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Tras casi ochenta días de perversa info-demia mundial…

Diego Velasco Andrade

CÁPSULA

Desde ya hace casi ochenta días, ante la pretendida instauración por la fuerza, de una nueva ola neoliberal para salvar el Nuevo Orden Social, se han desatado acciones de bandera falsa con el objetivo de distraer las medidas económicas en marcha, construyendo así un falso enemigo, esta vez a través de un operativo bioterrorista llamado por las transnacionales farmacéuticas PANDEMIA código Illuminati 19; operativo curiosamente desatado en plena crisis global capitalista y en medio de una ola creciente de protestas sociales, despertar de con-ciencia de la población mundial – en especial de la más joven – y recurrentes acciones de desobediencia civil planetaria.

LA BURBUJA PERSONAL

El famoso antropólogo norteamericano Edward Hall, perteneciente al “colegio invisible” o Escuela de Palo Alto, propuso a mediados de los años 60 el concepto de distancia interpersonal, que lo condujo a determinar una nueva disciplina: La Proxémica. Es decir, aquella perspectiva comunicativa no mediática que estudia la interacción personal cercana / lejana de los sujetos sociales en el espacio público y eventualmente en el espacio privado. Entendiendo a todos los sujetos humanos observados para tal fin, como entidades psico- socio-culturales, integradas plenamente a su entorno.

Sin embargo, el análisis proxémico no es solo aplicable a los seres humanos, pues sus primeras hipótesis las realizó a partir del observar el distanciamiento entre animales, en especial de las aves. Así, son famosas sus primeras imágenes del distanciamiento a intervalos regulares casi milimétricos, de aves urbanas posadas sobre los alambres de luz; por tanto de su distanciamiento como clave de apropiación de su hábitat colectivo, conservando eso sí su propia identidad individual. Igual situación observó con el distanciamiento entre humanos que el mismo Hall llamó: el mantenimiento de la “burbuja personal” y por tanto el concepto “distancia interpersonal”.

En efecto, esta perspectiva no mecanicista de la comunicación había nacido de la etología o del estudio del comportamiento de los animales, en singular de los mamíferos y por extensión del ser humano, así como del estudio de las culturas “no occidentales”, en donde las distancias no controladas por el poder piramidal, sino por la propia comunidad circular, se acortaban como mecanismo de “bien-estar” y de auto-inmunización colectiva. Con el tiempo, estas investigaciones de “comunicación en la naturaleza” fueron seguidas por una pléyade de investigadores alternativos como Gregory Bateson, Erwin Goffman, R. Watslawick, Margaret Mead, Desmond Morris y un largo etcétera de pioneros del estudio de la comunicación cultural en tanto extensión del communis primordial, jamás de aquella bazofia mediática desarrollada hoy por los medios de comunicación masivos o mass media, de los que más bien se ocuparía la comunicación mecánico funcionalista.

Hoy, ese movimiento inicial anti establishment o contra el poder establecido y sus conceptos liberadores, sus categorías holísticas e integrales con el entorno y las acciones paradójicas  de comunicación, podrían servirnos para cada vez más deshacernos de la matrix esquizofrénica del control social y para poder concienciar que somos seres integrantes nunca “dueños de la naturaleza”, tal como lo habían preconizado desde hace siglos las culturas primordiales consideradas por el neurótico sistema imperante: “primitivas”. Sin embargo, vemos como hoy han sido copiadas, reutilizadas, desnaturalizadas y hasta vaciadas de sentido por parte del poder global y soportadas por el poder corrupto implantado en las falsas “democracias” de cada país.

LA NATURALIZACIÓN DE UNA DISTANCIA DE CLASE SOCIAL

En el contexto de esta pandemia falsa, soportada por una info-demia perversa de los medios de comunicación social ligados a las elites locales, reproductoras de protocolos y  discursos repetitivos ordenados desde una pirámide comunicativa global, se ha querido fomentar el miedo del otro, del alter, “del diferente a mí”, de aquel del cual no dispongo información sobre sus costumbres y sospechosos hábitos; en general posicionar el pánico y el terror de un inminente contagio que podría ser evitado solo a través del auto confinamiento y de un tajante “quédate en casa”, es decir de un encierro en el espacio doméstico idealizado como un idílico hogar o “techo cálido y protector”, ignorando así las condiciones de precaria habitación cotidiana de las mayorías; homogenizando el lugar de sobrevivencia y hábitat urbano diferencial que posee toda clase social.

De manera complementaria, se han querido poner en funcionamiento de modo irregular, medidas “higienistas” que ni siquiera la misma Org. Mata Sanos y sus países aún signatarios se ponen de acuerdo en cuanto a su utilidad: así, el uso de mascarillas de todo tipo pero en general alergénicas, guantes sintéticos que provocan hongos, escafandras plásticas y hasta trajes herméticos cuasi espaciales que solo “naturalizan” hasta llegar  al nivel de la caricatura del terror, la distancia social interpersonal, como si esta fuera el resultado lógico de una coyuntura sanitaria temporal, pero que quizás solo constituya la aspiración futura de las elites en el poder, para mantener a las “masas vulgares, sucias y enfermas” a prudente distancia social y convenientemente controladas en el uso del espacio público, siendo aún capaces de influir en su comportamiento en el entorno privado, familiar y aún comunitario.

Ya decía Edward Hall en Más allá de la Cultura que fue en las culturas del norte en donde el capitalismo, la industrialización, los horarios y la disciplina laboral se instauraron primero, generando sociedades sujetas a largos períodos de aislamiento social máxime en largas temporadas de invierno, allí donde la gente es “distante y fría” por naturaleza y esto es considerado como “normal”. En tanto, en los países africanos, mediterráneos o en los llamados “latinoamericanos”, el acercamiento tanto a nivel no verbal, sino también gestual y en fin, el acercamiento corporal  e íntimo, son signos culturales socialmente aceptados y “bien vistos”, son considerados como “naturales, deseables y normales” y no solo en términos individuales, sino también de la pareja, del estrechamiento de lazos familiares, inter-género y hasta en la esfera de lo público; todo lo cual influye en un fortalecimiento comunitario que reafirma la identidad cultural colectiva y las defensas llamadas “inmunidad de grupo”, en tanto que somos seres gregarios viviendo y necesitando crecer en communis.

QUE VIVA LA NUEVA ANORMALIDAD FUTURA

El garantizar aquella nueva anormalidad llamada de la “distancia social” y difundida como “normal” y hasta deseable, por parte de los medios oficiales y por consejo de la incoherente Org. Mata Sanos, pretende empezar a sentir “terror del otro”, como una acción para prevenir la presencia de un enemigo predador en su entorno; para eliminar una vecindad incómoda o asignar al otro como vector de contagios de  una “epidemia” a todas luces inducida y seguramente inoculada de varias y distintas maneras, en cada país donde el operativo bioterrorista haya sido implementado.

Así se irá instaurando una nueva “a-normalidad” que va a ir redundando paulatinamente en el “control social y mediático” de las masas, pero sobretodo de su cada vez más creciente “control policial y militar”; esto garantizaría en un futuro distópico no muy lejano, la conformación de “rebaños dóciles” de seres humanos provistos – como antes los esclavos – de su respectiva marca y mascarilla como estigmas de identificación; siempre atentos a sobrevivir a las amenazas futuras de un devenir incierto, pero obedeciendo y aceptando las nuevas anormalidades que provengan del “Gran Hermano Protector”, asumiendo las nuevas normalidades que aún se inventaren, como si estas fuesen “lógicas”, “racionales” y hasta “deseables para mi propio bienestar”.  

CONTINUARÁ

Por Alteridad

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