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Atawallpa Oviedo Freire

El expresidente derechista francés Nicolas Sarkozy intentó en su gobierno que se apruebe una norma para cambiar lo que se enseñaba en historia a los alumnos sobre la acción de Francia en la invasión del África. Cambiar a una versión que glorifique a los franceses y en la que no salgan mal parados en la historia, así las generaciones actuales tengan «orgullo» de lo que hicieron en el África sus «sacrificados» compatriotas.

Sarkozy pretendió aplicar lo que decía Napoleón de que la historia es una versión previamente acordada. Si en la versión que actualmente se enseña en Francia sobre su arremetida en el África y que no es una «leyenda negra», Sarkozy pretendía blanquearle más todavía para que aparezcan los franceses como grandes liberadores y generosos civilizadores. Afortunadamente eso no pasó. A la mayoría de los franceses eso les pareció un absurdo, pues no se puede tapar el sol para que deje de brillar. Los belgas actuales también reconocen que se cometieron arbitrariedades en lo que hoy es la República del Congo, incluso han pedido disculpas por los excesos cometidos. Y así otros países y personas.

Ahora la derecha española está empeñada en reescribir la historia y «reconquistar España» (Abascal de VOX), siguiendo el libreto del derechista de Sarkozy, y apoyándose en Elvira Roca Bermeo pretenden reescribir la historia a su conveniencia, presentando a la conquista de América, a la inquisición, y al franquismo como gestas gloriosas de todo el pueblo español, y así sea aceptado por todos. ¿El pueblo español lo permitirá? Me temo que podría pasar, pues muchos españoles sufren el complejo de Solomon y de Job.

La derecha española cree que se puede subir la autoestima de la población cambiando la realidad de lo sucedido para presentar una «leyenda rosa», y con ello crear otra España. Lo que sería una vergüenza para el propio pueblo español, pues esa no es la manera de salir de ese sentimiento de inferioridad hacia el resto de europeos, sino justamente haciendo lo contrario, que se llama dignidad y responsabilidad. Para desde allí enfrentar a la monarquía y sus esbirros. causantes de la situación de pobreza intelectual y cultural del pueblo español y del latinoamericano.

La situación de que gran parte de los europeos consideran a España como «un lugar atrasado y raro, un país que casi no puede considerarse europeo, bárbaros y medio africanos», es responsabilidad de la monarquía y de las oligarquías españolas que han dirigido y han construido lo que es la España actual. O es que le van a culpar a los extraterrestres, a los indios de América, al pueblo español, o a los países vecinos, como argumenta Elvira Roca. Ella quiere buscar un chivo expiatorio en el exterior, incluso contradiciéndose cuando en una entrevista que dio y en referencia a España por la crítica situación actual de Latinoamérica, dice: «… porque permite echarle la culpa a otro de las desdichas del presente, ya sea ese presente el de la España decimonónica o actual o el de Hispanoamérica. Es mucho más cómodo culpar a la Historia que asumir la propia responsabilidad.»

Y Roca Barea hace lo mismo, les culpa a los otros pueblos y no a la historia de la situación de los españoles. Ese el «denodado» trabajo actual de toda la derecha, para culpar a los Otros del problema de los españoles y pescar a río revuelto: los migrantes, los homosexuales, las feministas, los pobres, los otros países. Para Roca Barea todo es «leyenda negra» de los europeos contra los españoles, ellos son los culpables y no la historia: «Ése es un tópico que figura en el organigrama de la Leyenda Negra desde el inicio de la guerra en los Países Bajos (1568) con Guillermo de Orange. (…) En 1578 se editó en Holanda y Francia con el subtítulo: Tiranías y crueldades perpetradas por los españoles en las Indias Occidentales. Para que sirvan de advertencia a los Países Bajos. Era propaganda. (…) En el caso español, la Leyenda Negra parte de las oligarquías de los territorios que estaban bajo dominio español o que se enfrentaron a su poder. En Roma, por ejemplo, decían que todas las prostitutas eran valencianas, porque el papa Borgia lo era. Y Lutero hizo miles de grabados para denigrar a los españoles. Incluso encargó uno en el que aparece Carlos V practicándole una felación a la Iglesia representada como la Ramera de Babilonia. (…) La hispanofobia nace en cuanto comienza la expansión territorial de España hacia Italia. Choca de plano con el humanismo italiano que son los primeros en decir que somos ignorantes, bárbaros… y vive en el repertorios de las autojustificaciones de las iglesias protestantes, Ilustración, etcétera, siempre preparado para reforzar la autoestima del norte. En la crisis de 2007, la prensa internacional recurrió a los viejos tópicos de la Leyenda Negra: España siempre ha sido un lugar atrasado y raro, un país que casi no puede considerarse europeo, bárbaros y medio africanos. Ya en grabados del siglo XVII nos representan como PIGS.»

