El pobre es culpable de su pobreza
Por Atawallpa Oviedo Freire
Aporofobia quiere decir odio al pobre, o dicho de otra forma, culpabilizar al pobre de su pobreza. Concepto bien arraigado en una gran parte de la población y que considera que el problema de un país son los pobres, cuando los pobres son consecuencia de una sociedad desigual que no ha sido capaz de generar las condiciones estructurales para que nadie se quede sin condiciones y oportunidades.
Por ejemplo, los países nórdicos son los menos desiguales en el mundo y no tienen pobreza. En cambio, EEUU es la primera potencia pero es el país con menor movilidad social entre los países del auto llamado primer mundo, por eso tiene 50 millones de gente pobre. Y ahora, la pandemia lo está desnudando al convertirse en el epicentro mundial de contagio del coronavirus. El que nace rico en EEUU morirá rico, apenas el 10% de la población subirá a un nivel superior, porque eso es lo máximo que permite el sistema estadounidense neoliberal. Y el modelo ecuatoriano es mucho peor, por eso no hay cambio en la correlación de fuerzas desde que existe el Ecuador como tal, que es fruto o resultado del sistema colonial que supervive hasta el día de hoy.
La pandemia en el caso del Ecuador también ha desnudado ello a diferentes niveles. La ciudad con mayor hacinamiento y con mayor cantidad de pobres ha resultado la más afectada por el coronavirus, algo que era de esperarse dadas las condiciones de dicha ciudad. Pero, también han sido afectados sectores acomodados, como ha pasado también en los países ricos de Europa y una de las causas para que ello haya pasado, a pesar de que son países con menos desigualdades entre su población, es porque son países individualistas que no han sabido responder colectivamente. Todo lo contrario, a los países del Asia que lo tienen controlado y han disminuido los contagios, gracias a su mayor sentido de organización, cooperación y solidaridad colectiva.
Y evidentemente, en el Ecuador han surgido las supuestas explicaciones, y por ende, las culpabilizaciones que no aportan sino que destruyen. La primera persona en “explicar” el caso de Guayaquil fue Melvin Hoyos, Director de Cultura del Municipio de Guayaquil, quien desde la aporofobia dijo en un comentario desde la página del Museo Municipal que los no-guayaquileños que viven en la ciudad son «ignorantes» y «primitivos», que llegaron solamente para aprovecharse. Y entre ellos, no solo llegaron nacionales sino extranjeros, en particular los venezolanos, a quienes los califica -además- de indisciplinados e indolentes, y que han llegado a Guayaquil para vivir como «parásitos». Ante ello, muchos escritores y gente del espacio artístico han pedido la destitución de dicho funcionario. Hasta ahora nada. Quién le sostiene.
Después fue María Paula Romo la que culpabilizó al pueblo guayaquileño del desborde de casos que se han dado en una entrevista para CNN, y en donde el periodista Del Rincón la increpó fuertemente ante esa argumentación. Quedando muy mal parada, y por ello y mucho más, también se ha pedido su renuncia. Se cumplirá. Quién la sostiene.
Pero quién se ha llevado hasta el momento el corona-ego es Janeth Hinostroza, quién no solo ha exacerbado la aporofobia sino el regionalismo y pide que los dejen encerrados a los guayasenses. En su alocución o en su desatino, por no utilizar otra palabra más fuerte, ha señalado “ya dejen de quejarse”. Hay un gobierno y un sistema que no han sabido estar a la altura de la situación, que los enfermos no tienen la atención adecuada, que hay muertos que no son retirados, que no hay medicamentos, que una familia se ha robado la plata de los hospitales; pero la respuesta es “dejen de quejarse”. Qué clase de periodismo es ese. O es la pauta. La indignación también se ha activado y piden la destitución de Hinostroza. Se cumplirá. Quién la sostiene.
Como consecuencia del regionalismo de Hinostroza la respuesta de algunos guayaquileños también es el regionalismo, y quienes también en su oportunismo claman por el federalismo. Todo lo cual desnuda al pensamiento aporofóbico y regionalista en su dimensión local y general.
Las élites que ha dirigido a este país llamado Ecuador por casi 200 años son los responsables de lo que es este país, no son los pobres los responsables porque ellos no tienen ninguna capacidad de toma de decisión ni la han tomado nunca. Son las élites públicas, y principalmente las privadas, quienes toman decisiones diarias y son las que han construido al Ecuador que hoy existe. Los que dirigen, desde la familia hasta las instituciones públicas y privadas, laicas y clericales, son las que están cosechando lo que han sembrado.
Lo más triste de todo esto, no es solo la aporofobia y el regionalismo, sino el sadomasoquismo de muchos, incluidos guayasenses, quienes han aprobado y exigen “más palo”. Un pueblo que pide palo y que actúa a través del palo, solo refleja el tipo de gente que la constituye. Si un pueblo solo puede funcionar con el palo, es un pueblo dictatorial, prepotente, arrogante, sumiso. Gente que pone el lomo para que le latigueen los de arriba y que latiguea al que está debajo de él. Es un pueblo que está listo para que surja un fascista estilo Bolsonaro, para que como capataz latiguee a todo “sabido”.
Eso es el Ecuador? Una buena parte lo es. Es un pueblo insensible, insolidario, incooperativo, desalmado. Ese es también una parte del Ecuador, por fortuna no todos. Eso es lo que han construido los que la gobiernan y dirigen, y la pandemia solo ha dejado a flote lo que es este “paisito de mierda”, y que por ello tiene los peores índices en muchos aspectos. El palo sacará al Ecuador de esta situación o lo hundirá más?
Los personajes anteriormente nombrados solo son espejos de muchos, no son ellos en particular los que hablan, si no una parte de la sociedad que habla a través de ellos. Es el colonialismo sempiterno que esté en la médula de muchos. De qué servirá que ellos renuncien. De muy poco, vendrá otro igual. El problema no es particular, es el reflejo de toda una sociedad construida y formada en las condiciones del palo. Palo porque bogas y palo porque no bogas. Palos políticos, económicos, sociales, culturales; por los únicos que pueden dar palo, pues los otros solo reciben.
El coronavirus parece que va a poner orden en todo el mundo, la naturaleza está agradecida con su presencia, y sí los humanos depredadores y extractivistas no aprenden tendrán que desaparecer, sí no son capaces de cuidarse mutuamente los seres humanos y solo darse palo, no merecen llamarse seres inteligentes ni existir sobre la faz de la Tierra.
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