¡Corazonemos localmente y actuemos globalmente!
Atawallpa Oviedo Freire, escritor franco-ecuatoriano, autor de 12 libros, 5 traducidos al francés. Director de la Escuela Alteridad de Estudios Superiores.
El intelectual marxista de origen sloveno Slavoj Zizek en su artículo[1] “PIENSA LOCAL, ¡ACTÚA GLOBAL!” señala lo siguiente, y que es lo medular en la fundamentación de su discurso, como asimismo para darle título a su artículo: “En los años 60, el eslogan del incipiente movimiento ecologista era ¡Piensa global, actúa local!. Trump promete hacer exactamente lo contrario: Piensa local, actúa global.”
Cuando surgió este axioma: “piensa global, actúa local” por un grupo de ecologistas de origen europeo, fue cuestionado y rechazado por otros ecologistas e intelectuales de izquierda, principalmente de Sudamérica, que veían un carácter eurocéntrico y hegemónico a este principio. Pues, el “piensa global” podía entenderse de que hay un solo pensamiento en el mundo o la idea de que todos debían llegar a pensar de una sola manera.
Desde donde provenía esta propuesta hacia dudar de las intenciones, pues desde occidente se ha querido históricamente implantar la idea de un pensamiento global o pensamiento único. Y obviamente este pensamiento universal es el de los autodenominados: primer mundo, desarrollados, civilizados, avanzados, científicos, superiores, (supremacismo); pues, todos los demás pensamientos son tercermundistas, subdesarrollados, atrasados, primitivos, inferiores (“inframacidos”). En definitiva, dicha frase representaba una clara expresión homogeneizadora, monocultural, antropocéntrica, y totalitaria.
Este cuestionamiento llevó a pensar por cierta intelectualidad relacionada con la izquierda, de que más bien podría ser al revés: “piensa local, actúa globalmente”. El “piensa local” significaba que en el mundo habían varias formas de concebir la vida y de vivir, de que había que partir de la realidad cultural de cada pueblo, y que los procesos eran milenarios y diferentes en cada región del planeta.
El “piensa local” no podía quedarse en un grupo o región para “actuar localmente”, sino que debía haber un “actuar globalmente”. Esto es, acompañar o apoyar otros procesos en otros lugares de fuera de lo local. Significaba pensar desde su cultura o proceso histórico, pero estableciendo relaciones con todos los pueblos del mundo, en la conciencia de que estamos en un mismo planeta.
Sin embargo, para las racionalidades de las naciones primeras o pueblos indígenas, que conforman la alteridad a la derecha e izquierda, esto va mucho más allá todavía, puesto que no se trata de un “pensar individual o personal” en cualquiera de las formas descritas anteriormente, sino de un “pensar colectivo” en el entendimiento de que nadie existe por sí mismo sino a partir del otro. O, de la conciencia de que en la interrelación o en el compartir está la fuente de la vida o es posible la vida.
Pero además, este “pensar colectivo” no se circunscribe al ser humano solamente, sino al “ser natural y cósmico” en su conjunto, pues todos somos parte del mismo pensamiento generador de vida (Pachakamak en el mundo andino). Es más, este ser integral o multiverso no solo entraña una materialidad sino también una espiritualidad que la complementa. Por tanto, no solo se trata de un pensar sino de un sentir, los cuales no están separados sino que están conectados en un “senti-pensar” (Fals Borda) o configurando un “pensasiento” (Choquehuanca) o un corazonar (Patricio Guerrero)
En consecuencia, desde el entendimiento de la alteridad no solo el ser humano “pensasiente” (neologismo nuestro) sino que toda la vida, pues todo es conciencia y todos configuran un todo o son parte de ese todo que es la Gran Conciencia. En lenguaje académico, al ser humano integral o cósmico no le interesa solo el texto sino el contexto y el subtexto, por lo que no hay separación o exclusión entre el pensar-actuar y lo local-global, sino que todo es un conjunto integrado y armónico. En este sentido, para la alteridad sería: ¡CORAZONEMOS LOCALMENTE Y ACTUEMOS GLOBALMENTE!
Siendo justamente éste el conflicto de Zizek y de occidente en general, sea de derecha o izquierda, que sus conceptos y principios guardan una separación entre el pensar y el actuar, entre el pensar y el sentir, entre lo local y lo global, entre lo individual y colectivo, etc. En definitiva, expresiones dualistas que siguen la misma lógica cartesiana del “pienso luego existo” o a la inversa del “existo luego pienso”.
