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Por Atawallpa Oviedo Freire

El ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín en una entrevista con Diario EL UNIVERSO detalló cuál era la nueva “directiva contra la insurgencia”, el “cambio total” en las Fuerzas Armadas y la búsqueda de insurgentes.

Todo lo cual consta en lo que han denominado “Libro Blanco”, y en el cual se presenta “un nuevo sistema de planificación, con documentos que orientan al Comando Conjunto de las FF. AA. y al Gabinete del Sector Seguridad. Se presenta leyes a la Asamblea para reinstitucionalizar a las FF. AA. y al sistema de seguridad”. Todo esto, en propias palabras del mismo Jarrin.

Será casual eso de “blanco”. Pues, no; como vamos a ver a continuación. Por cierto, Jarrin es miembro de la «legión blanca», por lo que están muy diligentes y apresurados en su arremetida. Para ello han invertido la monstruosa cantidad de $4 millones solo en armamento, mientras han reducido en 80% el presupuesto para víctimas de violencia de género. Jarrin no tiene empacho en decir: “Tenemos el 96 % del presupuesto de inversión ejecutado, logramos equipar a las FF. AA…. Hemos apoyado a la Policía…”

Por cierto, quiénes serán los “negros” que conforman la “lista negra”.

Lo más grave de este proyecto “blanco”, es que en el Código de Seguridad se propone que las FF. AA., en crisis o estados de excepción, deben asumir el mando y las otras instituciones deben subordinarse a ellos. Actualmente, la ley señala que en estados de excepción las FF. AA. apoyarán a la Policía. De aprobarse como propone Jarrin, sería sumamente grave. Significaría darles “carta blanca” a una camarilla de militares para que intervengan como una dictadura militar solapada de civil.

Ya en la revuelta de octubre lo hicieron ilegalmente, como lo dice el propio Jarrin cuando el periodista le pregunta: “En octubre, ¿con la nueva ley, otro habría sido el cantar para ustedes?” Y responde: “No necesariamente… no nos basamos en la ley para actuar, no quiere decir que hayamos sido ilegales, hicimos un adecuado manejo del conflicto, a pesar de que no había el suficiente respaldo legal, no es ilegal, pero coordinamos bien Policía y FF. AA.” Estas expresiones contradictorias demuestran que fue ilegal su acción, y sí la fiscalía y la asamblea fueran “independientes” ya hubieran actuado. Pero, ni siquiera los asambleístas de izquierda ni de Pachakutik han hecho o dicho algo al respecto. Solo ciertas organizaciones sociales, especialmente indígenas se han pronunciado.

Jarrin además anota en la entrevista, que la rebelión de octubre “es insurgencia… uso de la violencia criminal para derrocar al Gobierno… por esta razón, el Ministerio emitió una nueva directiva contra la insurgencia.” Como podemos ver, es el mismo discurso y respuesta a todas las rebeliones que ha provocado el aguerrido pueblo ecuatoriano en toda su historia. Sin embargo y en retrospectiva, las antiguas rebeliones son heroicas, hasta aplaudida posteriormente por los militares; pero las organizadas por los indígenas son menospreciadas, en una clara manifestación racista. Irónicamente, la tropa militar y policial tiene un alto componente indígena e indígena-mestizo.

Más adelante, Jarrin señala: “… hay un cambio total en las FF. AA., de doctrina, preparación, equipamiento, mandos y reorganización.” Esto quiere decir que cambiaron la doctrina correista por la doctrina de la “mano firme, corazón digno y bien privado», de la represiva y neoliberal “Escuela de las Américas” de EEUU. A buen entendedor, Jarrin estaría listo para convertirse en el Pinochet ecuatoriano en caso de aprobarse la ley enviada por él. No es casual que haya sido dos veces Ministro de Defensa de gobiernos neoliberales como Palacio y Moreno.

Jarrin sigue la misma lógica de Bolsonaro o Trump. Lo que no significa que estemos validando a Castro o Maduro, que son el otro lado. El binarismo fundamentalista solo puede ver buenos y malos, blancos y negros, derechas e izquierdas. No sería nada raro que haga o esté haciendo lo mismo que el comandante del ejército colombiano Nicasio Martínez (que acaba de ser cambiado) y quién había ordenado interceptar ilegalmente a periodistas, magistrados y miembros de ONGs. Pues, es la misma acción que viene realizando los EEUU en todo el mundo a través de muchos militares, entrenados y preparados en sus institutos.

