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Por Atawallpa Oviedo Freire

Una gran parte de ecuatorianos alababan y aprobaban el “palo” que estaba dando las FFAA a algunos ciudadanos que no respetaban la cuarentena. Aparece en TV Janet Hinostroza y les da palo a todos los guayaquileños y guayasenses, sin excepción. Unos cuantos guayaquileños piden airadamente disculpas de Hinostroza, otros que Teleamazonas la destituya. Hinostroza les hace caso y pide disculpas. Una buena mayoría le cree, y salen los que dicen hay que virar la página y seguir, y otros hasta le revalorizan y le ponen en hombros por hacer aquello. Y aquí no ha pasado nada.

No sé si la palabra más adecuada para describir a una buena parte de ecuatorianos es ingenuidad, al parecer es otra más fuerte. Cuál será. Estos ecuatorianos piden “palo” y cuando les dan a ellos se enfurecen. Luego piden que les ofrezcan disculpas o perdón. Los vivísimos les hacen caso y se arrodillan o ponen la cara de dolor, y ofrecen disculpas. Los ingenuos lo creen y le lanzan vítores. El perdonador se cree una buena persona y que ha hecho una obra de compasión y de caridad. Cree con ello haberse ganado un puesto en el cielo, en la otra vida.

Cuántas veces ha pasado esto en la historia del Ecuador. Siempre. Y el ingenuo, por no utilizar otra palabra, no aprende. Le gusta dar y que le den palo. Y se contenta y se siente satisfecho con que le pidan disculpas y perdonar. Cómo se llama eso. Sadomasoquismo. Una buena parte del pueblo ecuatoriano y latinoamericano es así.

De dónde viene aquello? Quién les ha enseñado a ser así? La religión. Un hábil instrumento utilizado desde hace más de 2000 años, para que el pueblo “ingenuo” siga agachando el lomo para que le sigan latigueando. El cura le dice: Perdona hijo mío, que de ti será el reino de los cielos. Y el creyente se pasa pidiendo perdón y perdonando toda su vida. Y nadie, ni nada cambia.

El perdón es la gran trampa. La gente se ha mal acostumbrado a pedir perdón y perdonar, con ello nadie asume las responsabilidades y los cambios, simplemente se sigue igual. Se pide perdón, le perdonan, se siente tranquilo con ello, vuelve a repetir, vuelve a pedir perdón, vuelve a equivocarse… Y así por el resto de su vida.

Muchas veces se ha dicho que el ecuatoriano lo olvida todo y prontamente, que un político o alguien le hace horrores, pero después de un poco tiempo regresa como que no ha pasado nada, y otra vez sigue en sus andanzas. Muchos ya se olvidaron de lo que hizo Abdala Bucaram y éste otra vez sigue haciendo de las suyas. Dahik sigue aprovechando para seguir metiendo cizaña por todo lado. Ya se olvidaron de Mahuad, León Febres Cordero, Sixto, de Lucio. Este último hasta quiere volver a ser presidente. Y así se olvidarán de Correa, Lenin. Y no ha pasado nada.

Entonces, acaso el ecuatoriano ingenuo “merece” lo que le pasa o está cosechando lo que sembró. Tiene las autoridades que se merece. Tiene que sufrir ahora sin hospitales, sin medicamentos, sin entierros. Este ecuatoriano solo se queja, critica a los que luchan por cambiar, y luego agacha la cabeza porque así lo mandan sus valores religiosos… Pues, que podemos decirle, siga sufriendo en su valle de lágrimas. Ha venido a sufrir a este mundo, pues siga sufriendo. Siga creyendo en su religión y espere en el cielo encontrar la dicha que no pudo tener en la tierra.

Lo único que cambia es el amor, lo han dicho muchos maestros en todo el  mundo, pero el «ingenuo» sigue creyendo que es el perdón. No es el odio o el rencor o la venganza, ni el otro extremo, con el perdón, la disculpa, la inconsciencia, el no hacer cambios estructurales o profundos. Solo el amor sana, cuando se entiende que el amor es compromiso, responsabilidad, respeto, cambio.

Hinostroza no va a cambiar porque le hayan perdonado, sino porque responda con amor en cada acto de su vida. Algo muy difícil, pues Hinostroza no solo es aporofóbica y regionalista, es racista, xenófoba, misógina, patriarcal, y demás odios que la integran. No es la primera vez. Es desde siempre. Quienes le hemos visto desde hace 25 años es la misma de siempre, con sus fobias por doquier, y no va a cambiar con un simple perdón que le concedan. Un ser de amor puede criticar, cuestionar, analizar, pero lo que ella siempre a destellado es ego, desde su forma en como entrevista, en como habla, en como mira. Está envuelta de desprecio, de prepotencia, de arrogancia. Que es lo que también están haciendo los que están lanzando odio entre Guayaquil (monos) y Quito (longos), y fomentando el regionalismo y la separación.

Necesitamos más seres de amor, no gente que se dé todo el tiempo golpes de pecho, que vayan a confesarse y crean que se han redimido, y salgan de la iglesia y vuelvan a ser los mismos. Los hombres y mujeres espirituales (el ateísmo es otra forma de religión) no actuamos por el perdón, sino por la comprensión, por el respeto, por el cuidado, por la solidaridad, por la cooperación. La religión es el camino inverso a la espiritualidad.

La religión (y los políticos) son los más oportunistas, quienes en estos momentos difíciles se están aprovechando para pescar a río revuelto, ofreciendo salvación en el cielo, no aquí y ahora en la tierra donde esta dios. Dios no está afuera, no está en el más allá, está en todo, es la vida misma.

La salvación, es aquí y en cada acto de nuestra vida. Pero como el religioso no entiende, siga no mas y prepárese que ya llega semana santa para darse más latigazos por lo mal que se ha portado. Y seguro morirá así, sin haber encontrado la calma y peor la sabiduría. Amén.

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Por Alteridad

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