A la final, estas concepciones siguen siendo parte y prolongación de la misma visión dicotómica que dio origen al paradigma logocéntrico, de donde surgió la civilización. Antes de que surja el paradigma civilizatorio no existía esta concepción de exclusión o de separación en ningún lugar del mundo, incluido la Europa indígena.
En la historia mundial solo lo que se dio en llamarse “civilización occidental” procedió a dividir y especializar a la humanidad, a la naturaleza, a lo sagrado, a la “realidad”, es decir, a la vida. En cambio, todos los pueblos pre-civilizatorios de la Madre Tierra siempre tuvieron una visión complementaria de la vida.
Toda la humanidad hasta antes del surgimiento de la civilización, concebía y valoraba la existencia de la diferencia y de la oposición como expresión de la vida, pues entendían que todo estaba interrelacionado o era un mismo campo unificado –en palabras de Einstein. Y por otro lado, de que todos dependían el uno del otro, de ahí el concepto de interdependencia por parte de la alteridad, contrario a la idea de libertad del paradigma eurocéntrico.
Siendo ésta la divergencia fundamental, que marca la distancia y la ruptura entre el “pensamiento occidental” y el “corazonar de la alteridad”. Y a partir de ello, dos sistema-mundos totalmente diferentes y excluyentes uno del otro.
En este sentido, cabe precisar que el “pensamiento en exclusión o eurocéntrico” ha sido el generador y el responsable de la actual situación, con la crisis ambiental y el caos global en curso. El desajuste a los ecosistemas y su desequilibrio la ha originado una manera de ser y de existir, y ésta se llama: civilización. Dicho de otra forma, la manera de concebir a la madre tierra, y a la que la civilización le llamó “naturaleza” y su tipo de relación con ella, es la que ha provocado la situación climática y todas sus secuelas.
La cosificación y mercantilización de la naturaleza es el mayor acto de destrucción ambiental -por ende contra los seres humanos- llevado a cabo por el “civilizacentrismo” (neologismo nuestro). Caos que en nuestros días ha llegado al clímax, con la posibilidad progresiva de que seamos la generación que vea el comienzo de la desaparición de la especie humana o de una buena parte de ella, si es que no se cambia a tiempo con el pensamiento “contranatura” del logocentrismo civilizatorio y se retoma el sentido de vivir en el continuo de la natura (“continatura”). Más contranatura o más continatura, ese el dilema de la humanidad actual.
En consecuencia, cuando Zizek utiliza estas analogías como fuente argumentativa de su discurso y de cómo las relaciona con Trump, deja ver claramente otra faceta de su eurocentrismo. Además, en el artículo mencionado habla de América, pero para él América es solo EEUU. No existimos los latinoamericanos y los indoamericanos. Los EEUU se apropiaron de todo, hasta del nombre América y hay quienes la validan y la reconocen como tal. Además, que ahora sabemos que el nombre América viene de Ameriske en idioma maya-quiché, que lo propagaron los conquistadores cuando hablaban de las ricas y grandes minas que encontraron en Amerisque en la actual Nicaragua.[2]
Zizek es crítico de la dicotomía centro/periferia, pero como su mentalidad es eurocéntrica no se interesa por conocer el pensasiento de la alteridad y peor de experimentarla en su ser o pasarla por su cuerpo. Sigue o se maneja con la misma lógica de externalidad del fenómeno de estudio o de objeto de conocimiento, sin que entienda la relación sujeto-sujeto (pensasiento de inclusión) y solo reconoce la del sujeto/objeto (pensamiento de exclusión).
En el fondo, él y toda la intelectualidad occidental y occidentalizada siguen pensando y actuando centradamente, es decir, eurocentradamente. La periferia es básicamente para Zizek un discurso para cuestionar la centralidad de los países ricos y de la derecha occidental sobre los países pobres y la izquierda occidental, pero no para cuestionar el centrismo de Europa sobre el resto del mundo. Incluso, de la misma Europa milenaria o indígena, pues el logocentrismo lo impusieron primero sus monarquías y sus élites al pueblo europeo, y luego los europeos logocentrados o civilizados lo impusieron a todo el planeta y de ahí la definición de eurocentrismo.
Zizek cuestiona el dualismo centro/periferia desde el mismo pensamiento centrista y no desde el corazonar de la periferia. Criticar el centrismo desde el mismo eurocentrismo es darse la vuelta en lo mismo. Un auténtico cuestionamiento al centrismo es desde las onto-epistemes de los pueblos periféricos o convertidos en periferias justamente por el centrismo.
