Atawallpa Oviedo Freire
Ensayista y autor de varios libros. Miembro del Movimiento al Buen Vivir Global.
A propósito de las acusaciones y reacciones contra Mateo Kingman cabe hacer algunos comentarios, tanto sobre los a favor y en contra, empezando por Isabela Ponce la reportera de GK que hizo el artículo, al que considero sensacionalista, pues cae también en lo que a continuación anoto, en su forma de presentar la situación o al tratamiento dado, y a lo que condujo como consecuencia de aquello, sin que esto signifique defender o rebajar la responsabilidad de Kingman. Por cierto, envié este artículo a GK, pero lo rechazaron bajo el argumento de que no era réplica, pues solo las partes involucradas tenían derecho, lo cual es lamentable de que no haya habido ese derecho imprescindible en el periodismo.
La mayoría de comentarios, a favor y en contra, como el artículo de Ponce en mención, no parten y al parecer tampoco entienden, que en todo fenómeno social hay una referencia ontológica contextual, de que todos estamos dentro o insertos dentro de un sistema, que en el caso de lo que hoy se llama Ecuador fue configurado antes y después de la colonia, como una sociedad machista, piramidal, instrumental, consumista (en resumen, patriarcal). País en el que hay hombres y mujeres en esas condiciones, unos más que otros. Las mujeres en este sistema no son lo contrario, ni están afuera o diferentes a todo ello. Bien sabemos, que las mamás participan en la formación de los machos y “machas”, convirtiendo al machismo en una larga cadena.
Indudablemente, que ellas sufren más o están más afectadas por estas condiciones socio-culturales, pero también los hombres, pues no nacen así o es algo genético, sino que han sido formateados y moldeados por ese sistema impuesto para que se transformen en aquello. El machismo afecta a todos, consecuentemente el problema no son los hombres sino el machismo, pero que en los hombres está más acentuado. Consecuentemente es un inconveniente estructural por el tipo de sociedad patriarcal que han creado las élites, y que viene de la concepción de la civilización o del helenocentrismo que calificaba a las mujeres como un defecto humano (Aristóteles). Los griegos clásicos perfeccionaron el patriarcalismo semita, en particular el de Abraham, que puso a la mujer tan solo como una costilla del hombre (androcentrismo). Entonces, sí los hombres, pero también las mujeres, en especial las feministas, no reconocen el machismo inserto en todos, no hay posibilidades de cambio. Es como el enfermo que no acepta su enfermedad.
Cada persona dentro de este mundo patriarcal es un producto de aquello, habiendo hombres y mujeres quienes hacen procesos de despatriarcalización y otros y otras que más bien lo profundizan. El feminismo se inscribe en este horizonte antipatriarcal, sin embargo, hay rezagos que portan y que afectan e infectan al feminismo de una u otra forma, al punto que a este momento gran parte del feminismo se ha desviado y desvirtuado por la penetración de una serie de conceptos y actitudes provenientes del machismo inserto en las mujeres. Tal como ya ha pasado en la izquierda, el ecologismo y otros movimientos, que han perdido su sentido de transformación y han sido absorbidos por el sistema, como el otro lado de lo mismo. Y en ese camino va el movimiento de las diversidades sexuales, el movimiento indígena y otros, si es que no se hacen procesos anticoloniales concretos y prácticos. La sociedad homogenista y supremacista va inundándolo todo, generando más y mayores divisiones entre la población, para que se peleen y se fragmenten a otros o nuevos niveles, llevando a polarizaciones extremas y de lo cual sacan provecho los sectores hegemónicos para perpetuar el mismo sistema.
El tomar a las personas individual y aisladamente, es una visión antropológica que viene desde el logos dialéctico y que ha llegado a su clímax en el neoliberalismo actual, al hacer apología de la individualidad y que se traduce en individualismo, egoísmo, desidia, egocentrismo. Vivimos en la cúspide del egocentrismo donde cada cual se cree más libre, y a nombre de este mito griego impuesto al mundo, creen tener el derecho de hacer y de decir lo que le da “su regalada gana”, a pesar de los eufemismos que se inventen, como el de “libertad con responsabilidad”. Hay tantos conceptos de libertad como seres humanos que se creen libres, que ni entre ellos se ponen de acuerdo, y cada cual defiende su libertad imaginaria y hasta se matan a nombre de su libertad. Como igual lo hacen con su dios, su democracia, su ideología, su partido, su patria, etc.
