El Gobierno de Maduro se arrastra a la destrucción para sostener su poder.
Por José Quintero Weir
En el momento en que Chávez y su gobierno, abierta y decididamente se negó a demarcar los territorios indígenas tal como pauta la Constitución que él mismo auspició como fundamento de su “Revolución Bolivariana”; cuando desde su gobierno se fraguaban planes de contención a las aspiraciones de los pueblos y en contra de sus dirigentes, algunos edulcorados con el financiamiento de proyectos y cargos burocráticos, a otros con la persecución y la muerte, como fue el caso del líder yukpa Sabio Romero, era claro que estábamos frente al proceso de corporativización del Estado-gobierno; por lo que, seguir alucinando con vinculaciones ideológicas de la Guerra Fría era muestra de ingenuidad (en el mejor de los casos), o simple discurso para ocultar la gorronería de quienes aún hoy la muestran como su escudo.
En la región de Guayana, no sólo quebraron la industria del hierro y la siderúrgica, sino que quebraron a su dirigencia obrera y a los que persisten en la dignidad de su rebeldía los mantienen prisioneros, sin juicio, sin posibilidad de defensa, Rubén González y Rodney Alvarez son evidencia tajante de ello. En cuanto a los pueblos indígenas de Bolívar y Amazonas, no sólo no les demarcaron sus territorios, sino que se les ha despojado de ellos y entregados a corporaciones rusas, chinas y turcas para la más atroz explotación de sus yacimientos de oro, sin importar la destrucción del Orinoco, corazón de agua de Venezuela.
Así, la corporativización del Estado ha implicado el abandono de toda noción de soberanía y esta palabra sólo es usada como justificación de su ambición. Las Fuerzas Armadas, cuyo fundamento es, precisamente, la defensa de la soberanía nacional, son igualmente corporativizadas mediante su conformación como Empresa Minera (Caminpeg) responsable de los acuerdos con las corporaciones y, por supuesto, de garantizar la seguridad de las explotaciones. Por si esto fuera poco, la corporativización del Estado también implica el advenimiento a los planes corporativos de fuerzas del crimen organizado (narcotráfico, extorsión, trata de personas), cuyo papel es ejecutar operaciones de terror sobre las poblaciones a desalojar de los espacios a ser explotados.
No es posible ofrecer una cifra exacta de asesinados en el contexto de explotación del Arco Minero en el Estado Bolívar, la mayoría de ellos pertenecientes al pueblo Pemón, quienes en la defensa de su territorio y de sus vidas, les ha tocado enfrentar al ejercito del Pranato (Crimen Organizado), la guerrilla del ELN (Colombiano), sino también a las fuerzas armadas nacionales.
Hoy, el escenario de despojo se traslada a la región del río Socuy: corazón de agua de Maracaibo, San Francisco y la Costa Oriental del Lago, pues, la corporación minera rusa Vostokcoal y la militar Caminpeg han penetrado territorio wayuu para iniciar la explotación masiva y desesperada de minas de carbón adjuntas al río que, no está demás decirlo, es el principal surtidor de agua a las poblaciones antes mencionadas.
Decimos “desesperada”, pues, en medio de su lucha por mantenerse en el poder del Estado, el gobierno nos arrastra a todos a la muerte, y no hablamos de la supuesta confrontación militar con los Estados Unidos, Colombia y Brasil, o la conversión de Venezuela en Siria, sino que más allá de ese escenario, su disposición a destruir las principales fuentes de agua del país por la ambición y la codicia, sin lugar a dudas, nos arrastra a todos a la muerte, a la muerte del país como tal.
No es suficiente con pedirnos escoger entre carbón o agua, entre divisas para sostener a Maduro en el poder o morir de hambre y sed, decir eso no basta, sino que este debe ser motivo suficiente para gritar ¡Ya basta! Y lanzarnos a detener esta locura criminal. Ya en el Zulia padecemos un racionamiento de agua que mantiene zonas por semanas y hasta meses sin recibir una gota de agua, salvo la que la gente pueda comprar a las cisternas o la que cada vez más esporádicamente cae con las lluvias. No es posible que permitamos que la ambición de unos cuantos destruya la vida de millones de seres. Es hora de salir como un solo Nosotros en defensa del río Socuy, el Orinoco y de la vida de nuestro país.
¡Fuera los Rusos del Socuy! ¡Fuera la Corporación Militar Caminpeg de la Sierra de Perijá!