Como podrá darse cuenta el lector, Roca responsabiliza a las «oligarquías» de otros países y no a las «oligarquías» de su país como los responsables de todo lo que han vivido. Y cuando latinoamérica responsabiliza a la oligarquía española de todo lo sucedido, para Roca Barea son puras mentiras y exageraciones. Todo el mundo es malo, incluido la izquierda y el pueblo español, menos la monarquía española y el antiguo imperio español. En ese propósito han empezado un proceso de satanización de Bartolomé de las Casas, testigo directo de los horrores cometidos. Y evidentemente Roca busca justificaciones y explicaciones a su antojo, así por ejemplo dice de él: «Su estancia más duradera fue cuando le nombraron obispo de Chiapas (1544-1550), pero sólo estuvo allí unos meses y en ese tiempo, como cuentan sus contemporáneos, ni se preocupó por conocer a los indios ni su idioma. En cuanto pudo, se volvió a España y se pasó el resto de su vida en la Corte.»

Roca es la versión moderna de Gines de Sepúlveda, a quién le enfrentó Bartolomé de las Casas y le acusó en la Universidad de Salamanca de «escribir inmensas mentiras». Sepúlveda es otro cura que vio lo mismo que de las Casas, pero que justifica lo cometido por los conquistadores en su libro «Las justas causas de la guerra contra los indios». Y Roca es un gran pie de página a Sepúlveda y a otros que alaban las guerras de exterminio y de conquista por la monarquía española. Mientras unos tienen imperiofobia, Roca Barea es imperioapología.

Tal es su apologismo que pretende descalificar y minimizar a Bartolomé por el número de días que estuvo. Así hubiera estado un día y narre lo que vio, ya es suficiente. Además, antojadizamente asegura que Bartolomé de las Casas no se «preocupo por conocer a los indios». ¿De dónde saca esa conclusión? Pues, de los Sepúlvedas de aquella época y de su complejo de Solomon, que le permite inventarse y hacer las interpretaciones más contorsionadas posibles.

Pero lo más terrible es cuando minimiza la muerte de millones de seres humanos, cuando existen muchas pruebas del genocidio y etnocidio sucedido. Por ejemplo, un estudio de científicos británicos en base a diversos análisis llegó a la conclusión de que la población de América debió bordear los 60 millones de habitantes y que en apenas 100 años se redujo a unos 5 o 6 millones. Puede imaginar el lector lo que significa 50 millones de personas muertas, pero para Roca Barea los científicos se están inventando cifras o haciendo exageraciones o lanzando falsedades, como igual dice de Bartolomé de las Casas: «Algunos autores sostienen que había en América cuatro millones y otros 20 cuando se produjo el descubrimiento. Pero esas cifras no tienen base histórica porque no había censo alguno. Lo que sí se sabe es que cuando llegaron los españoles hubo epidemias devastadoras (como el sarampión) que se pudieron controlar más gracias a que se desarrolló una política activa de control de epidemias, lo que evidencia que el Imperio se preocupaba por la salud de los indígenas.» (…) Las cifras de Fray Bartolomé son falsas. Para que fueran verdad, cada español que hubiera pisado América desde el 12 de octubre de 1492 hasta el inicio de las guerras de la Independencia (1810) tendría que haber matado 14 indios al día. ¿Y qué es lo que hizo famoso a Fray Bartolomé? Que lo utilizaron los rivales del Imperio Español, esencialmente orangistas y los ingleses.»

