda forma de vida, hay una conexión con la economía mundial capitalista. Si las sociedades modernas occidentales se autodefinen por la economía priorizando por encima de todo el capital que deviene en una acumulación y ganancia sin límite; entonces, no existe motivo para no llegar a tal grado de explotación de la naturaleza y de la fuerza de trabajo humano (trabajador). Solo el capitalismo enajena a la naturaleza y al hombre, a la una, de su condición natural, al otro, de su condición humana. No de por sí los ritmos y ciclos ecológico del planeta, se han visto alterados en su equilibrio natural ocasionado por la manipulación irracional de la racionalidad acumulativa del capital.
El calentamiento global, los cambios climáticos, los desequilibrios ecológicos, las contaminaciones y poluciones, la pérdida de la biodiversidad genética en la flora y fauna y, sobre todo, la amenaza a toda forma de vida, son consecuencias de la racionalidad económica civilizatoria de Occidente. El colapso que soporta la Madre Tierra y las formas de vida del planeta, tiene también su fundamento en ciertos presupuestos de una “ciencia colonial”, constituidos histórica y filosóficamente en la gnoseología y/o epistemología de Occidente: SUJETO – OBJETO; el hombre = sujeto, la naturaleza = objeto. El objeto susceptible de manipulación y explotación irracional sin control bajo una relación jerárquica de sometimiento. Según Hessen (s/a), la conciencia y el objeto, se hallan frente a frente en el conocimiento, es decir, el sujeto y el objeto y, el conocimiento constituye la relación entre estos dos miembros que permanecen en ella eternamente separados el uno del otro; ser sujeto es completamente distinto de ser objeto. Dos categorías, sujeto y objeto, constitutivos imprescindibles con características diferenciales fundadas en el logos y la razón dirigidos a producir conocimiento racional filosófico occidental
En esta distinción subyace características de diferenciación, separación y vaciamiento de la condición natural de procedencia entre hombre y enajenación de la naturaleza. Según la concepción occidental moderna, la relación sociedad – naturaleza tiene un elemento de mediación: la tecnología que hace posible una producción a gran escala con los avances técnico-tecnológicos alcanzados por la ciencia moderna. “La relación predominante del espíritu occidental con la naturaleza es una relación instrumental y tecnomorfa” (Estermann, 2006: 189). Desde los simples instrumentos artesanales de la Edad Media hasta las sofisticadas máquinas industriales contemporáneas, están diseñadas para dominar, explotar y degradar la tierra, como sucede con las tecnologías de agricultura industrial moderna[2]. Juan José Bautista señala (2012):
La racionalidad moderna es imposible sin la fundación, constitución y desarrollo de la relación sujeto – objeto y el capitalismo es imposible sin esta fundamentación, porque entonces no podría justificar su trato a la naturaleza como objeto de explotación. Para el capitalismo y la modernidad la naturaleza es constitutivamente objeto (…) sin la explotación de la naturaleza y del trabajo humano es imposible el capitalismo y la modernidad.(p. 57)
La relación descrita en este apartado queda sintetizada en la siguiente figura:
Figura 1
Relación sociedad – naturaleza según el paradigma occidental moderno
Nota. La figura muestra la relación de Occidente: sociedad – naturaleza mediada por la tecnología y representada en la epistemología occidental como relación jerárquica sujeto – objeto. Fuente: elaboración propia
Apuntes ecológicos y culturales de Marx.