Actitud muy típica de la izquierda y de los marxistas, que dicen que luchan por los olvidados, los ninguneados, los indios, los colonizados, pero lo hacen desde un pensamiento externo o diferente al de ellos. En su paternalismo, asistencialismo y mesianismo creen que sus pensamientos son los que pueden salvar a las periferias, pues consideran que ellos no la tienen, y si algunos creen que la tienen lo catalogan de pensamiento mágico o etnopensamiento, es decir, que no creen que tengan un pensamiento en sí mismo, puesto que el único pensamiento desarrollado es el científico, es decir, el eurocéntrico. El pensamiento centrado queriendo decir a las periferias cómo deben salir de su periferia, típico eurocentrismo.
La izquierda dice que su objetivo es construir el socialismo y luego el comunismo en todo el mundo. Teorías éstas provenientes o construidas en la Europa centrada, y que las periferias tienen que hacer lo mismo para dizque terminar con su condición periférica. La izquierda eurocéntrica les dice y hasta les impone de cómo la periferia debe dejar de ser periferia, tal como algunos decoloniales les dicen a los indígenas cómo deben descolonizarse.
A la izquierda eurocéntrica y la eurocentrada no les interesa que la periferia continúe o profundice en sus propios procesos milenarios y autonómicos, sino que deben seguir el camino de la izquierda centrada. Es decir, deben olvidarse de sus propias concepciones y sistemas de vida, para lanzarse a hacer realidad las teorías y los experimentos de la “clase más avanzada” y del “pensamiento más adelantado”, o como dice Zizek: “sigan nuestro sueño de izquierda”.
La izquierda y los decoloniales critican el eurocentrismo, pero funcionan con y en sus mismas categorías: derecha / izquierda, capitalismo / socialismo, liberalismo / marxismo, idealismo / materialismo, episteme / doxa, etc. Debiendo todos inscribirse en esas categorías, y si alguien se sale de ellas -le apuntan con el dedo y le dicen-: “en el fondo eres un derechista” o le “haces el juego a la derecha”. Y luego gritan como machos alfa: “patria o muerte”.
El eurocentrismo en esencia es necrológico y escatológico: Oran a su “Dios muerto en la cruz” (cristianismo), al “Dios ha muerto” (Nietzsche), a la “alta cultura ha muerto” (Steiner), a la “filosofía ha muerto” (Hawking), al “fin de la historia” (Fukuyama), etc. Mientras en la alteridad se respira: “Matria y Vida”, a través de la fiesta, el ritual, la ensoñación, el homenaje a la vida en cada una de sus manifestaciones. Lo que nos da dos mundos: una cultura de la vida y una civilización para la muerte.
El eurocentrismo no puede ver más allá de su miopía y anorexia. Y quién no responde a esta lógica es simplemente tachado de atrasado, extremista, fundamentalista. O un retro-revolucionario que quiere regresar al pasado, que no quiere desarrollarse y evolucionar; que es la típica forma de desvalorizar y minimizar a quienes piensan diferente al “alto pensamiento” del primer mundo, de izquierda o de derecha.
El dualismo, la dicotomía, la diastasis, la bifurcación, la dialéctica, etc., son para el eurocentrismo las únicas teorías sociales válidas de análisis y de síntesis. La “ley de la competencia” (derecha) y de los “antagonismos sociales” (izquierda), son las únicas fuerzas o los motores que permiten el progreso y el crecimiento de la humanidad o del “mundo civilizado” en palabras de Zizek. En suma, para el eurocentrismo solo “la lucha de contrarios” hace posible la vida y su evolución permanente.
Por su parte, los pueblos que constituyen la alteridad funcionan en la “armonía de complementarios”. Principio milenario en toda la madre tierra, pero que al surgir la civilización lo reemplazó por el de la “lucha” como su fuente de vivir. El propósito de vivir civilizatorio es que todo se consigue con lucha y no con amor: “la vida es una lucha continua” (Biblia)
La “lucha de contrarios” es la base ontológica del sistema-mundo civilizatorio, que en su cúspide de la modernidad capitalista y neoliberal gobierna todo el planeta, haciendo que todo funcione en esa proyección de base: guerras, conflictos, mercado, pobreza, sufrimientos, enfermedades, sequías, etc.