Si no hubo censo, cómo es que ella sabe que fueron pocos los habitantes. ¿Ella ha hecho algún estudio científico para determinarlo, o todo le sale de su complejo de Job? Pero digamos, que solo hubieron 4 millones de seres humanos en un inmenso territorio, como dice Roca menospreciablemente. ¿Acaso 1 millón, 50.000 personas, 500 seres humanos muertos, es poca cosa? Esa es la miseria humana, y ella se preocupa de calcular y cree que debían haber matado 14 indios por día. Hoy sabemos que la mayoría murieron por las «denominadas enfermedades blancas» llevadas por los conquistadores, y a las cuales no estaban preparados los indios contra ese tipo de bacterias. Incluso, llegaron a propagarlas intencionadamente, tal como explicamos en otro artículo titulado «El virus que cambió el mundo hace 500 años».

Lo que por otro lado, habla de las condiciones de salubridad que había en América y en Europa. Las monarquías europeas en sus disputas por engrandecer sus territorios, como relata anteriormente la misma Roca Barea, y en el afán de satisfacer el ego monárquico de que «en su territorio nunca se oculta el sol», llevaron a sus pueblos a unas guerras fratricidas por 1500 años. Y como consecuencia había mucha pobreza, y por ende mucha delincuencia y muchas enfermedades. Siendo esa gente la que llegó a América, especialmente en las primeras expediciones, es decir, una serie de pobres, delincuentes, enfermos; o en palabras de Pérez-Reverte: unos «bajitos, analfabetos, broncos, sanguinarios y muertos de hambre».

Así es como le tenía (y le tiene) la monarquía al pueblo español, y Roca quiere liberar a las oligarquías españolas con el falso argumento de que se preocuparon de las epidemias. Mal intencionadamente Roca confunde al pueblo español y a la monarquía, metiendo a todos en el mismo costal. Lo poco que hicieron en América fue por interés, cuando se dieron cuenta de que se morían los esclavos y que no tendrían suficientes trabajadores que sigan explotando las minas y cultivando las tierras. No era por su sensibilidad o porque «el imperio se preocupaba por la salud de los indígenas» -como dice Roca Barea a su conveniencia-, sino porque se les extinguía la mano de obra gratuita. Como ahora, en que las oligarquías hacen algo por el pueblo español y del mundo, para seguir teniendo mano de obra barata.

Lo cierto, es que enviaron a lo peor de la sociedad española de esa época, pues como todo era una aventura no sabían cuál sería su situación en el viaje. Tampoco les importaba en gran medida si naufragaban los barcos o lo que les pasaría a los navegantes cuando llegasen a territorios desconocidos, pues en última instancia si se morían los delincuentes se libraban de ellos. Por eso no arriesgaron a otras personas y enviaron a gente pobre y enferma, que fueron sacados de las cárceles, y que son los que portaban las bacterias en su cuerpo, como también en los animales que llevaron.

Las otras causas de muerte fueron todo lo que relata Bartolomé, pero para Roca es un cura loco que vio y escribió estupideces. Y lo mismo otros curas «falsos», como el padre Motolinía que habla de «las diez plagas que cayeron sobre América», o del padre Acosta que se deslumbró al encontrar el gran camino de los Incas y que era mucho más grande que el camino de Adriano en Europa, y tantos otros que vieron y escribieron lo que Roca no ve o que interpreta de otra manera. La derecha debería leer a Antonio Espino López, su libro «La conquista de América, una versión crítica», pero, como quieren seguirse engañando y manteniendo la actual situación de España, seguirán empeñados en rescribir la historia para desde las falsedades intentar subir la baja auto estima de los españoles.

Dice esta señora llena de complejos y mezquindades: «Y ni aunque todos ellos hubieran sido Rambos redivivos, hubieran podido tomar solos por ejemplo, Tenochtitlan (1521), la capital, en donde vivían al menos 80.000 personas. Lo que tuvo que hacer Cortés fue pactar con las poblaciones sometidas por los aztecas que soportaban una tiranía espantosa. En los documentos de los totonacas sobre la caída de los aztecas, ellos consideran que fue Cortés quien les ayudó a ellos. Ellos son los protagonistas, no los conquistadores españoles. Y lo mismo pasó en el resto de Iberoamérica.»

