El complejo de inferioridad de los ecuatorianos
Atawallpa Oviedo Freire
He tenido la oportunidad de vivir en varios países y de viajar por muchos lugares, y en todos ellos he escuchado lamentarse y decir “solo en este país pasa esto” o “es el único país en el mundo que sucede esto”. Es algo común en todo el mundo. La diferencia está, entre quienes lo creen menos o más, y lamentablemente los ecuatorianos están entre los más acomplejados. El poblador promedio del Ecuador tiene una baja auto estima impresionante, se sienten que son los peores, creen que no hay nadie más inferior que los ecuatorianos.
Fruto de este complejo de inferioridad emergen otros, que buscan compensar o rellenar esas carencias. Una de ellas es la envidia, que le mueve al acomplejado a buscar como aparentar o sacar pecho para sentirse un poquito mejor, siendo lo material uno de los principales elementos para figurar que es un poco más. Lo otro es lo racial, pretendiendo blanquearse lo más que se pueda, si no hay dinero suficiente pues, que sea el color de piel o el blanqueamiento cultural lo que le haga subir un pedestal. Luego vienen los títulos, para andar como gallito de terno para conseguir mejores puestos de trabajo y carros y chicas para presumir. Mi padre solía decir, “según como te ven te tratan”. Esto significa que, si está bien vestido, si es más blanquito, si tiene más títulos, le tratarán mejor.
Como consecuencia, hay una envidia al que está más arriba en alguno de estos ámbitos, y su objetivo es remontarle a cómo de lugar. Si es necesario robar, hay que hacerlo. Y lo más fácil y mayor es al Estado, por lo que se esfuerzan en llegar a alguna función para servirse de lo público, o por hacer negocios con el Estado. Lo hacen ricos y sectores medios, menos los pobres que no pueden llegar a ninguna función del Estado, peor contratar. Las clases medias quieren ser ricas y los ricos quieren ser multimillonarios, todos los cuales roban con la complicidad de funcionarios a quienes les dan su parte. El robo es siempre de los privados al sector público, casi nunca al revés. La mayoría de ricos en el Ecuador han hecho buenos negocios con el Estado, al único que es posible sacarle mucha plata, pues, con los privados no es posible hacerlo tan rápido y obtener bastantes ingresos.
De dónde vienen todos estos complejos y actitudes, puesto que no es genético sino cultural. Evidentemente, es algo construido socialmente y que sucede en todo el mundo, como por ejemplo, los estadounidenses -que en el caso inverso- se creen los mejores del mundo. En mi caso personal, este sentimiento de inferioridad surgió en la primaria, cuando escuché decir a mis profesores que los pueblos indígenas precolombinos eran salvajes y que gracias a los españoles habíamos salido del atraso, primitivismo y barbarie. Algo que hasta ahora lo repiten contra los indígenas, y que también lo hacen contra mi persona por tener un nombre indígena.
El otro elemento que me impactó, especialmente en la secundaria, fue la materia de Historia de Límites, en la cual, nos relataban las sucesivas pérdidas de territorio que habíamos sufrido por parte de nuestros vecinos, especialmente con el Perú. Este cercenamiento territorial, era para cada estudiante un cercenamiento de su orgullo, de su dignidad, de su auto estima, de su confianza.
Otro elemento que redondeaba este imaginario de deficiencias, eran los campeonatos deportivos regionales y mundiales, en los cuales, el Ecuador terminaba siempre en los últimos lugares o era descalificado entre los primeros. Y así, una serie de imaginarios que nos minaban como seres humanos, como ciudadanos, como parte de una nacionalidad y de un nombre identitario.
Quiénes son los responsables de todo esto? Cada ecuatoriano que nace recibe esa carga, acoge una herencia de varias generaciones, quienes las han pasado a veces con un mayor fardo. Es innegable que no hay un sentimiento de orgullo de ser ecuatoriano. Evidentemente, que yo tampoco me siento orgulloso del Ecuador que existe o que hay. Sin embargo, he sanado mi complejo personal impuesto por mi familia y la sociedad, pero, lamentablemente la mayoría, por no decir todos, no lo han hecho. Tengo la suerte desde hace 17 años de viajar por el mundo como coach de transformación personal y social, siendo valorado y reconocido, por lo que eso me ha ayudado a salir de este complejo del “ecuatoriano inferior”. Además, que rompí con los nacionalismos y hoy me siento ciudadano del mundo, y he adquirido otras nacionalidades por motivos de matrimonio.
