Por Aura Isabel Mora
En esta época de pandemia, me he referido a algunos hechos casi que anecdóticos, que han sido resumidos en teorías de la conspiración y en analogías con mundos distópicos, pero que por más fantasiosos que sean estos temas, se apegan paradigmáticamente a la realidad de un país determinado, el mío, Colombia. Lo que no había mencionado es la faceta circense de esta tramoya.
Como en muchos otros países, aquí también se ha hablado del tal “aislamiento inteligente”, solamente que aquí, éste se puede resumir en un “sí pero no y no pero sí”, o sea, nos debemos quedar en casa, pero podemos salir; no podemos violar la cuarentena, salvo en casi 50 excepciones –que no incluyen la compra de televisores–; estamos en un pico de la pandemia, pero si sales en cuarentena te ganas una carita triste, con pinta de emoticón rojo, si te quedas en la casa, el emoticón es feliz y verde.
Pues bien, el último disparate del circo en el que se ha convertido el país, digno de analizar, es una confluencia de dos propuestas gubernamentales: la primera, la hipoteca inversa; la segunda, tres días sin IVA; pero semejantes despropósitos no son solamente por cuenta de Iván Duque, que es precisamente lo que hace anecdótica la situación.
El escenario es el siguiente: el lugar, un país, Colombia; una época, la pandemia del coronavirus; el ambiente, la crisis por el aislamiento causado por la cuarentena. Ya hemos sido espectadores de varios actos de la obra, pero el que viene es digno de expectación porque quienes hasta ahora habían sido coro y extras, adquieren protagonismo en la obra.
Ante la situación de crisis generada por el aislamiento y la cuarentena, obvia y consecuentemente se empezaron a evidenciar las afugias, respecto de las cuales se esperaba las correspondientes medidas gubernamentales de ayuda –ya antes se había creado el Programa de Ingreso Solidario, pero este terminó proveyendo subsidios económicos a fallecidos; hasta al extinto narcotraficante Pablo Escobar apareció por allí–, y ahora el gobierno se aprestaba para presentar otra “gran idea” con la que se pretendía “ayudar”, especialmente en este caso, a los adultos mayores: la hipoteca inversa; una hipoteca para mayores de 65 años, en la que los bancos privados otorgaban un préstamo de dinero con la garantía de la casa del viejito que pasaría automáticamente al banco una vez muera el deudor. Obviamente, el monto del crédito nunca sería, ni de lejos, aproximado al valor comercial del inmueble.
Comprensiblemente, en un país tan polarizado como éste, las críticas a esta idea del gobierno no se hicieron esperar y a la hipoteca inversa la rebautizaron como “estafa perversa”, ante lo cual, los áulicos del gobierno –sorprendentemente, los hay– sacaron de su arsenal un argumento de defensa que ellos consideraban infalible: que quienes criticaran la idea gubernamental de la hipoteca inversa eran definitivamente los hijos pródigos e irresponsables con sus papás a los que tenían abandonados y ante el riesgo de perder la herencia, sin que mediara desheredamiento por indignidad, venían –ahora sí– a reclamar sus derechos sucesorales de hijos. Una idea que tenía una ventaja estratégica: disuadiría –momentáneamente– la discusión por temor a quedar como un desalmado hijo abandonador de padres.
Pero no contaban los gobiernistas con que se vislumbraba –muy evidentemente– la pretensión de favorecer a los bancos a costa del sufrimiento de los ancianos en esta pandemia, lo que dejaba no muy bien parado el sustento moral de su “infalible argumento”, además de desnudar la terrible realidad de la normatividad y del sistema de seguridad social en Colombia, sobre todo en el tema de pensiones.
Pero en Colombia, no solamente en los más viejos piensa nuestro gobierno, también pensó en todos los que por causa del aislamiento y la cuarentena se han quedado sin ingresos: ¡Decretó tres días sin IVA!, medida que también, desde su anuncio, levantaría críticas que ni siquiera se harían esperar a la primer fecha de la exención del impuesto. Sería este día la entrada que convertiría en protagónico el papel de quienes eran, hasta el momento, figurantes en la tragicomedia, que bien parece pudiera haber sido escrita por Ionesco.