Uno de los temas que también tocó el interés de Marx, adjunto a sus reflexiones e interpretaciones más de carácter socio-económicos sobre la sociedad inglesa europea, fue el vínculo entre ser humano y entorno natural. Las referencias circunstanciales sobre este nexo, aluden a una relación que denota una continuidad prolongada de orden natural del ser humano en su proceso de humanización que sale de la misma naturaleza no para diferenciarse y separarse ya que su “corporalidad” es naturaleza y conlleva propiedades naturales que vivifican y hacen posible la vida individual y la vida en sociedad. Según Marx:
La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre; la naturaleza, en cuanto ella misma, no es cuerpo humano. Que el hombre vive de la naturaleza, quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con el cual ha de mantener un proceso continuo para no morir. Que la vida física y espiritual del hombre está ligada con la naturaleza no tiene otro sentido que el de que la naturaleza está ligada consigo misma, pues el hombre es una parte de la naturaleza. (p. 141)
Dussel al interpretar la “corporalidad” del que habla Marx, señala: “la naturaleza es su corporalidad”, es decir, “La naturaleza toda: el sol, la luna, las estrellas, la tierra, las nubes, los pájaros y las plantas, son mi cuerpo” (pp. 42 – 43). Se comprende la unidad indisoluble existente entre hombre y naturaleza que como ser natural sale del fondo de la naturaleza, no para diferenciarse ni separase, sino como una continuidad transformada que conlleva corporalmente componentes del entorno natural. El papa Francisco (2015) afirma: “Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da su aliento y su agua nos vivifica y nos restaura” (p. 3). Por tanto, su vida depende de la naturaleza, de los recursos que logra apropiarse por medio del trabajo. En interpretación de Bellamy, a esta relación con la naturaleza por el trabajo, Marx llama “metabolismo”; sin embargo, esta relación metabólica, según Marx, se “fractura” por el progreso de la agricultura capitalista que explota el suelo de modo intensivo (pp. 239 – 246).
Por la evolución histórica multilineal transitada por las comunidades desde temprana formación, en el planeta existen diversas formas de vida cultural que, posteriormente, ante la forma “comunidad” se sobrepone la forma “sociedad” moderna con cultura compleja como la civilización capitalista históricamente determinada. Las culturas crean y recrean sus modos de relación entre el ser humano y su entorno natural, así la cultura de occidente tiende al “dominio de la naturaleza”. Los extractos y notas de los estudios etnológicos de Marx, explicitados por Krader (2015) señalan:
El grado de enajenación en que se encuentra la humanidad frente a la naturaleza se mide por la distancia que nosotros tomamos, es decir por el grado de intervención cultural en la relación entre la sociedad humana y la naturaleza (p. 243)
Esta “intervención cultural” no es más que el desarrollo occidental eurocéntrico que produce ruptura y separación, pero también existen otras formas de “intervención cultural” orientadas a preservar la armonía, equilibrio y reciprocidad en las múltiples relaciones, en particular con la Madre Tierra, lejos de enajenar al ser humano de la naturaleza
Paradigma andino: relación comunidad – Madre Tierra.
Para las comunidades ancestrales contemporáneas de la región de los Andes, la naturaleza tiene dimensiones de sensibilidad con niveles de reacción similar al ser vivo; no solo el ser humano es sujeto, también la naturaleza tiene la condición de sujeto, mejor dicho, de Tierra Madre (Pachamama) y no de objeto, que le guardan respeto sagrado. En la relación, ninguno se opone al otro, menos en diferenciación jerárquica porque es una relación de iguales: sujeto – sujeto, ni la relación es solo instrumental de confrontación y dominio; sobre todo, es ritual de reciprocidad entre ambos, a tal punto de entrar en diálogo para dar y recibir, recibir y dar. Si la tecnología media entre hombre y naturaleza en el paradigma occidental, aquí el componente de mediación es el rito, nexo entre la comunidad y la Madre Tierra (ausente y estigmatizada en la visión occidental), que reafirma el orden cósmico. Don Cecilio Porco (comunicación personal, ayllu Laymi, 23 de junio, 2001) manifiesta: “Igual nos ch’allamos para la Pachamama, la sangre y el corazón del cordero hay que llevar para la siembra (…) con su k’oa completito preparamos y con eso invitamos a la Pachamama”. El tiempo ritual no solo evoca deidades, también sintetiza elementos que simbolizan múltiples dimensiones comunitarias y naturales orientadas a perpetuar la armonía de la comunidad y de su relación con la Madre Tierra.
