Más allá del coronavirus: El suicidio como un mal real en el Ecuador
Bernardo Gortaire Morejón[1]
En un período en el que las noticias del coronavirus se han vuelto prioridad mediática es importante rescatar un problema de salud pública que le cuesta la vida a una persona cada 40 segundos a nivel mundial. El suicidio es uno de esos enemigos invisibles que acosa a la sociedad del siglo XXI con índices alarmantes señalados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Institución que apunta que “en los últimos 45 años las tasas de suicidio han aumentado en un 60% a nivel mundial”. En este marco se estima que en 2020 la tasa de morbilidad del suicidio alcanzará un 2.4%.
Ecuador es un país sumamente afectado por este mal. El suicidio es la primera causa de muertes adolescentes en Ecuador. Unicef presentó recientemente un informe en el que se constataba que en lugar de reducirse los índices de suicidio adolescente habían aumentado en relación a 2010 cuando la tasa era de 8 suicidios por cada 100 mil adolescentes, pasando a 10 por cada 100 mil en 2016.
Es evidente que nuestra sociedad está plagada de abusos, individualismos, y sobre todo falta de esperanza. Se ha confirmado que el país está en deuda en los campos de erradicación del trabajo infantil (8,4%) y desnutrición en menores de 2 y 5 años (27,2% y 23% respectivamente). Estas cifras corresponden al marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que están cubiertos en el Plan Nacional de Desarrollo ‘Toda Una Vida’ 2017-2021 (PND) del gobierno del presidente Moreno. De los 11 indicadores que se presentan en estos objetivos 8 corren el riesgo de no ser cumplidos, de acuerdo a Andrés Mideros, decano de la Facultad de Economía de la PUCE.
El problema no se aísla en la población joven. Los varones se ven sumamente afectados por el suicidio. Los hombres se enfrentan un problema de machismo estructural que trivializa la necesidad de ayuda y tratamiento en el campo de la salud mental. La tasa de suicidio de varones en Ecuador en 2016 alcanzaba 10.6 casos por cada 100 mil habitantes de acuerdo a la OMS. Estos índices son sumamente elevados en comparación con los casos de la población femenina, donde la tasa es de 3.8 casos por cada 100 mil habitantes.
Fuente: WHO 2018
La discusión sobre la diferencia en tasas de suicidio se ha llegado a banalizar en los últimos años pues se la ha abordado a modo de competencia, especialmente por parte de grupos antifeministas. Sin embargo, la toma de medidas concretas se vuelve una prioridad. La intervención estatal es una necesidad real para lidiar con un malestar estructural que afecta el bienestar social e incluso los índices de productividad.
El día 10 de septiembre de cada año se celebra el Día Mundial para la Prevención Del Suicidio. No obstante, al igual que muchas fechas, esta no pasa por ser un llamado de buenas intenciones. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la OMS afirman que existen varios factores de riesgo que inciden en el aumento de los índices de suicidio:
(1) Barreras para obtener acceso a la atención de salud. Frente a esto se estima que la falta de recursos en infraestructura y personal hacen más difícil para personas que requieren atención el acceso a espacios que prevengan el suicidio;
(2) Acceso a medios utilizables para suicidarse: el acceso indiscriminado a plaguicidas, armas de fuego, alturas, vías de ferrocarril, venenos, medicamentos, fuentes de monóxido de carbono como gases de escape de automóviles o carbón vegetal y otros hipóxicos y gases tóxicos son factores de riesgo directo;
(3) Notificación inapropiada por los medios de difusión y uso de redes sociales: si bien las redes sociales nos sirven como fuente de consulta y socialización, su mal uso puede incidir de manera negativa en la salud mental, pues los individuos se exponen a noticias negativas, ciberacoso, e incluso información que invita al suicidio;
(4) Estigma asociado con comportamientos de búsqueda de ayuda: como se mencionaba previamente, existe una especie de ridiculización de la salud mental. Nuestras sociedades se ven afectadas por una trivialización del tema, llegando a pensar que todo es cuestión de actitud o incluso llegando al punto de caricaturizar a las personas que se ven incapaces de lidiar con sus problemas personales empujándolos aún más al aislamiento y al suicidio.
Este último factor de riesgo también se vuelve una barrera al momento de tomar decisiones en altos mandos gubernamentales. Al no entender la gravedad del asunto se destinan pocos recursos económicos para la aplicación de programas y medidas en el campo de la salud mental. Sobre esto, la OPS sostiene que: “En muchos países, no hay, o hay muy poco, apoyo disponible para las personas con trastornos de salud mental. Incluso en los países de ingresos altos, casi el 50% de las personas con depresión no reciben tratamiento. En promedio, sólo el 3% de los presupuestos de salud de los países se invierte en salud mental, variando de menos del 1% en los países de bajos ingresos al 5% en los países de altos ingresos.”
Frente a esta problemática la OMS ha presentado varias sugerencias. Entre estas figuran las propuestas en el Plan de acción sobre salud mental 2013-2020 que son: 1. Fortalecer el liderazgo eficaz y la gobernanza en pro de la salud mental. 2. Proporcionar servicios de salud mental y asistencia social integrales, integrados y receptivos en los entornos comunitarios. 3. Aplicar estrategias de promoción y prevención en materia de salud mental. 4. Fortalecer los sistemas de información, los datos científicos y la investigación sobre salud mental.
Estas propuestas sugieren la importancia de aumentar el aporte a los programas de atención prioritaria a personas con depresión clínica, problemas con el alcohol y otras drogas, y también a otros sectores vulnerables que llegan a ver el suicidio como una opción válida debido a la falta de oportunidades económicas y sociales. Al mismo tiempo ponen en evidencia que estamos en las manos de quienes tengan la voluntad política de actuar frente a un problema real del Ecuador. Las elecciones se acercan y valdría la pena confrontar al abanico de candidatos preguntándoles ¿cuáles serán sus acciones frente a este serio problema de salud pública? ¿qué tan informados están sobre las medidas estatales para enfrentar el suicidio? Definitivamente es un tema que trasciende el populismo y la demagogia, pero sigue siendo un problema político y es momento de enfrentarlo.
[1] Politólogo e Internacionalista por la UDLA. Msc. en Política Pública y Desarrollo Humano por la Universidad de Maastricht y la Universidad de Naciones Unidas – Merit.
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En la provincia de Sucumbíos la tasa de suicidios es alarmante en el pueblo Kichwa, los hombres se suicidan por no poder pagar las deudas al Ban ecuador. En el pueblo Shuar los suicidios se dan más en las mujeres, la causa es la extrema pobreza. Y en el pueblo A’I los suicidios son por la extrema pobreza conflicto existencial…