Es cierto que habían conflictos entre distintas poblaciones en América, de lo cual se percataron los conquistadores para aprovecharse de ello en su favor y no para liberarlos como pretenden decir. Alguien cree que en las guerras los militares son sensibles y humanos, y de que los «bajitos, analfabetos, broncos, sanguinarios y muertos de hambre» que llegaron a América estaban preocupados de los Totonacas y odiaban a los «tiranos» Aztecas por ello, y los querían liberar. Nada más absurdo, se aprovecharon de la situación, y se unieron a los Totonacas para arremeter contra los Aztecas, para luego lanzarse contra los Totonacas y tomar posesión de todo su territorio. Y así con el resto de pueblos de América hicieron lo mismo, esa fue la táctica que les dio buen resultado.

Y donde no habían enfrentamientos entre pueblos, los creaban, o los asustaban con la posibilidad de aquello. Siendo esto lo que pasó en los Andes, como revela un libro encontrado hace unos pocos años del cura jesuita Blas Varela, de que no hubo ninguna disputa entre los hermanos Atawallpa y Wascar, sino que crearon esa idea entre los pobladores de los Andes para lograr derrumbar a los Incas. Luego de que tomaron preso a Atawallpa, lanzaron la idea de que el Inca quiteño le había preparado una traición a Wascar, y con ese argumento hicieron que se peleen los bandos de los hermanos, para luego quedarse con el festín los «broncos y muertos de hambre».

Además, se explica en este libro escrito en los primeros años de la invasión a los Andes, que los conquistadores lograron la captura de Atawallpa gracias a que lograron envenenar a sus generales, quienes creían que estaban celebrando un encuentro pacífico entre españoles e incas. Demostrándose con esto, que los Incas no eran beligerantes y que les recibieron a los conquistadores, pero estos les traicionaron, les envenenaron, y tomaron prisionero al último Inca y luego lo mataron, incumpliendo su palabra. Los conquistadores le habían dicho, que si les entregaba un cuarto grande lleno de oro le dejarían libre. Atawallpa cumplió con su palabra dándoles lo que pedían, pero como la palabra de los delincuentes no vale nada, más bien lo mataron.

A la final, todos los habitantes de América salieron perdiendo, después de que les pedían la mano les daban la espalda. Esa fue su habilidad, engañar y mentir, para luego acuchillarlos y robarles todo. Algo que hasta el día de hoy pasa lo mismo con las oligarquías nacionales, que son iguales en cualquier parte del mundo. Qué les podía importar la vida de los amerindios, a una gente pobre, delincuente y enferma, dirigidos por unos ambiciosos y desalmados militares al mando. Lo único que querían eran los metales preciosos y todo lo que podían llevarse. Y los que se quedaron, querían salir de la miseria en que vivían en España por culpa de la monarquía y la oligarquía, y pretendían ser nuevos reyes o nuevos ricos en América y también tener vasallos o esclavos a su servicio.

Y luego dicen que trajeron la civilización, la religión, la lengua, cuando en España hasta hace 100 años la monarquía le tenía analfabeto al 75% del pueblo español. Por otro lado, cuando dicen todo aquello, quieren decir que lo que había en América no valía o era inferior, es decir, que su sociedad era salvaje, su espiritualidad era falsa, su lengua era instrumental. El antropólogo estadounidense Bruce Mannheim dice, que el quechua es el único idioma centrado en el otro o está enfocado en el prójimo, a diferencia, por ejemplo del español, que tiene un tinte egocéntrico, como todas sus creaciones y creencias.

Los dioses amerindios son visibles y dan vida todos los días, como igual lo entendían los antiguos Celtas, los Iberos, y todos los pueblos indígenas de la península ibérica, al igual que toda Europa y todo el mundo. El dios de las monarquías es un dios hombre y blanco. No tiene forma de mujer, y solo desde hace 100 años es rubio y de ojos azules, pues los romanos y los griegos decían de los germanos y de todos los pueblos del norte de Europa que eran salvajes y que una prueba de ello es que tenían otro color de pelo, de ojos, y de piel. Incluso, en Europa hasta el día de hoy se hacen bromas de las personas rubias, especialmente de las mujeres y se dice que son estúpidas o bestias.

