ATAWALLPA OVIEDO FREIRE
Un grupo de vándalos procedieron a derribar estatuas, destruir el patrimonio, quemar templos y casas, violar a niñas, llegando al extremo de golpear, insultar y hasta asesinar a gente inocente… Así reportaban todos los habitantes de Amaruka o Abya Yala cuando llegaron los conquistadores monárquicos. 500 años más tarde los invadidos y sometidos quieren derribar los símbolos del oscurantismo que trajeron los hombres de la edad media, y los continuadores de los medievales pegan el grito en el cielo defendiendo el supremacismo.
Los sometidos por 500 años no han hecho ni el 1% de lo que hicieron los salvajes monárquicos en América y en la propia Europa, y los neosalvajes fachos se han levantado exigiendo más dominación, más dureza, más represión. No les han bastado 500 años y quieren otros más para eliminar todo el pensamiento indígena hasta que queden solo indios cristianizados, monarquizados, antropizados, domesticados, derechizados e izquierdizados.
En la querida Europa se han atizado los neoscurantistas como Amanecer Dorado en Grecia, Vox en España, Alternativa para Alemania, La liga del Norte en Italia, etc. Todos ellos grupos criminales, como ya ha sido declarado Amanecer Dorado por la justicia griega. Y de igual manera en América, Centro Democrático en Colombia, Prouds Boys en EEUU, Resistencia Juvenil en Bolivia, Libres y la Orden del Cóndor en Ecuador, y otra serie de grupos fascistas, vandálicos, milicianos, mercenarios, etc.
Como de igual manera en el otro extremo, grupos guerrilleros, foquistas, garroteros, algunos de ellos creados o infiltrados por los propios fascistas para generar revanchismo, odio, ira, contra el pueblo y los rebeldes. Como decía Sartre, hay una diferencia entre revolucionario y rebelde, el revolucionario quiere acabar con la dominación para imponer su dominación, en cambio el rebelde no quiere terminar con la dominación para estarse rebelando permanentemente.
Como también lo entendieron los zapatistas y se distanciaron de los marxistas extremistas. El subcomandante Marcos cuando le preguntaron si el zapatismo era un movimiento revolucionario, respondió «Más bien nos definimos como un movimiento rebelde que exige cambios sociales. El término ‘revolucionario’ no es apropiado, porque todo dirigente o movimiento revolucionario tiende a querer convertirse en dirigente o actor político. Mientras que un rebelde social nunca deja de ser un rebelde social. Un revolucionario siempre quiere transformar las cosas desde arriba, mientras que el rebelde social quiere cambiarlas desde abajo. El revolucionario piensa: tomo el poder, y desde arriba, transformo el mundo. El rebelde social se comporta de otra manera. Organiza a las masas y, desde abajo, poco a poco transforma las cosas sin plantearse el problema de la toma del poder».
Y lo mismo entendió el partido comunista Kurdo, y así otros partidos, movimientos y pueblos, que comprendieron que no se trata solamente de tomar el poder para crear un nuevo hegemonismo sino principalmente de cambiar el estilo de vida en la cotidianidad, esto es, las formas de organización, propiedad y producción, en el aquí y ahora, desde abajo y desde afuera.
En el Ecuador, grupos como los auto denominados “mariateguistas” no han entendido ni han aprendido de las equivocadas experiencias de Sendero Luminoso, de las Farc, y demás prácticas provenientes de la desesperación revolucionaria y no de la sabiduría rebelde. Deberían conversar con los pueblos indígenas de Colombia y de Perú, y vean los resultados de todo ello. De cómo ahora la derecha aprovecha de la guerrilla, para culpar a todos como subversivos, de pro-guerrilleros, de izquierdistas, y a pretexto de ello, matar a líderes indígenas, campesinos, ecologistas, etc.
Entonces, no se trata de virar la tortilla y hacer lo mismo que hicieron los oscurantistas medievales monárquicos, como tampoco de poner la otra mejilla. Qué harían estos grupos de revolucionaristas si fuesen poder, con las iglesias y demás símbolos del fanatismo religioso del oscurantismo. Acaso derrumbar como derrumbaron los conquistadores los templos indígenas, igualándose a ellos. O mejor convertirlos en bibliotecas, salas de arte, sanatorios, como lo han hecho en Europa del norte, y para lograr aquello solo necesitaron que sus pueblos se desdogmaticen del credo religioso.
Con esto no estamos en contra de derribar algunas estatuas e iglesias como lo han hecho en algunos lugares del mundo, incluso en Europa contra Voltaire, quizás el más claro exponente de la Ilustración cartesiana y objetivista, pero, lo principal es derrumbar las estatuas mentales, intelectuales, doctrinarias con las que sostienen los fachos a este sistema y convencen a los incautos y débiles.
Estamos de acuerdo con la rebeldía, con esa que construye antes que destruye, que organiza antes que desorganiza, que se preocupa más de su gente que del enemigo, que ama y que no odia. Los odiadores de cualquier lado se unen en el odio. La rebeldía es amor, que no es pacifismo pero que tampoco es revanchismo. Quizás en vez de derribar esos monumentos de la vergüenza, hay que dejarlos y hacer parodia, ironía, educación, para que la gente tome conciencia y reaccione, derrumbando su ignorancia y colonialismo.
Los ridículos ecuatorianos de los morena-Vox se han ido a arrastrar ante el monumento de la reina Isabel representante de la monarquía mundial, que los rebeldes vayan a decirle que aquí seguimos vivos, que no nos exterminaron. Por otra parte, nuestros monumentos indígenas están casi olvidados, ahí hay que hacer actos de amor, de rebeldía, de creación, de belleza, de lucidez. Que los rebeldes se unan y florezcan el nuevo mundo con cantos, danzas, proclamas de vida y de equilibrio.