La letra con sangre entra
Por Atawallpa Oviedo Freire
“La letra con sangre entra” fue la forma de educar por siglos por la conciencia judeo-cristiana y demás religiones monoteístas. Creíamos que esto ya se estaba superando, pero con lo sucedido con las agresiones y vejámenes a distintas personas por parte de miembros de las FFAA y de la Policía, y a lo cual algunos sadomasoquistas lo han aplaudido y respaldado, se ve que todavía falta mucho para superarlo.
Sadomasoquistas porque en sus comentarios hacen referencia a que fueron educados así y ahora son “derechitos”. Fueron criados a golpes y eso mismo lo hacen con sus hijos, esposas, trabajadores, y quieren lo mismo para con todos los demás. Es la civilización del látigo que cree que la gente solo entiende de esa manera, por lo que lo aplican en todo y para todo. Es un concepto y una manera de entender la vida, al ser humano, la sociedad; estructurándola de esa manera y dirigiéndola así.
Es inadmisible que gente que tiene influencia mediática como Carlos Vera, a quién le educaron así, suelte a mansalva y sin ningún reparo toda su violencia conceptual. Incluso, el propio Ministro de Defensa y el Comandante General de la Policía lo han rechazado, aunque solo por los cuestionamientos que se han hecho, pues dieron la orden de actuar con fuerza y la tropa sabe lo que ello significa y ahora los quieren sancionar. Han tenido que retractarse ante los acontecimientos políticos subsecuentes, más no porque lo crean que debe ser así, especialmente en el ministro Jarrín.
Se les ha dado cursos de derechos humanos a las fuerzas de represión, pero es muy difícil que comprendan, pues así son entrenados, son vejados en su formación, y ello se convierte en su estilo de vida personal, familiar e institucional. Un violento formado en la violencia y en la vejación solo responderá de la misma manera. Las FFAA no caben, deben desaparecer. Y crear otro tipo de policía.
Carlos Vera no tiene coleta para cortarle para que así dizque aprenda, habrá acaso que cortarle la lengua para que no siga hablando contra los derechos humanos. Los que infringen las disposiciones deben ser sometidos a trabajo comunitario u otro, y no ser agredidos de ninguna forma. Eso es derechos humanos. Se lo aplica en todos los países del mundo. No es defender a los ladrones o infractores. No se busca defender las faltas cometidas, sino que se aplique una sanción dentro de ciertas condiciones.
Qué hubiera dicho Carlos Vera si les cortaban los bastones de golf a los ricos de Samborondón. Solo lo aplican, y se desquitan de sus frustraciones propias, con el pueblo pobre que sufre siempre en cualquier sentido por las desigualdades de este sistema. Habrá que darle con una regla en la cabeza al señor Vera para que entienda y lo mismo a los otros sadomasoquistas.
La mentalidad fascista propia de la educación y formación de Carlos Vera, le llevaron en su juventud a pretender ser guerrillero para resolver por las armas los conflictos sociales, pero luego se pasó a la derecha aunque sigue creyendo en las armas, tanto es así que apologiza a los escuadrones volantes de León Febres Cordero y las represalias violentas que hicieron los policías de Jaime Nebot. Típico de la derecha socialcristiana, así lo aprendieron y así actúan con el pueblo, a quién desprecian, como lo acaba de demostrar el secretario de cultura del Municipio, y ello explica la calidad de la alcaldía “exitosa” de Guayaquil, y lo que ahora pasa con el coronavirus. No es un azar, una casualidad, era inminente que pase algo así en una ciudad formada, criada y estructurada de esa manera, desde siempre.
Todos ellos, están de acuerdo con el libre porte de armas , con la pena de muerte, con la cárcel de por vida, como en EEUU, pero, solamente para el pueblo, como en el caso de Samborondón, de los Roditti agrediendo a los guardias residenciales, y en general, de los ricos de Ecuador y de EEUU que pueden comprar jueces, policías, políticos, periodistas, gobiernos; todo, menos la salud como acabamos de ver con el coronavirus.
En su ego ofendido Carlos Vera lanzó recientemente una crítica mordaz al Dr. Esteban Ortiz, reflejando su violencia propia. Solo porque CNN, a donde ha soñado llegar y no lo ha podido, no lo entrevistó a él. Y así sus agresiones verbales, conceptuales, y epistémicas que lo acompañan en cualquier acto de su vida.
En su violencia narcisista se va contra la Fiscalía, todo por haber empezado una acción contra Cynthia Viteri, y terminar respondiendo como vocero resentido del PSC. Carlos Vera es un periodista que está en escena para reproducir las teorías fachas y para encumbrar a sus jefes, para ello le pagan bien. Y esto, no es un apoyo a la izquierda que también son algo parecido.
No contento, se lanza contra la CONAIE, aunque en parte tiene razón, pero él no sabe por qué tiene razón. Efectivamente, no corresponde seguir con esa mala práctica de latigueo que hacen algunos indígenas. Ésta es una práctica aprendida y asimilada de los hacendados, quienes a través de los capataces actuaban de esa manera. Concepción que viene de la religión, los cuales castigaban físicamente y penalizaban hasta con la muerte, tal como lo hicieron con Jesús.
Luego, los cristianos con “la cruz y la espada” hicieron lo mismo. Desde siempre han utilizado la violencia inquisitorial, pues están convencidos que con el miedo y la sangre dios entrará. Los indígenas, de la misma manera que han adoptado el poncho, el sombreo, las alpargatas, la religión de origen español, han adoptado estas prácticas y ahora le llaman a eso justicia indígena, lo cual no cabe dentro de la cosmovisión indígena, no se ajusta a sus ontologías y hermenéuticas culturales.
Las acciones de resistencia ante la violencia del sistema, del estado, y de todas las instituciones políticas, tienen que ser enfrentadas, pues no se trata de poner la otra mejilla como dice la religión, pero tampoco aplicar el diente por diente como también lo señalan, y de lo cual Vera es muy creyente, si no que tiene que detenerse esa violencia con la propia fuerza de su defensa. Y eso no es violencia, se llama resistencia. La violencia solo viene desde el poder establecido e institucionalizado. Si una mujer se defiende con fuerza de un potencial feminicida no es violencia sino resistencia, protección, cuidado. Entonces, no se puede confundir lo uno con lo otro.
La violencia la genera el sistema, por ello en los países donde las desigualdades son mínimas han casi desaparecido las cárceles y las han convertido en bibliotecas. La violencia no se enfrenta con más violencia, sino con conocimiento y oportunidades. Todos esos niños que se crían en la calle acaso tendrán algún futuro promisorio. Quién es el responsable. Este sistema, es el que crea la delincuencia, la vagancia, las adicciones. Los países que casi no tienen delincuencia ni presos, lo resolvieron creando justicia económica y social, y no castigos físicos que solo generan resentimiento y odio, que es lo que exhala Carlos Vera desde hace 40 años en la TV, desde la forma en como entrevista hasta en los comentarios que emite.
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