Atawallpa Oviedo Freire
Hace 500 años nuestros abuelos de Abya Yala dijeron que regresaríamos y hemos regresado de múltiples maneras. En ese camino hemos tenido que sortear muchos obstáculos provenientes del pensamiento monárquico-conservador-liberal, como también del dogmatismo-idealismo de la izquierda occidentalizada.
Sabemos que el colonialismo y el eurocentrismo de izquierda han sido una zancadilla, y hemos ido luchando también contra ello. Hoy existen colonialistas con rostro indígena, que reproducen el pensamiento pequeño-burgués, con sus teorías paternalistas y mesiánicas. El felipillismo es ahora más fuerte que hace 500 años, han asimilado y enraizado los dogmas y creencias del hacendado y del capataz, y quieren más látigo. Y hasta repiten lo que dicen los intelectuales pequeños-burgueses, y nos califican de pachamamistas, abyayalistas.
Ahora, una vez más, nos tenemos que enfrentar con la derecha y con el burguesismo de izquierda, que solo ve a los individuos en particular y no a los movimientos detrás de ellos, que miran la mente del personaje y no al espíritu colectivo, que no ven procesos sino candidatos, que no ven movimientos sino personalidades, que no ven horizontes sino momentos aislados. No hay mayor diferencia entre la mirada burguesa y la pequeño-burguesa, igual ambos nos critican con los mismos patrones.
El ojo burgués solo alcanza a mirar al individuo Yaku y no al movimiento indígena. Cree que si gana Yaku, ganará el individuo y no el movimiento indígena, y lo más ingenuo es que cree que el movimiento indígena es otro partido de caudillos y salvadores. Acostumbrados a dirigirse por líderes populistas, no pueden ver toda la fuerza del movimiento organizado. El Ecuador tiene el movimiento indígena y popular mejor organizado de América Latina, pero para la arrogancia de los peque-burgues ecuatorianos “todavía les falta”, pues, no son como ellos que ya son perfectos. Ya quisieran tenerlo otros países un movimiento así. Como no quisieran los zapatistas que en México haya uno con esa fuerza. El burguesismo no puede ver que es un movimiento, un tsunami que el que está en movilización colectiva, sino un candidato que no satisface todas sus aspiraciones personales.
Hemos luchado por 500 años por llegar a un momento de abrir las puertas a otro nivel y ahora se ha presentado la oportunidad, nunca antes lo hubo y se ha expresado electoralmente la posibilidad. Y aparece el burguesismo de derecha e izquierda para boicotear; no para corregir, enrumbar, orientar, sino para en su ego dar lecciones de cómo debe ser el cambio, por donde hay que hacer la revolución, cómo debe hablar y qué debe proponer el candidato. No entran a la campaña para poner su aporte crítico, como nosotros lo hemos hecho, sino que siguen en su escritorio escribiendo cuál es el camino que debía seguir el movimiento indígena, cuál era el candidato soñado. Y como el movimiento indígena no responde a su ideal revolucionario, entonces prefieren VOTO NULO. Qué ironía. Nunca antes lo impulsaron así, y ahora que hay un hermano y un movimiento en acción, lo promueven fuertemente. No nos sorprende, pues la izquierda inmaculada siempre ha actuado así. No olvidemos que muchos de ellos fueron correistas, que por algo estuvieron con él.
Los zapatistas intentaron poner una candidata en las últimas elecciones. El Mallku se presentó en Bolivia a las elecciones en marcha para Gobernador del departamento de La Paz. Todos ellos entendieron que la lucha electoral es también un espacio de poder, sin desconocer que la base está en la autonomía y en la organización colectiva. Entendieron que hay que aspirar a ser gobierno, si es que hay las condiciones y posibilidades. Entendieron que se puede llegar al gobierno, y que no hay que repetir los errores del Evo.
Para eso nos sirve la experiencia boliviana, para saber que un pueblo se puede empoderar psicológicamente, diciendo sí podemos ser gobierno. Hoy es un pueblo que sabe que hay diferencias internas, pero que jamás votarán por la derecha ni optarán por el voto nulo. En Bolivia es muy probable que nunca jamás gane la derecha, y saben que ahora hay que enfrentarse al interior para ganar espacios. Eso lo entendió Choquehuanca y sigue luchando por abrir el suma qamaña (buen vivir) al interior del MAS y de Bolivia.
Y hoy tenemos esa oportunidad en el Ecuador y los idealistas de izquierda se unen al coro de la derecha para anular el voto o para votar por Arauz y hasta por Lasso. Sin darse cuenta que no están en contra de Yaku sino del movimiento indígena, de un proyecto, de un horizonte. Esa la ceguera pequeño-burguesa, colonial, eurocéntrica, que no va a pelear positivamente al interior del movimiento sino que mira los toros desde afuera, viendo quien habla mejor o peor. No se integran al accionar en construcción, en desenvolvimiento, en formación; sino que solo quieren los líderes y cuadros perfectos.
Ahora, tenemos que enfrentarnos no solo a la derecha sino a la izquierda dogmática y a los felipillos. Somos guerreros del corazón y sabemos que el enemigo tiene mil cabezas para pretender engañarnos, pero seguiremos enfrentando a la derecha neoliberal (Lasso), a la derecha progresista (Correa), y a las izquierdas positivistas que viven en el cielo imaginado y no sobre la Madre Tierra. Quien no ha hecho un proceso de descolonización, siguen viviendo y actuando como pequeño-burguesito. Quien no han hecho un proceso espiritual (que no es religioso), sigue hablando desde su monoteísmo político y cultural. Critican al movimiento indígena y no saben de sus filosofías, ontologías, espiritualidades, por eso no lo entienden y atacan. No hacen aportes críticos, sino que en su eurocentrismo de izquierda siguen dando lecciones de cómo hacer el cambio.
No han aprendido de los 100 años de fracaso de la izquierda, y se seguirán dando con la misma piedra. Si quieren criticar al movimiento indígena hablen desde sus categorías y racionalidades, no desde las del colonizador antiguo y moderno. Descubran Abya Yala y sus nociones, así entenderán qué es el pachakuti, que ya está aquí, que no es como su ego lo imaginaba sino como se ha dado. Solo en su fantasía debe ser de otra manera; cuando hay un camino, un proceso, un movimiento que está en marcha, con sus debilidades pero en marcha, y al cual nos podemos unir o sentarnos a llorar porque no responde a nuestros caprichos individuales.