Hay varios feminismos, un feminismo que cree que el problema es entre “sexos”, el de los hombres “malos” y las mujeres “buenas”. El feminismo de “género” que cree que el problema es de paridad, cuando las mujeres producto de esta sociedad patriarcal guardan esas características, habiendo mujeres que han llegado a los más altos sitios de poder en las instituciones patriarcales, actuando y gobernado con las mismas características y categorías hegemónicas, y hasta mucho más que algunos hombres. Con ello consolidando las creaciones patriarcales, las que ahora cuentan con mujeres patriarcales que las defienden, y hasta las desarrollan y las profundizan. Incluso, ahora hay mujeres policías y militares en la misma dinámica y lógica, y a eso, algunas feministas lo llaman un avance.
Otra práctica patriarcal emulada por cierto feminismo, es lo que ellas llaman sororidad y escrache, pero que las “mujeres patriarcales” (como diría la feminista Casilda Rodrigañez) la han convertido en lapidaciones y linchamientos, como las que se hacían con las mujeres acusadas de adúlteras, de traidoras, de putas, de brujas, etc. Escarnios públicos para desacreditar, desmoralizar, menospreciar a esas mujeres, y no con el propósito de educar, formar, sanar, acompañar, y apoyar a esas personas, sino el de quemarlas en la hoguera física o moral. Y ahora hace lo mismo este tipo de feminismo, al cual se le puede llamar “femimachismo”, en el sentido de un feminismo con malformaciones o impregnaciones machistas. De hecho, otros feminismos cuestionan estos linchamientos y a estas formas machistas y patriarcales utilizados por ciertos feminismos.
Linchamiento que el patriarcado lo hace también con los hombres, y que lo seguimos viendo que lo ejecutan con ciertos delincuentes, y verbalmente con los políticos. Es la mentalidad patriarcal y religiosa del “diente por diente” (biblia) o del «El hombre es un lobo para el hombre» (Hobbes), que la practican hombres y mujeres, ricos y pobres, de derecha e izquierda. Y muchos de los cuales, hoy también están de acuerdo con portar armas, tanto por hombres y mujeres, como se observa claramente en EEUU, y todo lo cual tiene también una clara connotación patriarcal.
“Escrache” que genera rechazo de propias mujeres, y que son aprovechados por las corrientes ultra machistas y patriarcales, constituidas por hombres y mujeres, para desprestigiar a todo el movimiento feminista, y, por otro lado, utilizándolo para tratar de anular o de quitar algunos derechos conseguidos. Siendo eso en lo que actualmente están empeñados en todo el mundo, pretendiendo atizar más el fuego de la inquisición y del oscurantismo todavía latente. Entonces, esta inquisición y punitivismo de este feminismo patriarcal de una superioridad moral (Rita Segato) no aporta para salir del patriarcalismo, sino que lo afirma y lo confirma desde el otro lado, por ende, no hay una salida real sino que le consolida al mismo círculo vicioso.
Algo parecido, es lo que han dado en llamar mansplaining, en el propósito de reducir el análisis y la crítica. Solo las mujeres pueden hablar de las mujeres o explicar cosas de mujeres, pero ellas sí pueden hablar de los hombres. Siguen la misma lógica de aquellos hombres-machos que no permiten la participación de las mujeres porque son “cosas de hombres”, y ahora estas “femimachistas” o “feministas patriarcales” dicen es “cosa de mujeres”. El feminismo y todo proyecto necesita crítica y auto crítica, y nuestro interés es hacer crítica de este feminismo patriarcal y machista, que no aporta sino que deforma la acción de despatriarcalización en la que estamos empeñados algunos, hombres y mujeres.
