CARLOS WILKINSON
Estamos viviendo una agonía civilizatoria, una afirmación que no es consecuencia de observaciones azarosas o exclusivamente subjetivas, ni de prejuicios ideológicos, sino que responde a observaciones sistemáticas de la realidad histórica sociocultural y a teorías razonablemente probadas sobre la transformación de los sistemas socioculturales, como lo son las civilizaciones.
Dicho de otra manera, los despliegues de las distintas características civilizatorias, no fueron casuales sino que respondieron a una pauta de desenvolvimiento, similar a la recorrida por otras civilizaciones a lo largo de la historia. Pauta que trataremos de entender con la ayuda de un sociólogo ruso, que investigó y publicó sus conclusiones en Estados Unidos, llamado Pitrim A. Sorokin; quien se dedicó especialmente a analizar este tipo de transformaciones socioculturales.
Toda civilización, dice este investigador, se funda en un conjunto muy limitado de principios lógico significativos – así los llama – que establecen cómo es la realidad y qué debe hacerse en ella. Estos principios caracterizan cada civilización y orientan todas las actividades culturales, económicas, políticas, sociales, etc. que desarrolla la población sujeta a ella. Las civilizaciones, además, sigue diciendo Sorokin, son dinámicas, o sea que mas allá de que poseen un núcleo lógico significativo que permanece a lo largo del tiempo, están generando continuamente avances y desarrollos por los carriles emergentes de dicho núcleo; sus creaciones nunca están quietas, van modificándose permanentemente aunque sus elementos esenciales sean los mismos. Por ejemplo, la institución bancaria creada por esta civilización, tiene principios, finalidades, valores y definiciones básicas que permanecieron iguales a través del tiempo, pero entre los prosaicos bancos venecianos o florentinos y los megabancos globales actuales, existe una enorme diferencia: la generada por el despliegue constante de sus características institucionales, por sí mismas y por adaptación a nuevas circunstancias y condiciones.
Esta dinámica hace que las civilizaciones desarrollen las líneas fundamentales implícitas en su núcleo logico significativo, poseyendo una tendencia natural a extremar dichos rasgos. Es esa tendencia a desplegar al máximo sus rasgos, la razón fundamental tanto de su crecimiento, cuanto de su debilitamiento y posterior desaparición, concluye Sorokin. Esta dinámica interna es lo que explica el proceso cíclico que inexorablemente recorren las civilizaciones. Veamos esto con más detalles.
Al iniciarse una nueva civilización, muchos rasgos propios de la sociedad en la que nace o sobre la que se desarrolla permanecen vigentes, limitando el despliegue completo de los rasgos que la civilización nueva pretende instalar. De manera que su avance no es un camino fácil; tiene que ir superando y suplantando una cantidad de instituciones y formas de pensar, sentir y actuar propias de la sociedad anterior. Pero con el correr del tiempo, el fortalecimiento y desarrollo de las características de la nueva civilización, van erosionando y debilitando todos aquellos aspectos contrarios a sus principios. A medida que va logrando imponerse, la población de esa sociedad adopta los valores, comportamientos, normas, instituciones, etc. derivados del nuevo conjunto de principios lógico significativos. Este proceso lleva su tiempo y resulta muy costoso, no solo porque supone el abandono por parte de la población de hábitos, costumbres, formas de pensar y maneras de sentir, profundamente arraigadas, sino porque implica, normalmente, modificaciones importantes del sistema de poder preexistente.
Finalmente se llega a un punto en el cual las resistencias, compensaciones y equilibrios, sostenidos por la sociedad anterior, desaparecen y entonces el despliegue de los rasgos de la nueva civilización, no encuentra ninguna barrera ni obstáculo para desarrollarse ad infinitum. Comienza así su camino triunfal, provocando, por lo general, un cuantioso aporte de energía humana que se canaliza por los nuevos carriles civilizatorios, produciendo gran cantidad de cambios. Tal proceso modificará totalmente la sociedad hasta entonces conocida, gestando otra hecha a la medida del impetuoso proceso civilizatorio en curso. Sin embargo, el momento de su máximo esplendor es, a su vez, el momento en el cual se empieza a gestar, en ámbitos que permanecerán invisibles por mucho tiempo, su propia muerte. Porque ya nada contendrá ni equilibrará el despliegue al extremo de sus rasgos, sino todo lo contrario; de manera que tanto las aristas positivas como negativas de ellos, se irán intensificando hasta extremos nunca antes conocidos. El momento de esplendor durará el tiempo que los beneficios producidos por esa civilización sobre quienes la sostienen, sean significativamente mayores a sus perjuicios. Pero, inevitablemente, llega el punto de inflexión cuando los aspectos negativos o perjudiciales que toda civilización contiene, empiezan a superar en magnitud y ritmo de crecimiento a los beneficios. Y esa dinámica de crecimiento de los males provocados por la civilización en cuestión, no puede – por su propia estructura dominante – parar. Al contrario, cada vez se alimenta más a sí misma y en lugar de apaciguarse, se profundiza y acelera. Se abre así un período de enfrentamientos y luchas cada vez más intensas durante el cual, a la vez que se debilitan los valores, creencias, instituciones y comportamientos de la civilización vigente, se gestan las bases de una nueva civilización que vendrá a reemplazar la decadente. En una nota posterior detallaremos como fue todo este proceso en la civilización moderna.
Dicho en las palabras de Sorokin: “Cuando un … sistema sociocultural sube, crece y llega a ser dominante de un modo exclusivo, su parte falsa tiende a crecer mientras que su parte válida tiende a menguar. Al hacerse monopolista o dominante, tiende a desplazar todos los demás sistemas … y con ellos también las partes válidas que contienen … (es decir) al aumentarse el predominio de un sistema éste va siendo cada vez más inadecuado … De esta manera el sistema dominante prepara su propia caída y dispone la vía para la ascención y dominación de uno de sus sistemas rivales … que sea, bajo las nuevas circunstancias, más verdadero y válido que el gastado y degenerado sistema hasta entonces dominante” (1). Dicho sintéticamente, según él, toda civilización recorre un ciclo que culmina en una dura caída, luego de un período mas o menos largo de plenitud y auge, siendo la causa principal del derrumbe, el incremento creciente de sus fallas a causa de convertirse en un sistema exclusivo y extremo.
Fundándose en esta teoría y a partir de una concienzuda investigación sobre el estado de la civilización moderna, Sorokin pronosticaba, hace setenta años, lo siguiente: “El estado actual de la sociedad y cultura occidental nos da un trágico espectro del comienzo de su desintegración … Su más próximo futuro medido en … unas pocas décadas, ha de pasar bajo el signo de dies irae dies illa (días de ira días de lágrimas) … El magnífico edificio … sociocultural construido por el hombre occidental durante las centurias precedentes, se derrumbará … Los contratos y convenios pederán los últimos restos de su poder vinculante. La fuerza bruta y el más cínico fraude llegarán a ser los últimos árbitros de … todas las relaciones … La fuerza pasará a ser el derecho y, como consecuencia, se darán frecuentes guerras, revoluciones, revueltas, perturbaciones y habrá una desenfrenada brutalidad … La libertad llegará a ser un simple mito para la nayoría y se convertirá en desenfrenada licencia para la minoría dominante … la seguridad de vidas y el disfrute de bienes materiales estarán amenazados y con ellas la tranquilidad de espíritu y la felicidad”.
Cualquier parecido con la realidad mundial actual, no es pura coincidencia
(1) “Dinámica Social y Cultural” INSTITUTO DE ESTUDIOS POLITICOS – Madrid – 1962
(2) idem (1)
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