El objetivo de la derecha es someter o superponerse al “menor”, al “inferior”, al “menos apto”, siguiendo la teoría del darwinismo social; y el de la izquierda el de proceder a liberarlos o emanciparlos, a partir de someter o dominar a los de arriba o explotadores.
En la lucha socialista los de abajo deben pasar arriba y éstos deben ser desplazados hacia abajo como manda la “lucha de clases”. Es lo que llaman la “dictadura del proletariado”, pero resulta que ni la dominación ni la dictadura pueden producir o tener como resultado algo contrario, sino más bien nuevas formas de dominación y de dictadura, especialmente para el pueblo antes que para los ricos, como se ha visto en las experiencias mundiales de la izquierda.
Marx soñaba que cuando llegue su comunismo, los sometedores proletarios convencerían a los sometidos burgueses de terminar con el Estado, el partido único, y la democracia, y con ello acabar definitivamente con el sometimiento como forma de vida. Es decir, cuando todos se volverían comunistas y con ello se terminaría para siempre la “lucha de clases”. Amén.
Lo cierto, es que ahora se encuentran reforzando el estatismo, el partidismo y la democracia burguesa, para luego dizque auto destruirlos.
Por todo lo anotado anteriormente, no nos sorprende el señalamiento de Zizek de que Trump “piensa local y actúa globalmente”. Y él solo es el revés de todo ello, es decir, ambos pensamientos los dos lados de la misma moneda. Por eso Zizek llega a decir en el referido artículo: “La gran ironía es que los izquierdistas que durante tanto tiempo criticaron a Rusia Unida por sus pretensiones de convertirse en el policía global podrían acabar añorando los viejos tiempos en los que, con toda la hipocresía que conllevaba, Estados Unidos imponía valores democráticos al resto del mundo.”
En última instancia, Zizek también “piensa globalmente y actúa globalmente”, de ahí el “obligado” apoyo que le ofreció a Hillary Clinton, pues para él “América” (EEUU) es el timón del mundo y lo que pase entre republicanos y demócratas es lo que marca el destino de la humanidad. El egocentrismo del eurocentrismo.
Los eurocéntricos de derecha e izquierda son el centro de todo y ellos marcan el destino de toda la humanidad, hasta del planeta en sí mismo y aspiran muy pronto del cosmos. Y si alguien desde la alteridad crítica esto, Zizek se enoja furibundo: “El eurocentrismo se ha acabado, estoy harto de que ante cualquier cosa que pase, Europa tenga la culpa”.[3] Zizek en su eurocentrismo cree que se critica a Europa como tal o al pueblo europeo en sí mismo, cuando lo que se cuestiona es a un tipo de pensamiento hegemónico, al que también propios europeos lo cuestionan, como además a él y a otros logocentristas.
Zizek no entiende, que la inmigración de ahora y de ayer, que los ataques que hoy sufre Europa por parte de grupos fundamentalistas, son el bumerán de lo que hicieron las élites europeas cuando colonizaron el mundo.
Los extremistas de fuera de occidente han llegado a ese estado, porque son consecuencia o la respuesta en el mismo sentido al proyecto occidentalocentrista con la globalización. Si ellos no hubieran colonizado el mundo, habría alguien que quiera salir de esa situación? Sí ahora los chinos están colonizando el mundo, los occidentales no están temerosos de perder su majestad de potencias? Sí los chinos someten a los occidentales, no se despertarán las ansias de descolonización y les regresará el bumerán a los chinos?
Es cierto, que el capitalismo se ha vuelto global, pero el nacionalismo, el populismo y el egocentrismo también. Pero el problema no es solamente del capital y/o del nacionalismo-populismo-centrismo, sino, principalmente del de una manera de concebir la “realidad”.
Ruptura epistémica que tiene dos tipos de mundos, la de los que han roto con las leyes naturales a través de su pensar global, totalitario, absolutista; y por otra, los que buscan guardar respeto y comunión a través de la armonía y el equilibrio complementario como modo de existir y de vivir. En este sentido, resolviéndose esto se desata todo lo demás, y no al revés como cree el eurocentrismo de derecha e izquierda.
[1] https://www.elmundo.es/opinion/2017/02/01/5890ea89e2704e63088b45c3.html
[2] https://www.alteridad.net/2021/09/08/el-nombre-america-viene-de-los-mayas-y-no-de-vespucio/
[3] https://elpais.com/cultura/2015/11/22/actualidad/1448214886_918806.html