Este feminismo sigue en la misma lógica patriarcal de que el problema es de sexo, de que un sexo está mejor o en mejores condiciones, por el lado de ciertos hombres, los varones son mejores que las mujeres, y a la inversa, la idea de que las mujeres no son machistas o no son patriarcales, lo que es totalmente falso. El concepto de género es también patriarcal, pues las diferencias son culturales y políticas, y lo de “género” dispersa el asunto de fondo, es una trampa para desviar la mirada y no ir a lo estructural, esto es, para no ver la integralidad y transversalidad de este fenómeno. Una mirada sesgada, parcial, aislada, es decir, patriarcal o no integral. Con ello, continuando con los mismos parámetros epistémicos del pensamiento cesionista de la división sexual (y ahora de género), y no la complementariedad entre lo masculino y femenino.
La violencia de estos hombres (y también de algunas mujeres) no se combate con otra violencia, ni procediendo a juzgar y sentenciar como lo hace la sociedad pecaminosa ni la justicia ordinaria. Sistema éste, heredado del patriarcalismo greco-romano y expresado en el derecho romano, aplicado hoy en la mayoría de países de todo el mundo, que no rehabilita o reeduca, sino que aumenta la deformación, que tortura creyendo que el remordimiento religioso lo va a cambiar, cuando lo que hace es generar revanchismo y venganza. Una espiral de donde no se sale, por los que atacan y los atacados, sean hombres o mujeres, pues también hay mujeres que matan a hombres. Casi dos siglos del derecho romano y se siguen dando con la misma piedra.
En este sentido, en el caso de Kingman, no hay 1 hombre malo y 5 mujeres buenas, sino 6 personas afectadas por el machismo y demás características anotadas de este sistema-mundo. Entonces, tenemos a un Kingman machista que no asume con responsabilidad o seriedad su enfermedad, y que lo va diseminando por cada mujer que entra en relación con un cantante con un pequeño prestigio. Es decir, mujeres que se sienten atraídas por empatía o que se identifican con lo mismo o están inmersas en la misma cadena. Una mujer que no es machista o tiene muy poco de machismo, no se mete con un machista, lo rechazaría de inmediato. Y viceversa. Es decir, se atraen entre personas afines. Aquí se podría aplicar la frase, “junto a un gran hombre una gran mujer”, y lo mismo en el caso contrario.
Por ende, la violencia psicológica normalmente es mutua. No son ellas las buenas y él es el malo, sino que son parte de un mismo sistema de creencias y actitudes, que se atraen por polaridades y similitudes. Todos atraemos lo que somos. Algo -de lo poco- rescatable de Kingman, es que no pasa las responsabilidades a ellas, sino que dice que fue mutua la violencia psicológica, lo que en cambio ellas solo la atribuyen a él.
En el otro extremo, tenemos a los hombres que cuestionan a este feminismo, que se polarizan y que acusan a todo el feminismo de negativo, entrando en una batalla campal con estas feministas. Y siendo también el mismo caso, esto es, de que se atraen por similitudes y se provocan por extremismos. Querer presentar a las mujeres como santas o inmaculadas, no ayuda al feminismo y a una nueva humanidad, que es lo que aspiramos una gran mayoría. Y eso implica practicarlo o vivirlo, si la mujer no quiere violencia, menosprecio, desvalorización, rechazo, debe actuar así, con cualquier hombre o mujer, pero, estas feministas hacen lo mismo que critican o cuestionan. Por tanto, ya no es una cuestión de una posición ideológica solamente, sino de una condición humana deficiente, sea hombre o mujer.
Por tanto, si el feminismo no es interseccional y transversal con todos los elementos sociales, se convierten en otra expresión patriarcal, individualista y neoliberal. Llegando a casos, como el de la “giganta” María Paula Romo, quien todavía se sigue declarando feminista y de izquierda, a pesar de todo su paso patriarcal por el gobierno de Moreno, patriarca de última hora y vergüenza nacional, al igual que Correa y la derecha en su conjunto. Antes había una prolijidad en declararse feminista y de izquierda, especialmente en su surgimiento, pero ahora en la sociedad de mercado extremis se consume y se vende cualquier cosa. Por ello, la desacreditación que tienen estos grupos en la mayoría de la población, quienes descreen de estas corrientes, y por el contrario son atrapadas por versiones populistas, especialmente de la extrema derecha, las que hoy han tomado más protagonismo en el mundo.
