Atawallpa Oviedo Freire
Filósofo andino
Los partidos políticos deberían agrupar a lo más destacado de una sociedad, pero no están constituidos así. En la función pública, y especialmente en sus autoridades, debería estar lo más valioso de un pueblo, más es, al contrario. Presidentes, asambleístas, alcaldes y demás autoridades de elección popular, tendrían que ser escogidos entre quienes hayan demostrado honestidad, responsabilidad, empatía, sensibilidad; y no entre quienes hayan hecho el mejor espectáculo en una campaña electoral para engatusar a los ingenuos votantes con sus ventriloquías. De eso se trata la democracia, de hacer el mejor marketing de venta de un candidato, tal como se hace de un producto, sin saber si este será bueno o malo, simplemente hay que venderlo para ganar. La democracia es el espectáculo del gran mago, de quién logra convencer a la muchedumbre de que sacará de su chistera la salvación a sus problemas.
En los partidos políticos no están los hombres y mujeres con las mayores y mejores cualidades y condiciones. Mas bien, esta gente se aleja de los partidos políticos porque consideran que son un antro de lo más insulso, donde están los vampiros que quieren vampirizar a todos, de aquellos que quieren entrar a la disputa sucia para arrancharse el poder, de quienes gustan de las batallas de gallos para sacarse los pellejos y hasta los ojos por llegar a lo más alto de una dignidad y así engrandecer su ego y de paso su bolsillo.
Por qué sabios, intelectuales, filósofos, escritores, maestros, académicos, médicos, profesionales en general, no entran a los partidos políticos, con algunas excepciones. Porque los partidos son una banda de glotones dispuestos a asaltar el poder, porque no les interesa el pueblo sino el poder, porque su mayor afán es tener poder, porque quieren tener el poder para tener bajo su control a conglomerados humanos, porque tienen el complejo de reyes y quieren meter bajo su corona a todo un pueblo a su servicio y para su homenaje. Ególatras que sueñan en que el pueblo les llegue a hacer culto a su personalidad en vida y después de muertos, de que su nombre sea vitoreado por las masas, de que todos escriban sobre el gran personaje y hasta creen organizaciones en su nombre.
Los partidos políticos son la trampa de la democracia para que el negocio quede dentro de estos grupos, pues son los únicos que tienen la posibilidad de ser elegidos. Un pequeño grupo de personas, que constituyen feudos para que una selecta parte de ellos llegue a lo más alto y se lancen como aves de rapiña a devorar del Estado. Los partidos políticos son grupos caníbales que se preparan para comerse a todo aquel que se interponga en su paso de gloria y fama. Los políticos son caníbales que están dispuestos a hacer trizas al adversario, para que el pueblo tal como en el circo romano ponga el pulgar hacia abajo y él se alce como el gran césar que lo tiene y puede todo.
Los partidos políticos deben desaparecer si se quiere otro mundo. Cómo puede llegar el “hombre nuevo” desde aparatos conformados por depredadores, no ha sucedido en ninguna parte del mundo. Cómo lo execrable de una sociedad puede engendrar y guiar a un “mundo nuevo”, es imposible. Cómo la violencia que representan y encierran los partidos políticos puede significar el emblema de otra sociedad en otras condiciones; es un contrasentido. Cómo un gueto de narcisos personajes pueden construir un mundo de respeto, tolerancia, simpatía, espiritualidad; es un absurdo.
Esto implica otra forma de participación, de escogitamiento, de elección, de seguimiento, de toma de decisiones, etc. La democracia y la dictadura de los partidos políticos son la mayor forma de esclavismo sutil para someter a un pueblo. El voto en la democracia es la hábil forma para que la muchedumbre se ponga por sí solo la soga al cuello, para que se suicide entregándole su poder a un personaje. Cuando se cede el poder a alguien se pierde toda potestad y posibilidad de autodeterminación, de autonomía, de auto sostenimiento. Cuando se es dependiente, se deviene en esclavo del otro, en vasallo de un individuo que hace y deshace a su antojo y a nombre del elector que le dio el voto.
Un gobierno del pueblo no puede venir de arriba hacia abajo, sino al revés. El poder popular siempre debe estar en la base y no en la cúspide. Los que están en un nivel superior jerárquico solo son portavoces de lo que deciden las bases. El pueblo de acuerdo a su ubicación territorial barrial o comunal elige entre sus vecinos a los mejores calificados, a los más conocidos a todo nivel por parte de sus cohabitantes. Este portavoz pasa a un organismo superior constituido por los portavoces de un sector local. De la unión de portavoces locales surge el organismo regional, y así hasta el nacional. Van subiendo por méritos y no por falsas campañas de adormecimiento. Y caen en cualquier momento si no cumplen con sus funciones. Así, suben y bajan, a según sus capacidades y compromiso. Así de simple.
La polarización derecha-izquierda es el modus operandi de la democracia para que el pueblo pase de un lado a otro, para que esté mareado siempre y nunca se de cuenta de que es vilmente engañado por este maniqueísmo ideologista, para seguir perpetuando la lucha de clases y de la competencia. Divide y vencerás. El ideologismo es la forma de colonización de las ideas, del idealismo utópico, y así el poder siga en manos de los que tienen en la práctica el poder económico. Más que ideologías se necesitan sabidurías o propuestas culturales y filosóficas. Se necesitan sabios y no políticos. El animal político debe dar paso al animal espiritual (no confundir con religioso).
Por eso, toda propuesta de reacomodo de la democracia es puro gatopardismo, para que no cambie nada. Las ideas de reajustes bicamerales o de disminución de asambleístas o el de pago solo por sesiones asistidas, solo distrae y deja intacto lo principal. Lo que es hacerse una masturbación intelectual para beneficio exclusivo de los que se masturban, es decir, de los políticos que seguirán solo ellos gobernando, por los siglos de los siglos, amén.
Las mafias políticas son las dueñas de la democracia y los esclavos demócratas sus siervos que se contentan con ir cada 4 años a depositar su vida en un ánfora. Los demócratas convencidos de que en una raya suya puesta sobre una papeleta está su poder, cuando han sido domesticados para ello, para que enarbolen la raya como el gran triunfo del pueblo. Sin que se den cuenta que lo que hacen al poner la raya es crear la cruz, en donde serán crucificados por el candidato de su elección. Los demócratas se seguirán dando con la raya, cual fuete de auto castigo religioso. Auto flagelándose para sanar su conciencia de que cumplieron con la democracia, sin saber que decidieron continuar con una nueva tortura. Ojalá algún día los esclavos modernos, que se auto titulan hombres libres, despierten de la pesadilla en la que han caído.