JAIME HURTADO GONZÁLEZ Y LA LUCHA POR UN “ECUA-D´OR” PLURICULTURAL
Por Diego Velasco Andrade
El 17 de febrero de 2020 se cumplen 21 años del aleve asesinato del gran político afro-ecuatoriano de izquierda: Jaime Hurtado González. En todos estos años, diversas hipótesis se han planteado sobre el motivo de este crimen, pero quizás solo el paso del tiempo y las reiteradas glorias invocadas por sus beneficiarios directos e indirectos, quizás hayan podido corroborar las principales causas históricas y geopolíticas de su magnicidio.
En primer lugar, hace mucho tiempo se sabía de la venta de armas obsoletas “chatarra bélica” que arribaron a América desde la antigua y desangrada Yugoeslavia, llegando de modo sincronizado al Ecuador pre-bélico del 95, desde la hoy devastada Argentina del “turco” y populista Menem, para aquel entonces uno de los países americanos garantes de la “herida abierta” en la frontera entre Ecuador y Perú: dos naciones hermanadas con lazos ancestrales, solo enfrentadas por los intereses transnacionales imperialistas, sobre una amazonia común biodiversa, petrolera y hoy cuasi minera.
De otra parte, para fines de la década de los 90, ya en fin de milenio, el avance y control del territorio por las fuerzas guerrilleras en la amazonia colombiana parecía incontenible, especialmente de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), insufladas por la nueva estrategia de aprovisionamiento de recursos económicos con el “oro blanco”, tan necesario para los protervos “zorros de Wall Street”.
Sería imprescindible para el Imperio y para las élites narcotraficantes colombianas, controlar los flujos de aprovisionamiento de la cocaína y las redes de su distribución hacia USA y Europa. Para lo cual, existían al menos dos impedimentos ciertos: el creciente control guerrillero sobre los territorios cocaleros y la atención “innecesaria” de las fuerzas militares ecuatorianas hacia la frontera con su “eterno enemigo” el Perú. Pudiendo éstas mismas fuerzas, priorizar el control de las fronteras con Colombia a manera de yunque con el martillo de las fuerzas militares colombianas, ahí donde las FARC ya habían hecho paso frecuente y campamento estratégico de reposición y aprovisionamiento. Peor aún, si estas tenían previsto estrenar una suerte de engendro fantasioso llamado FARE Fuerzas Armadas Revolucionarias del Ecuador, como simple amague de apoyo logístico.
Surge entonces a nivel geopolítico, el denominado PLAN COLOMBIA que luego devendría en el famosísimo “Plan Locombia” por sus efectos devastadores y nefastos hasta hoy. Todo con el objetivo de iniciar una guerra de exterminio a las fuerzas guerrilleras y culminar en una paz estratégica para el imperialismo y las élites colombianas, por el control del floreciente negocio regional y mundial del “oro blanco”. Y terminar de explotar los remanentes del petróleo, cuya última subida especulativa estaría prevista para mediados de la primera década del siglo 21 e iniciar luego de la segunda década ahora a las puertas del “boom minero”, así como el control del agua, el territorio y biodiversidad amazónicas.
Luego de las escaramuzas sangrientas que se produjeron en el 95, con la estelar participación del “chinito” Fuji Mori y su perverso Fouché: el siniestro narco político Montesinos, que ya venían de expoliar al legendario Paititi Inca y ahora intentaban hacerlo también en La cueva de Los Tayos, sería entonces necesario poner en escena un sainete de la paz duradera entre Ecuador y Perú. Como siempre, con el sacrificio del «pequeñín país» y promover la cerrazón de aquella herida abierta en la frontera sur oriental, que por casualidad ya tenía adelantada y una muy cierta prospección minera.
Para ello, los imperialistas promovieron sendos lobbies con los honestos e inefables políticos “congresiles” ecuatorianos y peruanos, así como con sus tan populares mandatarios: el delicado y pronto a ser derrocado Jamil Mahuad y su similar en apoyo: “el chinito” Fuji Mori, vencedor de “los terrucos de Sendero Luminoso”, con ayuda de los servicios judíos e ingleses, todo con el loable objetivo de viabilizar una Paz Definitiva, sellada entre cocteles, tripers “cholochichas” y ruidosos salones nocturnos. Con el ruido de fondo de las consabidas fanfarrias militares, bombos, charreteras, medallas y platillos de generales de ninguna guerra, seguramente también convidados a tan dichosas jaranas. Era ahora imperioso apresurar la atención del vencedor ejército ecuatoriano: el ganador de un 1 km. cuadrado en Tiwintza, a nuevas y patrióticas aventuras en las fronteras ya liberadas por las FARC, en las selvas inhóspitas del Putumayo colombo-ecuatoriano.
