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LÍDERES SOCIALES QUE SE SALVARON DE ATENTANDOS

Por: Aura Isabel Mora

Esta columna está referida a todos los líderes sociales que han sobrevivido a atentados, las estadísticas dan datos sobre los que han sido asesinados, pero no sobre los que sobreviven.

Si bien, así como la sociedad necesita las cifras para que sean denunciados los hechos y la sistematicidad, con que pasmosa crueldad se informan de muertos diarios, dejando de lado las esperanzadoras noticias de los que han sobrevivido. Pero igual de dolorosas porque no dejan de ser sobre un atentado criminal; así mismo, la experiencia de sobrevivir a la muerte no deja tener amarguras por más que se diga que debe, o debería, tener un sabor agridulce.

Las secuelas de sobrevivir no se hacen esperar, la mayoría de los líderes que sobreviven se ven conminados a un exilio obligado, a la separación de sus familias, a la constante zozobra de un nuevo atentado para que la orden no se quede en tentativa, además de heridas en el cuerpo y en la mente.

Entre los líderes sociales que sobrevivieron a atentados contra su vida, entrevistamos a German Valencia, líder indígena del resguardo de Canoas, en el Municipio de Santander de Quilichao, en el Departamento del Cauca, perteneciente al Pueblo Nasa, y quien no solamente sobrevivió a un atentado, sino a dos. Con él, nos reunimos en la sede que el Consejo Regional Indígena del Cauca, más conocido como CRIC, por su sigla, tiene en Bogotá. Se ve un poco triste, le hace falta su familia, ya lleva dos años en la ciudad y no se acostumbra.

German Valencia lidera la defensa del territorio de su pueblo. Desde pequeño ha estado relacionado con procesos de recuperación de tierras, su liderazgo es herencia de sus padres, quienes, en los ochentas y noventas, fueron unos de los líderes que impulsaron la recuperación del cabildo, inicialmente de tierras en manos de la iglesia y de los partidos tradicionales, y luego de tierras en manos de un hacendado. Tierras que en realidad pertenecían, y pertenecen, a su pueblo; sus padres, Claudio Valencia y Fidelina Melina, así como él, fueron amenazados en repetidas ocasiones.

Hoy, Germán sigue el legado de sus padres, ahora con más protagonismo, pues al momento del primer atentado era directivo del cabildo, así como antes fue fiscal, capitán mayor y luego secretario y primer coordinador de la guardia de su resguardo.

Las amenazas a German comienzan cuando, en el 2001, se desempeña como coordinador de la guardia indígena, más específicamente, “coordinador en defensa de la vida y los derechos humanos”. Su comunidad le había encargado el control territorial, lo que significa controlar el tránsito tanto de grupos armados, recuperando a muchos niños reclutados por la guerrilla y del narcotráfico, lo que también implicaba decomisar base de coca. También recuperados de la delincuencia común, lo que implicaba decomisar automóviles y motocicletas robados para luego devolverlos a sus dueños. Y en general de diversos grupos, armados como los paramilitares, lo que implicaba enfrentarse con ellos, los cuales a su vez los acusaban de que eran auspiciadores de la guerrilla. Estas razones, más la decisión del Pueblo Nasa de buscar la autonomía frente a todos los actores armados, lo convirtieron a él y a su familia en blanco y objetivo militar.

El primer atentado que sufrió Germán fue el 21 de febrero de 2014, cuando se encontraba en el Cabildo de Caloto con la junta directiva de autoridades indígenas. A las once de la mañana, el grupo de autoridades recibió una llamada del Resguardo de Jambaló, en la que les comunicaron que el ejército y la guerrilla se estaban enfrentando en medio de la población, en la Vereda Guayope, y que el ejército se había tomado una vivienda porque la guerrilla les había matado un soldado y lo tenían allí, además de tener retenidas a familias y a los menores de edad. Lo que sigue, así lo cuenta el mismo Germán Valencia: “Hicimos una comisión de unas ocho personas, guardias, coordinadores de otros programas y consejería y nos fuimos para allá; llegamos y efectivamente vimos la situación, nos tocó interlocutar con el ejército que estaba allá, sacar al ejército de la vivienda, organizar la gente en el sitio de asamblea permanente y nos tocó ir a la parte alta de la vereda y sacar también a la guerrilla, directamente con la guardia y la comunidad. Eso se hizo para que pararan las confrontaciones, realizamos una asamblea y dimos instrucciones, y fijamos posiciones de autonomía frente a los actores armados. Pero nunca nos dimos cuenta de que en esa asamblea habían infiltrados de la guerrilla, a eso de las seis p.m. ya nos regresamos, y en eso de las seis y veinte, en un punto de un lugar que se llama Chimecueto, ahí nos hicieron el primer atentado, nos rafaguearon (dispararon) la camioneta, camioneta que venía con distintivos humanitarios.”