Sobre los supuestos insurgentes, dice: “… se ha determinado que hay que identificarlos, neutralizarlos y presentarlos a la justicia.” Aquí cabe entender quiénes son los insurgentes. En una entrevista para El Comercio, señalaba: “La insurgencia se concibió como la nueva amenaza. Son grupos organizados con el propósito de aprovecharse del conflicto interno, movilizar a las masas, valerse de la violencia, de la criminalidad, del sabotaje, con el objetivo de derrocar a un gobierno. (…) Estos grupos pretenden controlar al Estado y a la región. Entonces, la insurgencia no es un fenómeno interno único, sino busca, con diversas corrientes, derrocar a un gobierno.”

Fácilmente se entiende que los grupos que pretenden controlar el Estado y la región son los denominados grupos de Sao Paulo, de Puebla, el “castro-chavismo”. Sin embargo, Jarrin y el gobierno de Moreno sí están de acuerdo que controlen la región grupos como la Alianza del Pacifico, los evangelistas y otros grupos de derecha liderados desde EEUU para intervenir en todo el continente. Pues, es conocido que es un declarado pro-norteamericanista, tanto es así, que en sus gestiones administrativas se ha pasado pidiendo presupuesto al Departamento de Defensa de los Estados Unidos, en una clara manifestación de dependencia con las consecuencias que ello conlleva.

Una de sus primeras acciones como ministro de defensa fue la reapertura de la oficina de cooperación militar estadounidense en Ecuador, mediante la firma de un acuerdo para la instalación de un equipo de apoyo en “seguridad”. Una acción desmedida e ilegal, como lo ha denunciado en su carta de renuncia el exembajador Francisco Carrión en EEUU, y en donde explica que se debe a un desacuerdo con el programa de vuelos de vigilancia aeromarítima que ha venido realizándose sobre territorio ecuatoriano desde 2018 sin ninguna ley regulatoria.

Una clara afectación a la soberanía nacional. Algo de lo que tampoco dicen nada, ni los periodistas ni los políticos que mantienen el estatus quo, pero tampoco los asambleístas de izquierda y que dejan mucho en qué pensar. Si en el gobierno anterior le hubieran querido derrocar a Correa (a quién no defendemos), Jarrin no hubiera dicho ni hecho nada, por el contrario, en sus editoriales en El Universo arengaba contra el correísmo. Pero ahí, él no era insurgente o no lo concebiría así; pero era claro, que quería que derrocaran a Correa.

Ese cuento es de ambos lados, y Jarrin no es lo contrario, es parte de lo mismo. Solo hay que leer su hoja de vida y sus columnas en diferentes diarios como El Universo para colegir fácilmente su pensamiento. Resalta él mismo en su curriculum: “profesor y miembro Emérito del Center for Hemispheric Defense Studies (CHDS), de la Universidad Nacional de Defensa, en Washington DC”. “Cuenta con capacitación en Defensa Continental, en el Colegio Interamericano de Defensa; así como un posgrado en Inteligencia Estratégica, en la Escuela Superior de Guerra del Ejército Argentino. Ha realizado cursos de Gestión de Defensa, en Inglaterra; de Contraterrorismo en la Universidad Herizelya de Israel, y de Diseño Curricular para la Defensa en Estados Unidos. (No es casual que las fuerzas especiales ecuatorianas se entrenan en Israel de Netanyahu desde que está Jarrin en el ministerio)

Quiénes son los negros. Evidentemente, la izquierda, los movimientos sociales, los intelectuales y periodistas que cuestionan al establishment. Todos ellos, son los insurgentes, rebeldes, sediciosos, revolucionarios. En una nota de El Universo de febrero del 2006, señalaba: “probablemente en el futuro tendremos un Haití en Ecuador, donde el desorden de las comunidades ha llegado a un clímax, por lo que vamos a tener necesidad de una fuerza de paz”.  

El “libro blanco” es otro capítulo de lo que ha escrito el oscurantismo en toda su historia mundial. Y explica porqué fue brutal la represión en octubre del 2019 a los movimientos populares por parte del gobierno de «cuello blanco».

Por Alteridad

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