Estamos ante una construcción epistemológica andina: la interrelación SUJETO – SUJETO; el runa/jaqi = sujeto, la Pachamama, (Madre Tierra) = sujeto; es decir, se trata de una correlación no jerárquica que crea y recrea en la cotidianidad crianza recíproca: de la comunidad a la Madre Tierra y de la Madre Tierra a la comunidad, envuelta de cariño, afecto sensibilidad y respeto. Para la filosofía andina, esta ecuación tiene validez como presupuesto epistemológico de carácter cultural no occidental y que, ciertamente, ocasionará zozobra y estupor en el mundo académico occidental porque no encaja a todo principio científico y filosófico “universal” de una “ciencia colonial” anclada todavía en los diferentes niveles de formación académica.
Se trata también de constituir, posicionar y articular en perspectiva intercultural en el ámbito de la educación, la emergente filosofía andina y/o cosmovisión local del paradigma de la reciprocidad comunidad – Madre Tierra, junto a otras filosofías y cosmovisiones como la amazónica, del chaco y de toda la región de los Andes en diálogo con la filosofía occidental, la relación sociedad – naturaleza para una descolonización cultural, educativa y epistemológica, tendiente a una complementariedad recíproca de ambos paradigmas sobre aspectos que vigoricen una relación de respeto y armonía entre el ser humano y su entorno natural. No es casual la afirmación de F. Hinkelammert (2010):
Por eso la recuperación de lo humano es y tiene que incluir la humanización de la relación humana con la naturaleza (…). La exigencia de la humanización resulta de las relaciones entre los seres humanos y de elloscon la naturaleza externa (…). A partir de eso, por supuesto, se pueda adjudicar también a la naturaleza derechos. (p. 128)
Descrita así la correlación en este aparatado, queda sintetizada la misma en la siguiente figura.
Figura 2
Reciprocidad entre comunidad – Madre Tierra según el paradigma andino ancestral
Nota. La figura muestra la correlación de la civilización andina comunidad – Madre Tierra mediado por el rito y representada en la epistemología andina como reciprocidad sujeto – sujeto. Fuente: elaboración propia
Conclusiones
- En el artículo se ha analizado las características diferenciales y las categorías gnoseológicas y/o epistemológicas centrales de los modelos de concepción cultural distintos de referencia al vínculo sociedad – naturaleza: de la civilización occidental y de la civilización andina que tienen una larga construcción histórica.
- Existen categorías epistemológicos occidentales identificados que son sustanciales de referencia y representación presentes en la relación sociedad y naturaleza; el primero como sujeto y el segundo como objeto: sujeto – objeto; concepción del vínculo impuesta que expresa poder preponderante de control, sometimiento y explotación no racional de la naturaleza en su larga construcción histórica.
- De singular manera, como percepción contraria a la epistemología occidental, también se ha reconocido las categorías esenciales de la epistemología andina de referencia a la relación recíproca comunidad (runa/jaqi) y Madre Tierra (Pachamama); la una, como sujeto y la otra como sujeto: sujeto – sujeto; relación mutua que implica diálogo de iguales mediado por el rito para mantener armonía y equilibrio
Referencia bibliográfica
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Estermann, J. (2006). Filosofía andina. Sabiduría indígena para un mundo nuevo. Editor: Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología (ISEAT)
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[1] Antropólogo y filósofo, con experiencia en investigación social en el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB). Docente de nivel secundario y docente universitario de posgrado en Educación Superior, Universidad Pedagógica. Magister en Educación Superior. Correo electrónico: aguilarfloresmartin2017@gmail.com
[2] Las pampas de Salinas, región potencial de quinua del departamento de Oruro, se vio alterada en la estructura del suelo de cultivo como efecto de la modernización en el siglo anterior: el tractor con arado a disco que penetro por primera vez en los ayllus aymaras con el posterior agotamiento del terreno con múltiples consecuencias tecnológicas originarias, económicas, sociales, políticas pasando por el ecológico hasta llegar a un deterioro del ciclo ritual de agricultura aymara.