Spread the love

Atawallpa Oviedo Freire, Filósofo Andino (Watakuk). Autor de 12 libros. Columnista de El Comercio (Quito) y articulista en distintos medios web. Director de la Escuela Alteridad de Altos Estudios.

En la Escuela Alteridad de Altos Estudios organizamos diplomados y formaciones. Solemos difundir por Facebook los anuncios. Nunca nos había pasado lo siguiente.

Organizamos un diplomado al que titulamos “Otras masculinidades y feminismos” con 10 PhDs de distintas universidades de Nuestra América. Comenzamos a recibir las interacciones de los lectores y empezamos a asustarnos. Recibimos 353 mensajes, de los cuales 342 eran una serie de insultos de todo tipo. Lo sorprendente, que no eran solo hombres, sino también mujeres. Los ataques de los hombres eran en contra de la idea de las otras masculinidades, a los feminismos en general, al aborto, la homosexualidad. Y al revés con las mujeres, criticaban más al feminismo y menos a la idea de diversas masculinidades.

La cantidad de personas que pusieron “me gusta” o su rechazo fueron en total 3589, de los cuales 2063 fueron “me gusta”, y 1796 de rechazo. Los lugares de mayor respuesta y de reacción positiva o negativa fueron en este orden: Sudamérica, en ciudades: Región de Buenos Aires, Cochabamba, Bogotá, Antioquía, Chuquisaca, y otras ciudades. La reacción por países fue en el siguiente orden: Argentina, Colombia, Bolivia, Perú, Ecuador. Muy pocos de Chile y casi nadie de Uruguay. 

En el caso de Centroamérica: La reacción fue algo parecida a Sudamérica. La reacción por ciudades en el siguiente orden: Ciudad de México, Ciudad de Guatemala, Francisco Morazán, Chinandega, Estelí, y otros. Por países, sería en el siguiente orden: México, Guatemala, Nicaragua. Muy poca de Honduras, Costa Rica, El Salvador, Panamá.

En resumen, las reacciones de América Latina en el siguiente orden: Argentina, México, Colombia, Perú, Bolivia, Guatemala, Ecuador, Nicaragua. Y los menos: Uruguay, Chile, Costa Rica, Panamá. Si hacemos una relación con los índices de pobreza y conflictividad social, hay una coincidencia.

Esto nos llevó a la conclusión, que en Latinoamérica las reacciones están sobredimensionadas y polarizadas. Particularmente en este tema, pues, hemos hecho diplomados sobre el buen vivir, los decoloniales, la izquierda, lo indígena, y no ha habido una reacción de este tipo. Todo lo cual nos da una dimensión de esta problemática y nos invita a muchas reflexiones.

Decidimos cambiar de nombre al diplomado para ver si teníamos mejores resultados, y para observar las reacciones. Le llamamos: “Una crítica reflexiva a las masculinidades y feminismos”. Un cambio radical. Muy pocas agresiones. La palabra “crítica”, seguramente les hacía pensar de otra manera, y esto aplacaba la violencia anteriormente descrita.

Pensamos en un momento anular el diplomado, pues apenas teníamos 10 personas. Decidimos ampliar el plazo de inscripciones y volvimos a cambiar el nombre: “Experto en Temas de Género”. Igual reacción que en la primera. La palabra “género” les eriza terriblemente. En todo caso, logramos más inscritos.

Las conclusiones que obtuvimos, es que la mayoría de los que cuestionan se adhieren a las tesis de la ultraderecha y tienen como referente al argentino Agustín Laje, pues sus reacciones hacen referencia a “progres” y “zurdos”, vistos como los promotores de estas estas concepciones de género. Lo cual es una falacia, pues la izquierda también tiene muchos reparos, especialmente los progresistas, como los conservadores de Correa, Morales, Ortega, Maduro, Castillo.

Por otro lado, otro componente claro que observamos es un gran rechazo a los grupos lgtbi, a quienes consideran pervertidos; y, asimismo, contra el aborto, como algo malo o negativo. Las diversidades sexuales les genera una profunda molestia. Y todo esto también lo endilgan a la izquierda como la responsable, sin embargo, el partido comunista cubano hasta no hace mucho tiempo penalizaba la homosexualidad. Pedro Castillo tiene un rechazo también. Y así otros personajes.

La ultraderecha oportunista utiliza esto para endilgar a la izquierda como la promotora, y su afán, es meter en el mismo costal a todos quienes están afuera de su señorío dentro de la etiqueta zurda y progre, aunque algunos hacen referencia a Soros como el causante. En la práctica, la mayoría de estos grupos alternativos (ecologistas, animalistas, espirituales, indígenas, diversidades sexuales, etc.) pertenecen a posiciones disidentes a la derecha y a la izquierda. Y solo algunos de ellos, tienen como horizonte al Buen Vivir.

A este ritmo, las tesis de VOX y de toda la ultraderecha occidental van calando fuerte en Latinoamérica. No sería nada raro que surjan partidos de ultraderecha, de hecho, en Argentina hay uno que ya alcanzó un diputado dentro del Congreso. La ultraderecha en el mundo, son los últimos extintores del oscurantismo medieval, monárquico, reduccionista, religioso.