Germán Valencia y su compañero resultaron heridos, él recibió un disparo de bala en un brazo, el carro donde iban quedó totalmente destruido, pero lograron sobrevivir a este atentado.

El segundo atentado fue el 20 de diciembre 2018, en plena época navideña, estando al lado de su familia, en una casa de amigos en la parte alta de la montaña del Cabildo. Después del primer atentado y de la denuncia ante las autoridades de la Unidad de Protección, ésta le asignó un vehículo y dos guardias para su protección personal. “Nos fuimos para allá todo el día, estuvimos trabajando y recogiendo los alimentos para hacer una comida el 24, yo me regresé a eso de las cinco de la tarde y bajamos a la Vereda Vilachí, como a las seis y media, estuvimos ahí y estábamos descansando, haciendo de comer. A las siete de la noche nos llegaron cuatro personas armadas, encapuchadas, y querían sacarnos a la fuerza; esa era la modalidad de ellos, sacar, no asesinan en la casa, sino que los sacan y los asesinan. Ellos no esperaban la reacción que nosotros íbamos a tener, pues al ver el ingreso y el arma que venía apuntando a mi cabeza, yo lo único que pensé fue en cogerle la mano, ahí estuvimos forcejeando un buen rato, y las otras personas que querían disparar… en un tiempo como de diez segundos, creo que en ese tiempo, como por ahí es carretera, creo que bajó alguna moto, el que estaba vigilando dio la señal que venía otras personas y ellos se fueron”. Este segundo atentado sufrido por Germán Valencia es todavía objeto de investigación en la Fiscalía, Germán salió herido en un ojo en el forcejeo con el arma que iba a matarlo, aún hoy sigue en tratamiento después de casi perderlo.

Fue este segundo atentado lo que lo obligó a salir de su territorio, y venirse a Bogotá, por recomendación de las autoridades indígenas. Germán aún no puede volver a su tierra.

Nos dice que para él es muy duro estar lejos de sus hijos y, en especial, de sus nietos: Valentina, Santiago y Samuel; y por eso manifiesta la importancia de parar esta guerra. Así como no deja de resaltar la importancia de los acuerdos de paz, de los que intuye están ahora en riesgo de desmoronarse: “las oportunidades que tenemos con esos acuerdos de paz, que con muchas dificultades se dieron… puede no ser un acuerdo perfecto, es un acuerdo completo, es una herramienta para que, desde ahí, se pueda construir la paz, porque mientras sigan habiendo desigualdades siempre habrá guerra. Nuestra ley de origen dice que nosotros somos hijos de la tierra, es ella la que debe estar con nosotros. La tierra que debe recibirnos el día que nosotros hagamos ese tránsito de esta vida a la otra. Porque los viejos dicen que no puede haber indio sin tierra ni tierra sin indio… Eso es lo más duro: estar sin mi tierra”.

El dolor del exilio, del destierro, al que Germán se ve sometido es la falta de su familia, de su esposa y de sus hijos, como la lejanía de su tierra. Esa es la tristeza que se le ve. Llegó a la conclusión que todo lo que le ha pasado a él, le ha pasado a mucha gente. Pero él, digno hijo Nasa, reafirma el trabajo de protección de su territorio, y hoy desde la sede del CRIC en Bogotá, acompaña a otros pueblos, a otras comunidades. Sigue aportando en este proceso de defensa de la vida y de los derechos de su pueblo, que es la lucha por la vida y los derechos de los pueblos indígenas, que es también de la vida de todos nosotros y de la naturaleza.

Por Alteridad

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