Los liberales en su primera etapa fueron fervorosos combatientes de los conservadores, y ahora han terminado de gemelos. Los socialistas eran acérrimos cuestionadores de la burguesía y han terminado convirtiéndose en la derecha progresista. Guardan los nombres de liberales o de izquierda, pero en esencia son la derecha posmoderna. Y lo mismo está pasando en el feminismo, ahora hay las feministas liberales y progresistas, lo cual representa la penetración del pensamiento patriarcal en los movimientos sociales.
Si se quiere un cambio real y profundo, esto es, estructural, hay que salir de los recambios que no cambian nada (gatopardismo). El feminismo y la izquierda tienen que descolonizarse, despatriarcalizarse, desdogmatizarse, en una sola palabra, des-civilizarse o des-helenizarse, que es el germen de todo lo anotado anteriormente, el que fuera impuesto por los romanos a Europa y los europeos helenizados al resto del mundo. Caso contrario, seguiremos en cambios epidérmicos o cosméticos, sin ir al fondo de todo. Y de ello, ya han pasado más de 2.000 años.
Excelente forma de sacar de contexto decenas de conceptos teóricos para confundir incautos y fanáticos antifeministas, «ensayista». Mágicamente la lógica logocéntrica pasó a ser la principal herramienta del feminismo en este ensayo, cuando es claramente el principio rector del patriarcado. Mágicamente Segato pasó a ser la principal opositora del escrache, cuando es una autora que lo critica sin querer nunca decir que es una forma de acción política que reafirma el patriarcado, sino que es una forma punitivista de reacción a la ausencia de justicia que puede ser rencauzada hacia formas de justicia restaurativa y reparadora. ¿Cómo le vas a echar la culpa a las mujeres que salieron con Kingman? ¿En qué se sustenta la idea de que el deseo se basa en al similitud, cuando justamente el deseo es la ausencia, la expectativa de conseguir o encontrarnos con algo o alguien que nos es externo? ¿En qué media las acusaciones piden venganza? ¿Las feministas acaso piden que a Kingman se le haga lo que él hizo?
Este artículo solo me confirma que esa manía de muchos «teóricos» de venir a explicarle el mundo a los demás es el verdadero problema de las ciencias sociales. Pero bueno, después de tanta pretensión de superioridad y derroche de falso manejo conceptual me retiro a leer a Ranciere y a Laura Quintana. Recomiendo hacer lo mismo para recordar, en futuros escritos, que existe la agencia humana.
Este texto tuyo no es ejercicio teórico? Soy un pensador e intento descifrar lo que veo. Algunas están en contra de este punto de vista, otras están a favor. Así es la vida. Quién tiene la razón. Tu punto de vista o el mío. Nadie. Solo son puntos de vista. Si las mujeres piden respeto, hay que respetar también. Solo respeta mi punto de vista, como yo hago con el tuyo. Saludos
Como que esto de estar a favor o en contra es tan maniqueo como el resto de tu texto… Segato, sacada de contexto y mal citada… para ser un ensayista está heavy… y esto de «respetar el punto de vista» es tan posmo y neoliberal como lo criticado… pero seré de las que están «en contra», pues
Que lo hayan publicado aquí aún después qué lo criticaron fuertemente en su muro de Facebook sólo reafirma lo que quieren tapar con un dedo , no están dispuestos a renunciar a un solo privilegio , un escrito que demuestra que solo visitan a los Feminismos como la hoja de misa para poder conquistar chicas , no entienden nada , no procesan nada , son luz de linterna a pilas , y como los hongos crecen en la obscuridad son perfectos .
Ningún argumento, solo ataques. Intenta al menos uno solo. critican la violencia y tu texto está lleno de violencia. Por eso muchas mujeres las rechazan.