También consideramos, que esta obstrucción furibunda, especialmente tomando en cuenta la reacción de las mujeres contra el feminismo, se debe a que algunos feminismos, a pesar de que dicen lo contrario, en la práctica han llevado este asunto a un diferendo entre sexos: “los hombres-malos y las mujeres-malas”. Que se expresan en expresiones de algunas feministas: “los hombres odian a las mujeres” (misoginia). Sintetizan que el asunto central es el odio a las mujeres, y estas feministas reaccionan de igual manera con odio hacia los hombres. Quedándose todo enmarcado o principalizado en un asunto de odio. Respondiendo de parte y parte, en igual sentido. Con ello, quitándole todo el componente político, económico, social y cultural que ello entraña.

Y por otro lado, sin comprender, que algunos hombres violentan a mujeres (y viceversa) en tanto son el producto de una sociedad y de un sistema violento. Los hombres son los primeros y los más violentados por el capitalismo, el machismo y el patriarcado, y por ello su reacción violenta contra otros hombres, contra sus hijos y sus mujeres. La violencia del sistema se refleja en que la mayoría de sus víctimas son hombres, los que terminan como delincuentes, asesinos, suicidas, enfermos, guerreristas, etc.

Estos hombres pierden en su niñez una serie de condiciones y características sensitivas y solidarias, deviniendo en personas violentas, que compiten con otros hombres por los pocos espacios que les deja el sistema. Y desde el ascenso a puestos estelares de ciertas mujeres privilegiadas, también compiten con ellas. El sistema patriarcal es competencia, la que genera violencia, convirtiéndose en el modo de existir. Violencia que se agudiza a medida que se desatan los problemas económicos y sociales, la cual se expresa en varios ámbitos, entre ellos, la violencia doméstica, pero sin que ésta sea la mayor ni única violencia que existe.

De otra parte, no se comprende que el capitalismo, el machismo, el patriarcado, es parte de un mismo sistema o es uno solo conjunto. Y este sistema, está inserto en todos sus miembros, sean hombres o mujeres. Las mujeres no están en un sistema u sociedad aparte, sino que la constituyen, la forman y la delimitan. Solo cambian los niveles entre todos, pero dependiendo de la condición económica, cultural y racial. Por ejemplo, un hombre negro, pobre, africano, está en peores condiciones ante una mujer blanca, rica, occidental.

Creemos que estos feminismos, han caído en las mismas trampas que ha caído la izquierda (y obviamente la derecha), todas ellas eurocéntricas. Es decir, que parten de concepciones hegemonistas y homogenistas para hacer sus interpretaciones, tematizaciones y teorizaciones. Propuestas que han fracasado en todo el mundo, las que, en vez de acelerar los procesos de transformación los han retrasado. Por ello, la alteridad se ha desmarcado de estas corrientes escépticas y han buscado otras vías, como por ejemplo, el “Buen Vivir”, que surge desde los pueblos primeros o indígenas.

Desde la alteridad, se ha cuestionado el blanqueamiento y reduccionismo de ciertas posturas de la izquierda, de decoloniales, de indigenistas, de feministas, y de otras posiciones, que en última instancia reproducen concepciones eurocentradas y neocoloniales. Y a su vez, recibiendo como respuesta calificativos, como: atrasados, pachamamistas, místicos, fundamentalistas, fanáticos, etc.

Y lo mismo ha pasado, con ciertos feminismos, especialmente los hegemónicos y hasta los autodenominados comunitarios, a quienes hemos cuestionado algunas de sus concepciones y prácticas. A los hegemónicos, por su condición superiorista y capitalista. Y a los comunitarios, por su posición neocolonial, en tanto este feminismo ha validado la historia colonial y ha afirmado la teoría criolla de que hubo patriarcado en la América precolombina.

Desde la alteridad hemos venido cuestionando y reescribiendo la historia colonial, y estas feministas, que se dicen indígenas y comunitarias, más bien las ratifican y hasta las amplían. Produciendo no solo una neocolonización sino una recolonización con rostro indígena. Ahora hay un pequeño grupo de mujeres que reproducen este discurso que denigra, no solo a los hombres, sino a todo el mundo precolombino.

Ni la derecha ha hecho tanto, como lo han hecho estas feministas. Las que se apoyan en cronistas patriarcales y monárquicos, dejando a un lado a otros cronistas que tienen otras perspectivas, y que estas feministas no los toman en cuenta, pues no les sirven para validar sus teorías. Demostrando un dogmatismo enfermizo, en la pretendida idea de que el hombre en general odia por naturaleza a las mujeres.

Todo lo anteriormente anotado deja ver, que el colonialismo eurocéntrico de derecha e izquierda ha ido ampliándose cada vez más en la población. Nos encontramos en una etapa de aceleración y profundización del colonialismo, donde las concepciones oscurantistas y medievales se han atizado, y algunas posiciones cuestionadoras se han convertido en el otro lado de lo mismo. Aunque, hay quienes han marcado distancia de todos ellos.  

Los extremismos feministas (y otros) solo están ampliando y agudizando los conflictos. Por ello, la crítica que hacen otras feministas y mujeres a estas posiciones fundamentalistas. Como igual, se hace de la izquierda y del indigenismo. El estalinismo en todos estos grupos es un peligro para el pueblo, y en particular para las mujeres, que dicen defender.

Igual que los fracasos socialistas y progresistas, estos feminismos están avanzando a lo mismo. De ahí, que es urgente seguir cuestionando a estas posiciones ortodoxas y odiadoras, que le hacen un favor al sistema antes que resquebrajarlo.

En resumen, la derecha y las posiciones extremistas de ciertos movimientos sociales, se han convertido en lados de la misma moneda. Han caído en la trampa patriarcal del divide y vencerás. El pueblo se pelea entre sí, mientras los poderosos siguen lucrando de aquello.

Por Alteridad

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *