Por Atawallpa Oviedo Freire
Los correistas se han pasado desde hace 1 mes criticando a los socialcristianos por la situación de Guayaquil, señalando de que ellos son los responsables a través de su “modelo exitoso” para que esta ciudad esté padeciendo lo que está viviendo; y, aparece su líder y propone un golpe de estado y que sea Jaime Nebot el que se haga cargo del país. Y no hay un solo correista que le diga: comprendemos que estés preocupado por la situación del país, pero de ahí que propongas a Jaime Nebot quién justamente es el responsable de cómo se encuentra Guayaquil, es un contrasentido. Entendemos que estés afectado por la sentencia y responsabilices de ello a Lenin Moreno, pero de ahí, aliarse o encumbrar a la derecha sería lo más absurdo.
Incluso, algunos han salido a aceptar o, a justificar la insinuación de Correa, lo que refleja que siguen manteniendo el culto a la personalidad, de que no hay crítica ni auto crítica en el correismo, y que fue una de las causas para que él cometiera tantos errores, pues su palabra era omnipotente. No hay nadie que le diga: comprendemos que estés dolido por el juicio, pero no puedes responder desde el dolor ni del odio para que vaya al poder alguien a quien has criticado, solo por sacarle a Moreno, eso no es congruente. Todos callan, que parecería que, si Correa les dice que lo mejor es que suiciden físicamente todos los correistas, algunos estarían dispuestos a hacerlo. Por ello, el mote de “borregos” que se han ganado.
Seguramente, nadie se atreve pues temen la ira de Correa y de que los califique de traidores, vendepatrias, y todo lo demás de su colorido vocabulario. Su palabra es la única y todos agachan la cabeza ante su majestad. Y algo parecido es dentro de los socialcristianos, lo que diga Nebot es palabra sagrada y todos la cumplen, porque caso contrario no tendrán su bendición dentro del partido. Se supone, que en la derecha es normal el caudillismo, el paternalismo, el jerarquismo; y que eso no cabe en la izquierda, pero parece que siguen sin aprender de la historia, donde las disputas al interior de los partidos se saneó con el culto a la personalidad de los líderes, los cuales llegaron hasta matar a sus detractores por contradecirlos, lo que a la final significó su debacle.
Después de la revolución bolchevique en Rusia, empezaron las disputas al interior del partido por cómo enrumbar los cambios para la construcción del socialismo y para la creación de la URSS. Entre unos y otros, se comenzaron a tratar de traidores, revisionistas, pequeño-burgueses, y los que estaban arriba empezaron una purga para eliminar a los “contra revolucionarios”. Lenin empezó la purga, pero Stalin fue el que hizo la gran purga con millones de perseguidos y muertos.
Todo esto produjo fragmentación, división, ataque, persecución y hasta la muerte de algunos de ellos. Lo que en el transcurrir del tiempo todo eso salió en contra de la izquierda mundial, y por ende, del pueblo. El culto a la personalidad condujo a que la URSS colapsara y se extinguiera. Los socialistas y comunistas terminaron vencidos, y se reinstauró el capitalismo, aunque en realidad, jamás lograron construir su socialismo. Esta historia se ha repetido en todos los lugares del mundo, sean países o instituciones, a donde ha llegado dirigir la izquierda. Y más bien, han terminado odiándose entre ellos, incluso mucho más que con la derecha.
El coronavirus ha desnudado a Guayaquil
Parece que Correa y algunos correistas no entienden que Nebot no está preparado para dirigir una emergencia, si es él quién la ha creado, al no existir hoy las condiciones para enfrentar la pandemia. Que es lo mismo que critica la derecha de Correa, al haber malgastado los recursos públicos o al haber hecho obras faraónicas y hacerse con sobreprecios, dineros que fueron a parar a los bolsillos correistas para sus campañas políticas y personales, y por lo cual han sido sentenciados a 8 años de prisión.
Históricamente, especialmente los últimos 50 años, Guayaquil ha estado gobernada y representada en su gran mayoría por personas con políticas populistas, los que actúan o responden como salvadores de los pobres. Ahí están los bucaramistas (CFP, roldosistas), los febrescorderistas, los alvaristas, los lassistas, los morenistas y hasta algunos correistas, quienes han actuado con políticas asistencialistas y paternalistas, principalmente, como forma de tener mano de obra barata, por autoprotección porque son eventuales delincuentes, y hasta porque afean la ciudad. Las grandes obras y los recursos se han destinado principalmente hacia los barrios residenciales, y se hace algo en los barrios pobres con el propósito de ganar votos o para que no protesten mucho. Lo que quiere decir, que Guayaquil es una ciudad populista, que funciona así y elige a sus representantes que actúan así. Le dan el voto a quién promete darle “una ayuda humanitaria” para que puedan sobrevivir un poco mejor.
Guayaquil es una ciudad que se mueve dentro de la caridad, por ejemplo, ahí está la Junta de Beneficencia, la que no existe en otra parte del Ecuador, la única ciudad que hace teletón para recaudar fondos para los pobres, la que tienen gran cantidad de grupos de damas filantrópicas, etc. No es casual, que sea la ciudad más desigual y con mayores conflictos de todo el Ecuador. Los más ricos y los más pobres del Ecuador viven en Guayaquil. Por ende, no es una eventualidad que esté viviendo la triste situación con el coronavirus.
Guayaquil resulta un caso aparte del Ecuador, es una ciudad que no se parece a otras ciudades, incluso de la misma costa. Personalmente, la sensación que he tenido cuando he estado en Guayaquil es de sentirme en otro país, algo que no me ha pasado en ninguna de las ciudades de Manabí y de El Oro que están cerca, incluso de algunos pueblos de Guayas y de Santa Elena. Guayaquil no es el común de lo que es el Ecuador, es otra realidad diferente.
La mentalidad populista de la mayoría de guayaquileños, ricos y pobres, pero que ha sido recreada o generada por las élites, hace de esta ciudad la cuna de grupos conservadores, donde las iglesias y los grupos religiosos tienen gran presencia, y por ello, ahí están los mayores grupos “pro-vida” o anti abortistas, y de otra serie de expresiones que generan o son consecuencia de los extremos de pobreza y riqueza. Es por esto, que figuras como Nebot o Lasso no calan en todo el Ecuador, pues el Ecuador no es Guayaquil; y por ello, algunos guayaquileños reclaman la autonomía o el federalismo por su mentalidad populista.
El coronavirus ha develado más claramente lo que es Guayaquil y en donde el “modelo exitoso” no ha resultado beneficioso ni para los ricos, pues han muerto algunos de ellos por el coronavirus. Con Guayaquil ha pasado algo similar a lo de Chile, país éste al que se le ponía como ejemplo del modelo neoliberal, y resultó que todo era una linda propaganda, y eso también ha pasado con Guayaquil y la publicidad socialcristiana, de que todo fue un cuento para incautos.
El modelo privatizador de la alcaldía y de Moreno ahora les ha pasado factura, cuando el municipio entregó muchas actividades a empresas privadas, con la salud privatizado en su gran mayoría, y con un sistema de salud estatal ineficaz por la falta de equipamiento y por la disminución de personal por las políticas del “estado obeso”. Lo mismo que ha pasado en EEUU con Trump, al no haber un sistema de salud universal que cubra a la población, por sus creencias neoliberales de privatizarlo todo. Con esto, no defendemos un estatismo que sería el otro extremo, creemos en un sistema auto sostenible y auto sustentable.
El CDES nos da terribles datos: “Las empresas médicas vinculadas a los convenios con el IESS están bajo el control de grupos económicos controlados por pocas familias, entre las que destacan: Carolina Eljuri de Neme y Walter Wright Durán Ballen de Hospital los Valles; Valverde la Clínica Kannedy; López-Ordóñez del Hospital Metropolitano; o Roberto Gilbert Febres-Cordero de la Clínica de Guayaquil. Todas estas familias con intereses en otras industrias de la economía como inmobiliaras, comunicaciones, comercializadoras, seguros. – Los ocho mayores prestadores privados de servios médicos representan el 1% del sector y, sin embargo, acapararon el 40% de los ingresos registrados en la Superintendencia de Compañías (para el 2012) correspondientes al mercado de servicios médicos y laboratorios. (El informe incluye un ranking de clínicas y hospitales privados). – Solamente en un muestro de cinco grupos económicos vinculados a clínicas y hospitales, para el 2014 se encontraron 14 filiales registradas en paraísos fiscales. Estos grupos económicos obtuvieron juntos ingresos mayores a los mil millones de dólares; en cambio pagaron 18 millones de dólares, esto es el 1.5% de sus ingresos.”