Además del evidente populismo y demagogia de la exención del impuesto al valor agregado en las mercancías, lo que se advierte es la carencia de coherencia lógica en el espíritu de estas ideas, y la falta de una buena puntería a la hora de lanzarlas para conjurar la crisis.
Lo que posiblemente nadie esperaba es que en plena pandemia, con 117.110 casos de Covid-19, en medio de una supuesta “cuarentena inteligente”, las hordas de otrora compulsivos compradores de papel higiénico se convirtieron en hordas de compulsivos compradores de grandes y modernos televisores.
Entonces, el viernes 19, en plena pandemia de Covid-19, pensando ahorrar el 19 % del IVA grandes y nutridas aglomeraciones de personas comprando a crédito Smart Tv y cuanta chuchería suntuaria pasa por sus antojos, con tasas de interés del 24 % interpretan una actuación magistral en esta obra del teatro del absurdo.
Primer Acto: Se levanta el telón, nos cae la pandemia; se alza la cuarentena, se cae la economía; se elevan los contagiados, nos cae la crisis; se iza el trapo rojo, se desploma la despensa del mercado. Muchos no pueden salir a trabajar, no perciben salario, no consiguen sustento, claman por ayudas.
Segundo acto: ¡Hora de la magia! No hay mago en este circo, pero un payaso toma su lugar; los subsidios desaparecen y aparecen extraños beneficiarios, el improvisado mago saca de su chistera (galera, para los del Cono Sur) un truco “a la inversa” y luego propone desaparecer un impuesto, pero solamente por tres días. Es hora del suspenso; «Salir a abarrotarse de víveres bien vale la pena del riesgo de contagiarse, ¡total, hay “cuarentena inteligente”!», pero…
Tercer acto: Nuestro proclamado mago, que había prohibido las aglomeraciones, incentiva –no obstante– que muchedumbres atesten almacenes; no hay dinero para el mercado, pero sí lo hay para televisor último modelo; lo único “inteligente” es la cuarentena (sólo de nombre), porque ni quien la estableció, nuestro payaso con ínfulas de mago, ni quienes la desacataron por un televisor nuevo, lo son. El viernes 19 fue como el viernes, posterior a Acción de Gracias, en el que se inaugura la temporada de compras navideñas con rebajas y con el que muchas tiendas y almacenes pasan sus cuentas y balances de números rojos a negros, pero que, en este caso, posiblemente enrojezca aún más las cuentas y las cifras del coronavirus, por lo que se le ha llamado “el Covid Friday”.
En Colombia, cuando los banqueros se tratan de aprovechar de la gente y para eso piden ayuda al gobierno, hay quienes salen a defender al gobierno y a los banqueros, y a acusar y atacar a las demás personas de ser malos hijos, no existe en cierto espectro de la población la más mínima capacidad y posibilidad de reflexión y criterio que les advierta que la falta de políticas serias de seguridad social con pensiones dignas y universales, de estabilidad y dignidad laborales, y ni qué decir de renta básica, la que les han hecho ver como idea del satanás del socialismo latinoamericano y de los demonios castrochavistas, o, por lo menos, una honrada y honesta administración pública de los recursos destinados a atender la crisis por la pandemia son en realidad las ideas que los pueden salvar en la cuarentena.
Tampoco son capaces de ver que los tres días sin IVA no es, de ninguna manera, una ayuda en estos tiempos de crisis, sino un incentivo para la reactivación de la economía y, mucho menos, el engaño que hay detrás de este truco. Ya han pasado dos fechas del Covid Friday y vendrán nuevos trucos. Como sociedad nos la pasamos desentrañando cuál es la trampa y como desenmascarar al mago, con el que se siguen desapareciendo los líderes sociales, así harán con el futuro de las nuevas generaciones, desparecerlo.
Desafortunadamente, un pueblo sin formación, y aún más sin formación política puede ser manipulado fácilmente. Causa indignación ver a un pueblo extraviado sin líderes que tengan una visión clara , más en tiempos de pandemia. Pero mi querida Aura, por ello el desafío es mayor y se hace urgente que cada uno asumamos las transformaciones que estamos llamados a hacer… Gracias por correr el velo y propiciar cuestionamientos sobre el momento que estamos viviendo…