Los responsables de todo esto, evidentemente son los que han construido este país, son las cabezas que han tomado las grandes decisiones. Generalmente, se suele hacer responsables a los presidentes, pero ellos no son más que un reflejo de la sociedad. Los principales responsables son quienes en el día a día y en todo el territorio, han tomado las grandes directrices. Ellos son, los ricos, los grandes dueños, los potentados, es decir, quienes tienen las posibilidades y las condiciones para hacerlo. Qué responsabilidad puede tener un mendigo en el destino de un país, por el contrario, ellos son sus víctimas. Algún acomplejado de derecha dirá que estoy haciendo un discurso izquierdista, pues no, no soy de izquierda soy alterativo. Qué es eso. Alguien de la alteridad, que altera los paradigmas estatuidos o naturalizados por la derecha y la izquierda.
Los países más injustos son los países más desiguales. Mientras más desiguales son, las distorsiones son mayores, dándose casos extremos de riqueza y pobreza aguda. Acaso alguien puede decir que no es así. Y al revés. La concentración de la riqueza es directamente proporcional a la pobreza de la mayoría de su gente, y, concomitante o paralelamente la pobreza cultural, emocional, afectiva, intelectual de su gente. Todo lo cual se refleja en todos sus habitantes. De ahí, que el Ecuador no tiene una buena cantidad de personas que profundicen en alguna actividad, y, por ende, que hayan figuras que hayan descollado en el ámbito internacional. No hay una sola figura en toda la historia del Ecuador que haya alcanzado un renombre mundial, ni siquiera continental.
Todo lo cual, afectan o moldean la personalidad de los ecuatorianos, pero que en el caso del Ecuador resulta alarmante, pues es el país más acomplejado de América del Sur, y quizás del sur global. Se considera a Bolivia el país más subdesarrollado de esta región, pero el nivel de autoestima del boliviano es superior al ecuatoriano. Se ha generado una cultura de inferioridad impresionante, que uno escucha y lee en las redes sociales, en donde muchos lo que hacen es denigrar haciendo comparaciones para poner al Ecuador en lo más bajo. Sin darse cuenta, que el que lo hace se está poniendo a sí mismo como ejemplo o está reflejando su condición. Muy diferente a la crítica y auto crítica que pretende salir de todo ello, pues, lo otro más bien lo profundiza y anquilosa.
Quienes hacen opinión pública o los que son más visibles, reflejan también el país que hay. Desde hace 5 meses me he adentrado en tuiter, y me he dedicado a observar quienes son los que tienen más seguidores. Cuando me doy cuenta quienes son, me explico mejor qué es el Ecuador y por qué su situación. Las redes sociales son un buen termómetro de la composición del Ecuador, y ver quienes son los influencers y los posteadores más renombrados, nos deja ver la calidad de país que es el Ecuador.
Así es. Así estamos. Eso somos. Y desde la crítica y la auto crítica podremos salir de estos complejos. Y seguramente, podremos tener otras autoridades. Y podremos dar un giro copernicano general.
Un abogado reputado decía recientemente en tuiter, que el problema es de educación. No creo que ese sea el asunto principal, creo que la base es otro estado de conciencia. Es decir, no es la educación propiamente dicha, es decir, la académica, sino la recreación de otro ser cultural, pues, no se trata de manejar varias ciencias o saberes sino principalmente de tener otra mentalidad, otra personalidad, otro sentimiento. Conozco analfabetos con mucha sabiduría. Y para ello, hay que comenzar a cambiar ese discurso cansino y melodramático de ver y de presentar al Ecuador como lo peor, siempre haciendo comparaciones peyorativas, y siempre haciendo calificaciones y sentencias denigrantes. Será posible.