Guayaquil es la ciudad con extremos de miseria y de riqueza, en cantidad y calidad, que no se ve en el resto del Ecuador, a excepción de Esmeraldas, pero menor que Guayaquil. La periodista María Sol Borja da estos datos escalofriantes: “las zonas periféricas, con viviendas en condiciones precarias, incluso de hacinamiento, con poco acceso a servicios básicos: en el último censo 26% de los guayasenses no tenían acceso a agua potable y 53% no contaban con red de alcantarillado público—. Guayas es también la provincia con mayor cantidad de asentamientos ilegales (312 en 2,098 hectáreas). Además, más de 60% de la población no está afiliada a la seguridad social —según el último censo — lo que implica que, probablemente están en condiciones de subempleo; y 20% son limpiadores, asistentes domésticos, vendedores ambulantes o peones.”
Todo esto explica que es Guayaquil y lo que han hecho con ella los poderosos de esta ciudad, que la han dirigido desde lo privado hasta lo público, y que la han convertido en una gran fundación de la caridad o junta de beneficencia, de la cual lucran y se aprovechan para poder estar lo más arriba que pueden. Saben que hay que ser “sabido” si no le comen los otros, es decir, “no hay que ser cojudo”. Esa es la cultura que han generado, donde el asunto no es un problema estructural social sino de castas, entre los que son de categoría y los de la chusma. Es una cuestión de jerarquía racial, de inteligencia, de capacidades, de habilidades, entre los superiores y los inferiores. Por ende, los superiores ayudan a los inferiores para que no sean tan inferiores, pero los cuales no deben aspirar a llegar a su grupo (cholo alzado o igualado).
Como consecuencia, una psicología de buenos y malos, de mejores y peores, de desarrollados y subdesarrollados. Y en la que, los que reciben ayudas asistencialistas terminan dependientes y sintiéndose psicológicamente de que no pueden por sí mismos, de que deben siempre pedir ayuda, de que no tienen la misma capacidad que los otros, etc. Por eso, siempre están tendiendo la mano para recibir la caridad del Estado, de los gobiernos locales, de la iglesia, de la empresa privada, de las fundaciones, etc. Consecuentemente, Guayaquil reproduce infinitamente el mismo esquema y así jamás saldrá de la pobreza.
Ahora se han movilizado las élites para “salvar vidas”, recaban recursos que pueden paliar de alguna manera la situación, apareciendo en el imaginario colectivo como salvadores y liberadores, y que en el caso de las próximas elecciones votarán por ellos. Dalo Bucaram también ha aparecido con una supuesta fundación y con su propio nombre, acaso es “pendejo”. Y así otros.
Por lo tanto, el asistencialismo, la caridad, la limosna, y toda forma de dependencia y de parche, no sirven mas que para perennizar en los privilegios a los mismos de siempre, y para que aparezcan más grupos que “ayudan”, surjan nuevos redentores y emancipadores que les prometen “algo” en la tierra, pero más que todo les ofrecen un puesto en el cielo junto a dios-padre a su lado derecho, que es mejor que el izquierdo.
Con ello, los ricos se hacen más ricos, y viceversa, con los pobres. Una ciudad en otras condiciones, no tiene que tener organismos, ni fundaciones, ni nada para socorrer o jugar a la lotería, sino, que debe tener instituciones sociales que le permitan la auto subsistencia, el auto sostenimiento, la auto suficiencia, en forma individual y colectiva.
Entonces,
poner en la cima a quienes han destruido Guayaquil, sería darle bandeja para
que hagan lo mismo en todo el Ecuador. Correa no termina de aprender, su
arrogancia y prepotencia, es mayor que cualquier cosa. Quizás solo en la cárcel
aprenda y entienda lo que es la humildad, el amor, el respeto. Lo más probable,
es que se irá de este mundo tal como es.
Buen artículo, y para la ironía se debió llamar «Guayaquil desea pronto volver a la normalidad» de los que lo han hundido y perjudicado.