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El 90% de los mexicanos están abiertos a las posibilidades ...

ANDRES KOGAN VALDERRAMA

A propósito de una nueva controversia por las supuestas propiedades medicinales de la marihuana con respecto al Covid-19, se planteará cómo el prohibicionismo se encuentra en un momento de crisis en la actualidad ante la aparición de un incipiente proceso de legalización de esta droga. 

Un prohibicionismo que se origina en el momento en que occidente empieza a penalizar el uso y venta de cannabis a comienzos del siglo XX, lo que marcará un antes y un después en cómo se ha concebido esta planta en los últimos 100 años.   

Esto considerando que el cultivo del cáñamo data desde hace 10.000 años atrás y la marihuana ha sido usada con fines medicinales por siglos por culturas como la maya, azteca, inca, islámica, china, india, griega, persa, egipcia, siendo considerada por todas ellas como una planta sagrada. 

No obstante, se abrirá la puerta a un proceso de persecución de la marihuana, luego de su prohibición en Estados Unidos (1910), Sudáfrica (1911), Jamaica (1913), Inglaterra (1928) y su inclusión en la Convención de Ginebra como una sustancia prohibida (1925). Esto irá acompañado por un proceso de demonización del cáñamo, al tocar ciertos intereses económicos, como el negocio de la madera. De ahí el discurso racista contra la marihuana, impulsado por el empresario Randolph Hearst, quien sostendrá la idea de que era una droga generadora de psicosis y violencia por su consumo de parte de negros y mexicanos. 

Sin embargo, a pesar de que la prohibición de la marihuana aún persiste en buena parte de los países en el mundo, se ha abierto un nuevo proceso de legalización, ante el fracaso de la guerra contra las drogas. Los casos de Uruguay, Estados Unidos, Canadá, Israel, Sudáfrica, Suiza, Portugal, Holanda, Australia, pueden ser vistos como el inicio de un nuevo capitalismo cannábico, que tendrá importantes consecuencias en cómo nos relacionamos con esta sustancia. 

Un capitalismo cannábico que ha sido impulsado por grandes empresas como Canopy Growth, Aurora Cannabis, Aphiria Inc, Alcaliber y GW Pharmacueticals, las cuales se encuentran en una nueva cruzada por su legalización a nivel mundial, ante lo planteado por el científico israelí Raphael Mechoulam (sistema endocannabinoide), como por múltiples investigaciones sobre el uso de cannabis para tratar el dolor crónico, quimioterapia, fibromialgia, esclerosis múltiple, parkinson, alzheimer, enfermedad de crohn, epilepsia, glaucoma, síndrome de tourette, cáncer, entre otras.  

No obstante, si bien las propiedades medicinales del cannabis han sido históricamente aceptadas por distintas culturas de todo el mundo, más allá del período prohibicionista, el peligro de este nuevo capitalismo cannábico pasa por la extracción desenfrenada y la mercantilización completa de una planta, que debiera ser una fuente de salud para todas y todos más que la fuente de negocio de unos pocos. 

El caso de las plantaciones de Desert Hot Springs en California es quizás donde mejor se ilustra este nuevo capitalismo cannábico, siendo el primer Estado en Norteamérica en legalizar el cultivo, uso y negocio del cannabis desde el año 1996, generando el mercado legal de marihuana más grande del mundo. 

Situación similar ocurrida en otros lugares, como pasa en Park Lande Farms en Ontario (Canadá), Ma Gardens (California), Americann (Massachusetts), Buddy Boy Farm (Washington), GW Pharmaceuticals (Inglaterra), Los Sueños Farms (Colorado),  Green Barn Farms (Washington), entre otras. 

El peligro de la expansión de este nuevo capitalismo cannábico es que puede generar nuevos procesos extractivistas, a través de una industrialización de esta planta, mediante el monocultivo a gran escala, al igual como pasa con la palma de aceite, la soja, la palta, el maíz, el algodón, en donde el uso de agrotóxicos y el despojo de territorios de comunidades indígenas y campesinas es cada vez más dramático en el Sur Global.

Es por eso, que las alternativas debieran ir más allá del prohibicionismo imperante como de un nuevo capitalismo cannábico, ya que ambos son procesos coloniales finalmente. De ahí que la convergencia entre autocultivo y policultivo sea la salida a un nuevo escenario de mercantilización de naturaleza, por lo que se hace necesario que la soberanía alimentaria y la soberanía sanitaria se entrelacen desde miradas pluriversas y sostenibles, como lo pueden ser la permacultura y la agroecología.

Para cerrar, no es mera coincidencia que una reciente expedición al espacio, llevada a cabo por la empresa SpaceX, propiedad del fundador de Tesla, Elon Musk, se hayan enviado 500 plantas de marihuana en la nave de carga CRS-20, para estudiar así nuevas aplicaciones en su uso. Al parecer, la conquista de la Tierra y del Cosmos no dejará fuera esta nueva oportunidad de negocio de un nuevo capitalismo cannábico.

Por Alteridad

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