Es solo en ese contexto geopolítico perverso, narco traficante y pacifista a ultranza, por parte de las corruptas élites gobernantes de los dos países, con el aceitoso apoyo de una danza de millones de sucres y soles repartidos, seguramente en ambas naciones, que podría entenderse el asesinato del ya legendario Jaime Hurtado González. ¿Cuáles habrían sido sus próximas acciones de fiscalización en el Congreso, para denunciar las protervas intenciones del “Plan Locombia” para el control de las áreas cocaleras tan ansiadas por el imperialismo norteamericano y sus mafias narcotraficantes con corredores en la frontera mexicana? ¿Cuáles serían sus denuncias sobre las verdaderas causas de la imperiosa paz entre Ecuador y Perú, implementada en especial por las empresas transnacionales canadienses en la Cordillera del Cóndor?
En fin, ¿cuáles serían las denuncias sobre el contrabando de chatarra bélica por parte de los valerosos comandantes de las huestes criollas de los dos países, algunos de los cuales en Ecuador se lanzarían a una siempre ambicionada, pero tantas veces frustrada, carrera política hacia la presidencia de la república, hasta ese entonces petrolera y hoy minera?
Allí, el sacrificio del legendario político de izquierda, de extracción humilde, gran deportista y lector impenitente de poesía, de estudio a contra corriente de las leyes y abogacía de los bufetes oficiales. De ejercicio tenaz para los más excluidos, de formación y militancia marxista leninista, y uno de los fundadores de un movimiento popular y democrático, hoy disminuido lamentablemente por sus propios errores. E incluso, por no haber tenido la valentía de exigir justicia ante su muerte, sino de contar con algún cómplice o advenedizo al poder entre sus filas…
Ahí la significativa impronta de aquel orador de ébano, brillante para encender el verbo y movilizar a militantes desde las barriadas pobres hasta los páramos andinos, que habría hecho honor a una primera presidencia pluri-cultural en el Ecuador de inicios del siglo 21. Su asesinato aleve, debe ser considerado en ese belicoso y multilateral contexto geopolítico imperialista y tri-nacional, de fin de siglo 20.
Su pretendida ejecución material, por parte de un simple y cuasi adolescente sicario colombiano enfrentado a él, a un ayudante y su protector, inventado como coartada por la inteligencia policial de aquel débil e impopular Jamil Mahuad, -ya en ese entonces presto a desatar la debacle bancaria que daría origen a su derrocamiento y a la diáspora de los ecuatorianos en ultramar-, debe ser vuelto a investigar como un magnicidio que involucró a altas esferas del poder nacional e imperial. Que debió contar con el concurso de al menos un francotirador y de varios asistentes paramilitares vinculados a logias fascistas y de derecha ecuatorianas y, a varios actores de las fuerzas policiales cómplices de aquel nefasto gobierno “dolarizador”.
Su memoria y su verbo quedarán retumbando en los confines del espacio tiempo ecuatorial Pacha, como el mejor homenaje y ejemplo para la construcción del país Plurinacional y Multicultural que soñamos la mayoría de ecuatorianos. Para que lo hagamos realidad, con una nueva filosofía de consenso, tandanakuy y acuerdo constitucional de vida en comunidad; pero sobretodo en nuestra práctica cotidiana y social. Hasta cuando los pueblos negros, montubios, cholos, indígenas y los llamados “blancos” y “mestizos” y las diversas culturas anteriores y contemporáneas del campo y la ciudad, podamos construir alejados de todo racismo, estigmatismo y blanqueamiento colonialista, por fin un Ecuador de colores que vislumbre el equilibrio del oro equinoccial de nuestros ancestros, el agua de oro vital primordial y sobretodo: la igualdad solar, lunar y constelar, reinando otra vez entre los dos hemisferios.
Kitu, febrero 21 de 2020
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