Dice Barea Roca: «La imperiofobia es un fenómeno racista. Lo entendemos mejor cuando el grupo humano sobre el que recae el racismo es un grupo minoritario, periférico y marginal… Pero es que eso puede pasar a la inversa. Esto es, un grupo humano que ocupa una posición sobresaliente en un continente o a nivel mundial y que por eso, tiene que ser moralmente inferior, bárbaro. Como ha sucedido con los rusos, con los españoles y ahora con los americanos. ¿Por qué triunfa? Porque provoca un alivio moral.»

No solo que su complejo de inferioridad le lleva a defender y minimizar a los otros como minoritarios, periféricos y marginales; lo que quiere decir en su baja autoestima que Europa era todo lo contrario, sino que le lleva a defender a los imperios como tal, es decir, a los emperadores que son los grandes beneficiarios de ello. Para Roca Barea no importa cuales sean los imperios, pues para ella son una gracia divina ya que son los representantes de dios en la Tierra, una especie de semidioses como ellos mismos se autocalificaban. Y ahora, risiblemente el modelo de imperio para Roca Barea es EEUU, y seguramente alaba las guerras que ha lanzado contra 50 países en los últimos 100 años. Y también debe aplaudir cada acto de Trump y de Putin. Incluso, llega al extremo de criticar a España de que no es subsidiaria de EEUU: España «No ha sabido aceptar su posición subsidiaria en el imperio hegemónico que es EEUU.» Otra expresión de su complejo de servilismo y de súbdita. Una española pidiendo que España sea subsidiaria de EEUU. Quién lo creería. Aun cuando hay latinoamericanos queriendo volver a ser colonias de España. Hay quienes nacieron para ser siervos y a eso dedican toda su vida, contentándose con las monedas que les lanzan al suelo para que las recojan y sepan quién les da de comer.

Todo imperio para que llegue a serlo es porque se ha superpuesto a otros, los «tiranos» son todos los imperios y no solo los aztecas, como ella pretende decir. Roca defiende a los imperios, excepto al imperio azteca que no cuadra en su historia de reliquia. Para Roca, el racismo es de quienes están en contra de los imperios, cuando son los imperios, es decir, los monarcas, los que desprecian a los Otros, creyéndose mejores o superiores. Pero para ella, los pueblos, los oprimidos, los explotados, son los racistas. Típica visión de la derecha. En lo único que tiene razón es que hay una imperofobia, claro que sí, todo pueblo digno está en contra de cualquier tipo de imperio, de derecha o de izquierda. Aunque para ella, solo valen los de derecha.

En definitiva, lo que vemos es a una vasalla de la monarquía española defendiendo al imperio. Se ha impuesto la tarea de poner la alfombra roja a la realeza para que le suelten algunos aplausos, como ya los recibe de ellos y de toda la derecha, y de esta manera, su ego no se sienta con tanta baja autoestima, que es lo que tanto le preocupa en su versión de la historia.

Finalmente, dice: «También que se ha acabado con la gran educación europea que producía ese sustrato de clase media culta que garantizaba la pervivencia de la democracia. Siempre ha habido analfabetos pero ahora salen de las universidades.»

Con esta frase lapidaria, está diciendo en su complejo de Job, que la única que no es analfabeta en Europa y en todo el mundo, es ella. Todos han estado y están equivocados, excepto ella, y ahora también aquellos que creen que el futuro de España cambiará porque se cuente de otra manera la historia. Cambiando la versión de la conquista, de la inquisición y del franquismo, los españoles se darán palmaditas y con ello se sentirán orgullosos, y toda España dejará de ser el patio trasero de Europa. Si América Latina fue convertida en el patio trasero de EEUU, es por responsabilidad de sus oligarquías, y lo mismo en España, y en cualquier lugar del mundo.

Hablar de españoles y latinoamericanos en general, es engañar con falsos patrioterismos. Hay dos Españas y dos Latinoaméricas. El pueblo español y latinoamericano es el mismo, en tanto sus élites hicieron lo que hicieron para que estén en la situación en que están. Y no será cambiando la historia, sino cambiando el presente imperial y oligárquico el que generará otro futuro para todos los pueblos del mundo. Terminando con la sociedad de vasallos, creada por los imperios antiguos y modernos, es que habrá otro mundo.

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Por Alteridad

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